El pasado 17 de septiembre cumplí 38 años en el periodismo y no sé por dónde empezar para enumerar por qué estoy tan satisfecho en haber elegido esta carrera profesional en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL.
He transitado limpio desde que empecé como reportero en el periódico El Porvenir en 1984, a alcanzar el nivel de periodista en casi cuatro décadas.
Satisfecho también de mis primeras encomiendas como enviado especial, a ser corresponsal internacional en Italia en pocos años (1985 a 1991).
Satisfecho de cubrir dos Mundiales de Futbol, México 86 e Italia 90, de acudir a un Campeonato Mundial de Natación, un Iberoamericano de Atletismo, dos veces a la Fórmula 1 y reportear los Panamericanos de La Habana en 1991.
De escribir miles de notas, crónicas, entrevistas y reportajes, a plasmar en un libro mi experiencia en la guerra de la ex Yugoslavia en 1993 y 1994.
De recibir diplomas por charlas y conferencias, al Premio a la Excelencia Profesional de la UANL, el internacional Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) para Hora Cero y un Doctor Honoris Causa.
De presentar documentales como director y productor ejecutivo en universidades de México, a exhibirlos en la prestigiada Columbia University de Nueva York, en la Universidad Metodista del Sur de Dallas y en Venezuela.
De editar notas de mis reporteros, a ser jurado del Premio Nacional de Periodismo; de hacer historias humanas con sentido social, a apoyar causas de quienes necesitan y exigen justicia.
De empezar haciendo encuestas para Hora Cero en 1998, a fundar en 2015 una empresa encuestadora, por cierto, bastante certera y con reconocimiento en el ámbito político.
De ser alumno en mi facultad, a atreverme a ser maestro; de ser un egresado de periodismo, a honrar, no olvidar y frecuentar a mis grandes maestros como Silvino Jaramillo y José Luis Esquivel.
De aportar mi conocimiento para fundar un periódico en Reynosa (febrero 1998) que llegará a un cuarto de siglo, a abrir una franquicia como Hora Cero Nuevo León que cumplirá 18 años en marzo próximo.
De sumar nuevos amigos en estos 38 años, a ver irse a otros que me causaron lágrimas y profunda tristeza.
Podría enumerar muchas más satisfacciones profesionales que el periodismo me ha dado, pero terminaré con la siguiente que sucedió en 1990:
Ese año se llevó a cabo el Mundial de Italia sin la participación de México, castigado por la FIFA por el caso de los cachirules.
Tenía 26 años de edad y era el jefe de deportes del extinto Diario de Monterrey (hoy Milenio).
Un día redacté un proyecto de cobertura que uniría por vez primera en un evento internacional de esa envergadura a radio, prensa y televisión del poderoso Grupo Multimedios.
Ante el primer rechazo del entonces director editorial, Jorge Villegas, me sugirieron llevárselo directamente a don Francisco González, quien no tuvo dudas en aprobarlo.
Las semanas y meses siguientes fueron de juntas de planeación; de grabar programas para televisión y estar en vivo en radio. También hubo días de alegrías y tristezas, pero todo fue viento en popa.
A fines de mayo de 1990, con acreditación de la FIFA para cubrir el Mundial, viajé a Roma acompañado de Gustavo Moriconi, el portero activo de Rayados de Monterrey, contratado por Multimedios como analista.
Cuarenta días después, con 24 partidos cubiertos personalmente en las ciudades sedes, volvimos a Monterrey y me enteré por don Enrique Gómez Junco, entonces director comercial de Multimedios, que la cobertura había generado 400 millones de viejos pesos de ingresos por publicidad, y nuestros gastos fueron de 100 millones.
Siempre estaré agradecido con don Francisco González por la confianza que me dio. Seguro no le fallé, al contrario.
¿Y qué me falta en lo profesional? Quizá cubrir unos Juegos Olímpicos. Y París 2024 podría cerrar ese círculo.
Gracias a Dios, por tanto.
twitter: @hhjimenez