Si hay una palabra que defina el pasado de Tigres es resiliencia.
En sus 67 años de historia, el equipo de la UANL ha navegado continua y exitosamente en aguas turbulentas. Años de mediocridad, el descenso y el ascenso, las malas contrataciones, los altibajos de rendimiento y las finales perdidas o las eliminaciones angustiosas fueron la base de un doloroso, pero al final fructífero, crecimiento de los felinos en el futbol profesional.
Algunos le llaman “perfil tigre” a esa resiliencia que le ha permitido al equipo salir adelante en momentos complicados, especialmente en momentos de definición como los penales ante Pumas, el gol de Dueñas en la final navideña, el cabezazo de Meza en la final regia, la conducción y asistencia del “Chaka” Rodríguez ante LAFC en la final de Concacaf, o la remontada ante Chivas en su estadio.
Esa es la historia de Tigres, que en buena medida se escribió con una mística de sobreponerse a la adversidad, a la desventaja y en buena medida fundamentada en jugadores con mentalidad ganadora, resiliente y talentosa que llevó al equipo a una década de glorias.a
Si hay una palabra que defina el presente de Tigres es angustia.
Para el mundo Tigre, el que el equipo no esté dando los resultados que se acostumbran en lo que va de la temporada es angustioso no solo porque se han dejado ir puntos y lugares en la tabla general que ponen en riesgo pasar directo a la liguilla.
En años anteriores, tal angustia no existía, ya que se sabía que la resiliencia, el “perfil tigre”, afloraría en los momentos de caos para finalmente levantarse las cenizas como el ave fénix.
Hoy, la angustia va muy posiblemente más allá, y viene de que el tiempo no perdona y cada vez falta menos para que André Pierre Gignac se retire de las canchas, y tras él los legendarios Javier Aquino, Nahuel Guzmán, Guido Pizarro y Rafael Carioca, cerrando así un capítulo de ensueño que en el escenario ideal sería coronado con al menos un título más en la vitrina. Al irse complicando el torneo, la copa se ve lejos y las despedidas más cerca.
Otra razón para la angustia felina es la incertidumbre que se tiene en la dirección técnica. Ni Miguel Herrera, ni Diego Cocca, ni el ‘Chima’ Ruiz pudieron, supieron o se quedaron lo suficiente para reinventar al equipo que, apelando a su resiliencia, aceptaron a uno de los suyos -Robert Dante Siboldi- quien pareciera que basa su estrategia más en un “ave maría” donde alguien resuelve con talento y no desde la colectividad.
Los Tigres están viviendo hoy la angustia que genera la dolorosa transición generacional; ese periodo en el que los jóvenes todavía no cuajan y los maduros todavía rinden.
En esta etapa, Siboldi bien podría buscar desarrollar un estilo híbrido de juego, en el que se combina la estrategia y la improvisación, el descaro ansioso del joven con la serenidad y visión del veterano, los dos regulados con sabiduría, análisis y motivación desde la banca.
Desde esa transición, el técnico puede construir el nuevo estilo de los Tigres, potencializando la cantidad de talento que hoy tiene el club, y que a la salida de los veteranos seguramente irá reemplazando hasta consolidar el nuevo presente y futuro de los felinos.
Y mientras ese momento llega, no quedará otra que apelar a la resiliencia que ayude a soportar la angustia.