
Hace casi dos meses de que se empezaron a tomar las primeras medidas de confinamiento, el Covid-19 estaba todavía muy lejos de México. En China, a cientos de miles de kilómetros, mientras que en Europa la suma de muertos por decenas empezaba con números que preocupaban a la mayoría de los gobiernos.
En Inglaterra, el primer ministro Boris Johnson fue duramente criticado cuando antes de la pesadilla que vive llamó a la población a la prudencia y la paciencia. A la fecha Reino Unido es, después de Estados Unidos, el segundo territorio con mayor número de muertos: más de 32 mil.
Tanta fue la irresponsabilidad en esa potencia del mundo que el anciano papá de Johnson mandó un mensaje equivocado a la población, al asistir a un bar para tomarse una cerveza y declarar que el Coronavirus era una mentira.
En ese mismo tono de minimizar la pandemia se comportó Donald Trump, líder del país vecino en el cual los fallecidos superan los 80 mil, teniendo el epicentro de los contagios Nueva York y su zona metropolitana, y donde el gobernador y el alcalde mandaron los mensajes equivocados de la Casa Blanca.
En estos días, cuando en China volvieron a la casi total normalidad y los muertos diarios se cuentan con los dedos de una mano, y en Italia y España pasaron de la Fase 3 a la casi cero, me obligo a hacer memoria de algunas medidas erróneas que se tomaron en México.
Pero ya no quiero hablar de Andrés Manuel López Obrador y sus amuletos para que los mexicanos enfrentáramos el Covid-19; de sus giras, sus abrazos, sus besos y el desafortunado encuentro con la mamá del “Chapo” Guzmán en Sinaloa a finales de marzo. Ya no, por salud mental.
Creo que la atención y preocupación debe estar centrada en el agravamiento de la situación en la CDMX y el Estado de México, donde el lunes 11 de mayo la noticia fue que los hornos crematorios están al tope. Hecho que me recuerda la caravana de vehículos militares en el norte de Italia llevando los cuerpos a incinerar porque ya no había cupo en los cementerios.
El centro de México, incluyendo Puebla, va que vuela para convertirse en la Lombardía italiana; en la Nueva York estadounidense, y ya no se diga en la Wuhan china donde la pandemia empezó y pasó, dejando apenas 4 mil 600 decesos, infinitamente menos que los registrados en otros países.
México rebasará los muertos de China en los próximos días y será noticia mundial. Y cuando eso suceda cuestionaremos declaraciones y medidas tardías y reprobables de nuestros gobernantes.
Como la no cancelación de un inmenso foco de infección que fue el Vive Latino, con decenas de miles de capitalinos que asistieron un fin de semana a un festival musical en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Eso fue el 14 y 15 de marzo por grave omisión y culpa de la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum Pardo.
En cambio en Nuevo León, ante la presión de ciudadanos, organismos sociales y políticos expresados en medios tradicionales y redes sociales, el gobernador Jaime Rodríguez Calderón suspendió un evento espejo: el Pa’l Norte, que se llevaría a cabo en el Parque Fundidora el 20 y 21 de marzo.
Ese mismo centro recreativo convertido en un pulmón de Monterrey cerró el 16 de marzo, además de otros lugares turísticos como la Cola de Caballo y la Presa La Boca, mientras que hasta el 1 de abril la Sheinbaum Pardo se atrevió a cerrar los paseos capitalinos, entre ellos el Bosque de Chapultepec. Grandísimo error.
Hace días escuché de Roberto Sánchez, director comercial de Hora Cero, amigo y padrino de mi hijo mayor, una frase que me hizo reflexionar: “México tuvo la gran oportunidad de ver al futuro después de lo que estaba pasando en Europa y Estados Unidos con el Coronavirus. Y cometió los mismos o peores errores”.
Ha sido uno de los apuntes más certeros que he escuchado estas semanas en un país polarizado entre los a favor y los en contra de López Obrador y su gabinete ampliado o reducido al de Salud.
Días donde la prensa internacional, entre ellos The New York Times, The Wall Street Journal y El País de España, publicaron que México esconde las verdaderas cifras de muertos. Sospecha que respaldaron ex secretarios de Salud.
¿Será verdad o mentira? No sé, el tiempo lo dirá. Sin embargo, como ha pasado en otros acontecimientos que nos han marcado a los mexicanos, el Covid-19 dejará las mismas dudas de fallecidos que venimos cargando desde el 2 de octubre de 1968 y el terremoto de 1985.
Con la diferencia de que en 1968 y 1985 no tuvimos la oportunidad de mirar al futuro. Y en 2020 sí.
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