
Las cifras de feminicidios cometidos en México realmente son alarmantes, pero no para políticos y gobiernos. Las estadísticas no mienten, desde hace 10 años cada cuatro horas ocurre un crimen en el que la víctima es una mujer. En esta última década, el INEGI informa que han ocurrido 22 mil 482 feminicidios. Hay niñas, jóvenes y mujeres de todas las edades. En 10 años los gobiernos de los tres niveles no han hecho gran cosa. Urgen políticas públicas que ayuden a las parejas a entenderse mejor. Los presupuestos son para aplicarse en estudios e investigaciones que permitan encontrar soluciones, no sólo para gastarlo en fastuosas comilitonas, viajes o gastos superfluos.
Hace tiempo que no escucho una opinión o el lanzamiento de un programa orientado a bajar los índices de delitos cometidos contra las mujeres. Son tiempos en que los ciudadanos están más atentos a los actos de los políticos.
Es alarmante lo que ocurre, pero no hay que ir a buscar muy lejos. Los delincuentes están en casa. Son los papás, los novios o la pareja los que atacan y matan a mansalva. El problema es de fondo, son conductas las que hay que abordar. No se trata de delincuentes comunes que van por la calle buscando a quién matan. En la mayoría de los casos los criminales están plenamente identificados. Vaya, no se les ocurre nada a quienes están “dedicados” al 100 a prevenir este tipo de delitos. ¿Para qué sirven los DIF, los institutos de la mujer y hasta los institutos de jóvenes? En todas las instancias de atención a hombres y mujeres debe haber una política de prevención. Yo creo que hasta desarrollando una app que pudiera servir de herramienta preventiva, pedir a los hijos que la tengan y que la usen cuando vean que sus papás se agreden, sobre todo cuando observen que los niveles de agresión van escalando a límites de desesperación.
¡Hagan algo! Los señores del gobierno deben aplicarse en corregir ciertas conductas a través de las diversas instancias que hoy se mantienen con los presupuestos gubernamentales. Hace falta creatividad en las oficinas del gobierno y hasta en dependencias del sector privado.
Les comparto una experiencia que pusimos en práctica en los CONALEP NL. Le propuse al director general, Roel Guajardo Cantú, llevar a cabo una serie de charlas a estudiantes y papás de la comunidad CONALEP. Las conferencias tienen como objetivo que los muchachos concluyan sus estudios de técnico profesional y que los papás modifiquen sus hábitos para ayudar a sus hijos a terminar su carrera.
La experiencia de convivir con alumnos de los distintos planteles en el semestre agosto-diciembre de 2017 fue increíble, porque muchos aprendieron a elaborar su propio plan de vida motivados por las charlas que recibieron. La respuesta de los papás fue increíble, porque muchos no pensaban que cambiando algunos hábitos podrían modificar la conducta de sus hijos. Salieron motivados.
¿Cuánto recurso se invirtió? Nada. Todo fue con capacitadores de CONALEP, a través de su sistema de preceptores y de los capacitadores que acudimos a presentar este programa.
Mucho de esto se puede hacer en otras instituciones de gobierno, lo que falta es creatividad y voluntad. No todo está resuelto ni está concluido, pero muchos de los jóvenes estudian con otra actitud, un buen porcentaje ahora tienen mentalidad triunfadora.
En las charlas se toca el tema del respeto a sus compañeras, porque intelectualmente tienen la misma capacidad, pero físicamente, los muchachos siempre van a ser más fuertes que las chicas.
Señores de los partidos y políticos que andan en busca de un nuevo cargo, en sus oficinas pueden encontrar respuestas y soluciones a esta problemática en la que deben de involucrarse para bajar estos crímenes que dejan graves lesiones en los hijos que quedan huérfanos de madre.
Ojalá hagan algo, por lo pronto habrá que nombrar a la directora del Instituto Estatal de la Mujer para que se pongan a jalar, que se ocupa.