
NOTA: Esta columna
apareció en la edición 146
de la segunda quincena de marzo de 2004. Roberto Mora fue asesinado ese mes siendo director editorial de El Mañana de Nuevo Laredo.
En mis casi 20 años de periodista tuve la oportunidad de admirar y compartir la pasión por el periodismo con Roberto Mora. Y aunque tuvimos diferencias, éstas se debieron a gajes del oficio. Aunque admito que nunca fue por envidias estúpidas que existen en esta profesión.
“Boby cherry” le apodábamos un grupo de periodistas de aquella inquieta y divertida generación de inicios de los años ochenta. Roberto era uno de esos escasísimos editores de El Norte que se atrevía a violar las reglas de esta casa editora de Monterrey, para compartir la plática y las experiencias con los periodistas que comenzabamos a gatear, como yo.
Lo conocí en 1984 cuando vivía en un departamento de segundo piso ubicado en el Barrio Antiguo, encumbrado en el periodismo. Su delgado semblante y su rostro con profundas ojeras –seguro producto de sus desveladas en la redacción de deportes de El Norte– las justificaban.
Para quienes deseábamos iniciar una carrera exitosa en el periodismo, conocer o ser amigo de Roberto Mora, había que presumirlo en la Facultad de Comunicación de la UANL.
Años después incursionó en el Canal 2 de Televisa Monterrey formando parte de uno de los departamentos de noticias que hoy extrañamos muchos, por serios. Entre sus compañeros estaban Santiago González y Sanjuana Martínez.
Pero cuando tuve la oportunidad de agradecerle su amistad fue a comienzos de 1990. “Boby” estaba en la inciativa privada. Lo invité para participar en un proyecto para hacer un suplemento del Mundial de Italia 90’ en El Diario de Monterrey (Milenio). Gustoso aceptó. Era un desperdicio para el periodismo de Monterrey que estuviera alejado de las rotativas y, sobre todo, de su entonces gran amor: el deporte. Después compartió ese sentimiento con su esposa Aracely y su hijo Sebastián.
Fue un privilegio y un sueño trabajar junto a él, aunque también nos distanciamos y polemizamos por otros asuntos propios de nuestro oficio.
En estos momentos, cuando he sabido de su muerte, soy impreciso en las fechas. Me corre la película en mi mente de cuando en 1999 ó 2000 lo busqué para presentarlo con directivos de El Mañana de Nuevo Laredo, quienes buscaban en Monterrey al nuevo director editorial. La cita fue en el Hotel Presidente de Garza García.
La última vez que pude hablar telefónicamente con él fue el pasado 9 de marzo cuando le solicité, me enviara unas fotos de la cabalgata de gobernadores. De paso no me aguanté y le reclamé que no se perdiera, que fuera más colaborador con Hora Cero cuando se tratara de compartir información o fotos con su periódico.
A las 17:57 horas de ese día 9 (según consta en la hora de envío del mail), recibí de Roberto cinco fotografías y un mensaje que ahora lo comparto con sus amigos: “Hola Hugo… Te envío las fotos. Cuídate y saludos. Roberto Mora”.
Descansa en paz “Boby”, siempre tan excelente periodista, tan polémico amigo, tan honesto, tan profesional e incorruptible en un estado donde juntos aprendimos que podemos seguir siendo tan íntegros como en Monterrey manteniendo la dignidad, el orgullo y los principios éticos pese a todas las tentaciones y los riesgos. Y pongo las manos al fuego de que así fuiste “Boby”.
Espero que nos veamos juntos en la redacción del periódico El Cielo para luchar por dignificar esta linda profesión y para mentárnosla también. En una redacción que ya se comenzó a formar y en la cual te alcanzaremos muchos de nuestra generación como Agustín Lozano, Sotero Monsiváis, Filiberto Garza, Roldán Trujillo, Liliana González, Alma Leticia García, Santiago González, Francisco Cobos, Erick Muñiz, Norma Garza, Irma Idalia Cerda, Ramón Rodríguez, José Luis Undiano, entre muchos otros.
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