Perdida la presidencia para Jaime Rodríguez Calderón, todas las diputaciones locales, federales y alcaldías en Nuevo León, la pregunta obligada es: ¿qué le espera al Estado -no para la lejana sucesión de 2021- sino para mañana y pasado mañana?
Porque después de su estrepitosa victoria en 2015, el plan era que en la segunda parte del sexenio iban a tener el control del Congreso, y la realidad dentro de las urnas es que no habrá ningún legislador independiente.
Y con ese triste escenario, “El Bronco” deberá sacar al buey de la barranca lo que resta de su mandato con iniciativas que se toparán con un muro de concreto porque, a como estuvieron los resultados favorables al PAN, que fue quien más ganó, una alianza con él no será perdonada en las urnas en 2021.
¿Pero con los diputados locales de MORENA? Peor todavía, después de todas las descalificaciones que Rodríguez Calderón pronunció en contra del actual presidente electo de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Quizá AMLO aplique esa de que “puedo perdonar, pero no olvidar” para llevarse la fiesta en paz con Nuevo León, pero que en el Congreso “El Bronco” apueste a gobernar de la mano de los legisladores morenistas, ¡casi imposible!, al menos que haya una negociación política favorable.
¿Sin embargo, qué puede ofrecer de suculento el gobernador que acaba de regresar a su puesto, cuando en Nuevo León los independientes quedaron encuerados?
Estructura que pueda ayudar a MORENA a pintar de verde a Nuevo León en 2021 no existe, pues de haber sido así, los independientes hubieran obtenido victorias que no se lograron. Todo fue derrota tras derrota.
A como estuvieron los resultados, el PAN tendría mayores posibilidades de volver a gobernar el Estado, al sumar el mayor número de diputados al Congreso; retener Santa Catrina y San Nicolás de los Garza, aunque haya perdido San Pedro, y a estar cerca en recuperar Guadalupe y Monterrey.
“El Bronco” tiene frente a si mismo un panorama entre gris, prieto y negro. Primero con los electores que el domingo 1 de julio le dieron la espalda a manera de referéndum; los grupos empresariales en su contra, y para colmo, los zopilotes políticos que cuentan los meses para que se vaya.
¿Y un golpe de timón que le ayude a subir de rating? Apenas que empiece a tomarle las medidas al uniforme de Rodrigo Medina de la Cruz para llevarlo a la cárcel, pero el exgobernador ha esquivado cada una de las imputaciones penales. O sea, ese es un cartucho bien quemado.
Por donde se le mire, todo indica que poner en marcha la línea tres del Metro es la única obra que pudiera recibir los aplausos de los neoleonenes para “El Bronco”, especialmente de los usuarios.
Porque a los residentes de Cumbres en todos sus sectores, de Valle Alto y La Rioja en Monterrey, así como a los sampetrinos, la verdad poco o nada les importa que rueden los vagones del Metro.
Otro handicap en su contra será el poco apoyo para gestionar recursos que tendrá de los legisladores federales de mayoría morensita y panista. Y las puertas de las secretarías de Estado, seguramente, no se abrirán tan fácilmente por el papel que jugó como candidato presidencial.
Con ello, el futuro que se avisora para Nuevo León es peor que cuando empezó su gestión, con una histórico triunfo que retumbó Allende las fronteras.
Pero eso sí, la mayoría de los habitantes propanistas, proempresariales y derechistas del Estado estarán bien orgullosos de que López Obrador no ganó, o ganó apuradamente aquí. (Anaya tenía una desventaja de apenas 2 mil 500 votos, según el PREP del INE).
¿Y eso a quién fregaos le interesa de aquí en adelante, que Nuevo León no se pintó de azul?
Dios agarre confesados a los burócratas y a los derechohabientes del IMSS.
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