
La Universidad Autónoma de Nuevo León comenzó su ritual para la elección de su nuevo rector.
La convocatoria abre la posibilidad a universitarios con trayectoria a postular sus aspiraciones, aunque en el fondo muchos sabemos todo parece indicar que el nuevo rector será Rogelio Garza Rivera, ingeniero de profesión y actual secretario general de la UANL.
Al Inge Rogelio se le vio sonriente y con sombrero, rodeado de colaboradores cercanos al grupo en el poder, que lo postulará para gobernar la rectoría de la Universidad. Sucede que “El Bronco”, Jaime Rodríguez Calderón, acudió a su Alma Mater, la Facultad de Agronomía y aprovechó para saludar y dejarse ver por los universitarios.
Siempre me he preguntado dónde están los intelectuales de la UANL; esos hombres de ciencia y conciencia que deberían guiar el futuro de nuestra Máxima Casa de Estudios.
Los tiempos ameritan un rector que les hable con intelectualidad y sensibilidad a profesores y estudiantes, sobre el presente y el futuro de la UANL y la sociedad misma.
La Universidad es por naturaleza el alma donde se procesan las ideas que se transforman en adelantos tecnológicos y científicos; debe ser inspiración para jóvenes que sueñan en llegar lejos alcanzando una licenciatura hasta escalar a una maestría y un doctorado.
El nuevo rector tiene el gran reto de ofrecer a los estudiantes las herramientas técnicas y virtuales para que esos 170 mil alumnos vuelen tan alto, que alcancen y superen las aspiraciones de los nuevoleoneses por un futuro mejor.
El Dr. Jesús Áncer Rodríguez deja un buen legado a su sucesor: una Universidad posicionada en el número tres del ranking nacional, a pesar de contar con mucho menos presupuesto que la UNAM o la UdeG.
Ahora, las investigaciones y los resultados de esas investigaciones tienen que levantar a la UANL. Debe volver a ser el perito de la sociedad, los ojos del Gobernador Electo deben voltear a los profesionistas de la Universidad Autónoma de Nuevo León para solicitar dictámenes, opiniones y trabajos de expertos como antaño cuando la Máxima Casa de Estudios era requerida para dar su punto de vista sobre temas de interés común.
Esa es la Universidad que demanda el pueblo, comprometida con el desarrollo de su estado, analizando soluciones porque demandamos vialidades a 50 años para no ahogarnos en un mar de autos.
Nos atropellamos porque el desarrollo nos alcanzó y quienes se han sentado en las sillas del poder no alcanzaron a dar respuesta a una demanda ya superada por las condiciones de vida que nos fuimos imponiendo por no planificar.
El nuevo rector debe ser un hombre que tenga la capacidad de convocar a los hombres que piensan por la sociedad para ofrecer esquemas de desarrollo para un Estado que tiene graves problemas y pocas soluciones.
Debe aprovechar que “El Bronco” acabó con los paradigmas de que un ciudadano sin partido pudiera gobernar la entidad y atreverse a proponer lo que otros no han podido, no han querido o no los han dejado.
Un rector que no se deje arrastrar por la inercia de lo mismo, sino ser el motor de las ideas y proyectos que Nuevo León demanda con urgencia con miras a iniciar procesos de descentralización urbana para reorganizar el desorden urbanístico que nos dejan.
Se necesita que el nuevo rector nos hable de técnicas sustentables, que se dirija con propiedad para cuestionar y criticar desarrollos que impactan nuestro ambiente.
El silencio de la UANL en el desarrollo de nuestra sociedad no debe ser parte de los planes del futuro rector. Basta mirar alrededor para darse cuenta cómo están invadidas nuestras montañas con desarrollos que jamás debieron existir.
Pero un solo hombre no puede con la tarea de romper los paradigmas, el nuevo rector debe rodearse de esos investigadores y científicos que sólo lucen en los libros y publicaciones como parte de un Sistema Nacional de Investigadores.
Ahora, esos hombres ilustres e ilustrados deben ser parte de ese equipo del nuevo rector para que ilustren a la sociedad con su capacidad y conocimiento.
Los universitarios no podemos dejar de mirar a esos cientos o miles de hombres y mujeres sin trabajo que inundan nuestras calles para mendigar un centavo.
Debemos acabar con la desesperanza de estos desesperanzados: hombres y mujeres sin sueños ni ambiciones a los que no les alcanza para soñar porque ni para comer tienen.
Este ejército de universitarios necesita de un líder, de un rector que rompa los esquemas y salga a difundir que la UANL tiene proyectos y soluciones a los problemas que hoy enfrenta Nuevo León.
Se necesita de un rector que le diga al nuevo Gobernador que la UANL puede aportar mucho al desarrollo de Nuevo León: que cuenta con los ingenieros más capaces en vialidades, con los contadores más capaces en políticas fiscales, con los ingenieros más capaces en robótica, con los médicos más capaces para atender la medicina preventiva, que cuenta con químicos, biólogos, físicos, matemáticos, comunicólogos, arquitectos, abogados, los politólogos con mucha capacidad.
En suma, el futuro rector tiene en sus manos el conocimiento, debe ponerlo a disposición del pueblo a través del nuevo gobierno para enfrentar los grandes retos que dejan quienes ya se van, bajo la duda y la sospecha de heredar un gobierno maltrecho, endeudado y con poco espacio para maniobrar esta nave llamada Nuevo León.