
Ados meses de que rinda protesta como gobernador de NL el primer candidato Independiente en la historia de México, la gran pregunta que flota en el ambiente es: ¿y ahora qué sigue?
Porque por lo pronto, Jaime Rodríguez Calderón, conocido como “El Bronco”, ya confirmó que acudirá el 4 de octubre a su cita con los miembros del Congreso del Estado montando su famoso y fiel “Tornado”, su cuaco Alazán; que sufrirá para no resbalar por las adoquinadas calles de la Gran Plaza, en Monterrey.
Famoso ya a nivel internacional y emulando a los grandes hombres del Norte de México que iniciaron la Revolución Mexicana, el “Bronco-Gobernador” tiene la espada desenvainada contra todo lo que tenga que ver con los partidos políticos.
Nadie puede negar que el “estado de cosas” tuvo un cambio relevante ese domingo de junio, más allá de la alternancia política que tendrán Nuevo León, Querétaro, Guerrero, Michoacán y Sonora, o de que no obstante haber ganado el Congreso Federal, el PRI gobernará ahora solamente 10 ciudades relevantes, a diferencia de las 20 anteriores.
Porque el juego verdadero ante la ciudadanía se da en los resultados que los partidos tengan en sus municipios, y no a nivel Congreso federal, en donde el desgaste y la denostación social siempre los perseguirá. Por eso es relevante que de las 907 alcaldías en juego, de un total nacional de 36.7, el PRI ganó el 47.4, pero bajó de 447 a 371.
En contraste el gran ganador que gobernará ciudades “relevantes” será el PAN al pasar de seis a 13, mientras que el PRD baja de 12 a nueve.
Tan pronto como en el 2016, los habitantes de 12 entidades federativas se aprestan a acudir a las urnas para elegir al nuevo gobernador, mientras que en el “establishment” ronda el “Bronco-Fantasma”, o lo que es lo mismo, la posible participación de los ahora famosos candidatos “Independientes”.
Independientes o no estos nuevos actores, la realidad es los partidos gobernantes mayoritarios, PAN, PRI, PRD y ahora Morena, no atinan aún a entender qué pasó en Nuevo León, en donde un candidato que meses antes no registraba ni el 3 por ciento de intención del voto, terminó arrollando a la partidocracia norestense.
Es un hecho que muchos gobernantes confundieron de manera muy ventajosa la palabra “coordinación entre partidos y gobiernos”, con la palabra “complicidad….”, y los ciudadanos al confirmar que se terminaba la competencia real entre partidos para sentarse a tomar café, terminaron por hartarse y buscar terceras vías.
Lo que pasó en Nuevo León, ¿pasará en el 2016 en Aguascalientes, Puebla, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Zacatecas, Veracruz, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala o Quintana Roo?
¿O será solamente un gobernador independiente entre 32? Resulta aventurado vaticinarlo; aunque en algunos estados como Coahuila, ya existen empresarios que se aventaron al ruedo a desafiar a gobernadores y partidos dominantes, mientras que en Tamaulipas, otros están deshojando la margarita, y en Quintana Roo, más de un alcalde buscar darle las gracias al gobernador Roberto Borge, para irse por la libre.
Con los resultados tan distintos, queda confirmado que México es una nación muy dispersa en la que cohabitan “varios Méxicos”, por lo que no siempre las opiniones van de la mano con las actitudes y comportamientos de los ciudadanos.
Las elecciones intermedias nos confirmaron que a la gente no le agrada que los partidos confundan “coordinación con complicidad”, odian que las cosas se hagan en lo “oscurito” y siguen esperando la llegada de verdaderos líderes que hagan a un lado la partidocracia.
Las ahora famosas redes sociales y los candidatos independientes confirman la llegada, poco tardía, del Siglo XXI en la vida política nacional, todo listo para el 2018; ¿será Enrique Peña Nieto el último Presidente de México perteneciente a un partido político?
¿Y ahora qué sigue?