En la crisis de seguridad que se vive en el país, las redes sociales cumplen un papel muy importante pues es a través de ellas los usuarios se mantienen informados sobre bloqueos, ataques y/o balaceras ¿pero qué tan confiables son?, ¿podrían los usuarios reconocer rumores de información oficial?
Y es que en las redes sociales existen un sinnúmero de usuarios que aprovechan algunas de las fallas de seguridad para adueñarse de otras cuentas y difundir rumores o bien crean cuentas espejo de líderes de opinión, servidores y representantes públicos para desacreditar o retransmitir mensajes que sólo confunden.
Pero también hay sucesos reales que alertan sobre los posibles riesgos que puede tener la población y de paso ponen en evidencia la falta de control de algunas autoridades.
¿Quién no recuerda el trágico suceso en el Tecnológico de Monterrey cuando dos estudiantes fueron “confundidos” por sicarios?; mientras que en otra área del campus un estudiante narraba vía twitter lo que estaba sucediendo y pedía a sus demás compañeros que tomaran las precauciones necesarias.
O el caso más reciente en Veracruz, donde dos tuiteros fueron acusados de presuntos delitos de terrorismo equiparado y sabotaje, después de que el 25 de agosto difundieran información falsa a través de la red social twitter sobre balaceras y violencia en la entidad.
La censura contra los tuiteros y usuarios de las redes sociales queda de manifiesto en la reforma al código penal del Estado de Veracruz, que le da una nueva connotación a la “alteración del orden público”, es decir la reforma aplica tanto a redes sociales como a medios de comunicación, páginas electrónicas de noticias y todo aquel contenido electrónico, que según dicho Estado altere la normalidad de la vida de los ciudadanos.
Las sanciones a la violación de esta reforma comprenden 1 a 5 años de prisión y van desde 500 a mil salarios mínimos.
Según el Gobierno de Veracruz debe legislarse en esta materia para proteger valores esenciales de la sociedad, como la paz y la tranquilidad pública, que se ven amenazadas por quienes divulgan de manera irresponsable rumores infundados que causan zozobra y movilizaciones.
Y en ese sentido estamos de acuerdo, pero ¿qué pasaría si se empezara a censurar o perseguir a un usuario que se mofó o hizo alguna crítica de la falta cultura de algunos políticos o algún programa de gobierno?
También podríamos implorar a la autocensura de los usuarios, que ya está siendo utilizada, por algunos que se dicen expertos, para proteger más que otra cosa sus intereses y cuidar su perfil de tuitero.
Pero más allá de la autocensura está el anonimato, aunque para muchos esto es casi imposible porque en internet, más temprano que tarde todo se sabe. Sin embargo existe un proyecto que ofrece un anonimato absoluto a los usuarios.
El nombre del proyecto es Tor, que significa The Onion Router (El enrutador de la cebolla) y es una plataforma que ofrece un canal a los cibernautas que quieren dirigir sus comunicaciones en internet de forma anónima.
Imagínese lo que pudiera pasar si los usuarios deciden utilizar dicha plataforma y puedan comunicarse a través de capas secretas. Sin duda no habría ni censura, ni reglas que los pudieran controlar.
En definitiva antes de regular o castigar lo que escriben los usuarios en las redes sociales, lo mejor sería educar sobre los abusos y peligros que nos ofrecen las tecnología de la información.
Hasta la próxima. v