Quisiéramos ser optimistas y pensar que este torneo que está por arrancar será mejor que los anteriores, pero no hay nada que nos haga pensar tal cosa.
Los equipos con más poder adquisitivo intercambiaron algunas de sus barajitas, pero nada que pueda hacer a los aficionados de Rayados por ejemplo –los realistas digo, no a los que les robaron el cerebro– lanzar cohetones, globos y luces de bengala porque regresó Pizarro.
Habría que incursionar en la profundidad de los pensamientos de sus directivos para entender de dónde rayos sacaron la esperanza de que este muchacho va a venir a hacer algo más de lo poquito que ofreció hace dos años acá.
Como dijo mi compadre El Rayo: “A mí no me digas que fulanito es bueno, a mí dame cifras. Dime cuántos partidos jugó, cuántos goles marcó, cuántas asistencias dio, cuántos pases correctos de cuántos que tiró, cuantos balones recuperados en defensa… y yo te digo si es bueno”.
Luis Romo es un tipo que tiene un talento natural para jugar al fútbol, pero no quiere ser figura. Digamos que quiere, pero no puede. Una cosa es tener voz, y otra, saber cantar.
Romo es parecido a chavos como Charlie Rodríguez que pasó, contra su voluntad, a La Máquina; parecido a Sebastián Córdova, Antuna, Alexis Vega, Montes y varios más. Les faltan agallas, carácter, corazón para detonar su talento y convertirse en figuras.
Varios, por no decir todos estos, estaban con un ojo al gato y otro al representante porque supuestamente los quieren en tres o cuatro equipos europeos, pero en la vida real, no cristaliza nada.
La mediocridad del futbol mexicano provoca eso, que jugadores muy sobrevalorados, que no terminan por despuntar siguen siendo las “figuras” que todos se pelean… porque los demás están peor que ellos.
Por eso un jugador de medio pelo como Roberto Carlos Alvarado puede llegar a Chivas… y eso que es un equipo Grande.
Por eso un atacante como Camilo Sanvezzo a sus 30 y tantos sigue hallando trabajo en México.
Por eso, Sambueza, de casi 40, sigue jugando en un destacado nivel en clubes mexicanos donde ya recorrió la mitad de ellos.
Por eso un atacante como Lucas Passerini que ya cobró en cuatro equipos mexicanos y ha jugado en seis u ocho equipos, apenas lleva 43 goles en ocho años de carrera y no pueden correrlo de Cruz Azul.
Por eso no podemos esperar más que pan con lo mismo. Si van a poner los mismos ingredientes, el sabor del pastel será el mismo.
Vamos a ver a quién le toca ser campeón esta vez, de acuerdo con lo que decida la suerte, ésa que en las casas de apuestas saben manejar a la perfección.
Esperamos a verlo…