LLas carreteras de Nuevo León se han convertido en una trampa para civiles inocentes, ajenos a una guerra entre organizaciones que se han apoderado de esta entidad que pocos años atrás era un ejemplo nacional por su próspera industria.
Pero en las últimas semanas transitar por la carretera libre o la autopista de cuota que une a Monterrey con Reynosa, de día y peor de noche, es ponerse en manos de la suerte. Como lanzar una moneda al aire. Un ruleta rusa.
El sábado 24 de abril cientos de automovilistas se quedaron varados por un enfrentamiento entre el Ejército Mexicano y civiles armados. Eran cerca de las seis de la tarde cuando la circulación fue impedida por personal de Caminos y Puentes Federales.
En el kilómetro 118, para ser exactos y según testigos, se desató un verdadero infierno, cuando un convoy de cerca de 40 camionetas circulaban rumbo a Reynosa, habiendo salido de un lugar del municipio de General Bravo.
Durante casi tres horas, los civiles afectados por el bloqueo escucharon ráfagas de ametralladoras, el estallido de granadas y, sobre sus cabezas, vieron sobrevolar los helicópteros de las fuerzas armadas en plena acción atacando y repeliendo las agresiones desde tierra.
Al día siguiente se podían ver sobre la carpeta asfáltica y en los acotamientos las huellas de la batalla: perforaciones de armas de grueso calibre sobre la carretera y en los anuncios antes de llegar a la caseta de cobro; ropa de combatientes como calcetines, calcetas y chamarras; objetos personales como cepillos de dientes y desodorantes; y casquillos de las armas que escupieron fuego.
Debajo de un puente estaban esparcidos pedazos de vehículos, entre ellos una defensa de camioneta con una placa de Nuevo León.
Es este el Nuevo León actual, donde un loco alcalde (Mauricio Fernández, de San Pedro Garza García) pone al descubierto que también en el PAN se cuecen habas, pues abiertamente dijo que tenía como informante a un miembro del Cártel de los Beltrán Leyva, alias “El chico malo”, recientemente detenido.
Un territorio donde cada esquina puede convertirse en un frente de batalla; donde la gente puede quedar atrapada en el primer frente cuando Ejército y civiles armadas se topan para medir fuerzas.
Un Estado que antes presumía estar a la vanguardia en muchos aspectos a nivel nacional, sobre todo por su industria, y ahora los industriales y sus familias han buscado refugio en Estados Unidos por tantos secuestros, extorsiones y amenazas.
Dios agarre confesados a los habitantes de Nuevo León que, sin deberla ni temerla, creen estar en una zona de guerra.
“A la buena de Dios”, decían las abuelas.