Rodrigo Medina de la Cruz se impuso para designar a Ivonne Álvarez García como candidata del PRI a la gubernatura de Nuevo León, pero jamás imaginó que por el tufo de corrupción que impregna a su familia, padre y hermanos, pudiera pasar a la historia como el único responsable de una posible catástrofe tricolor.
Al ejecutivo estatal, quien en 2009 llegó a ser candidato de chiripa porque no tenía los méritos suficientes, un grupo de poderosos empresarios le dieron la espalda cuando comenzó su administración y desde hace dos años apoyan a Jaime Rodríguez Calderón en un proyecto político para vencer al PRI y PAN juntos.
Álvarez García es la menos culpable de que la ventaja que llevaba a “El Bronco” en las encuestas no garantizan su victoria el 7 de junio próximo, porque una vez que empezó la campaña hace casi dos meses los electores repudian a los apellidos Medina de la Cruz.
La senadora con licencia es la mejor carta que el PRI nacional pudo escoger para participar en los comicios, porque de haber sido Marcela Guerra, Ildefonso Guajardo, Cristina Díaz y Héctor Gutiérrez de la Garza, sólo por citar algunos, el escenario estuviera peor de complicado.
En este sexenio Medina de la Cruz dejó a su papá meter las manos en la asignación de contratos y obra pública llevándose grandes tajadas de dinero; Humberto Medina Ainslie, según reportajes aparecidos en la prensa, borró de la lista a proveedores que en esta campaña están tomando revancha.
El caso documentado de los ejidatarios engañados del municipio de Mina, donde el padre y hermanos del gobernador se hicieron pasar como “campesinos” para comprar tierras estratégicamente ubicadas, fue otra prueba de la corrupción del PRI en Nuevo León, confirmándose el tráfico de influencias y la insaciable voracidad.
Pero esa cosa no es aislada. En esta gestión, periódicos como Hora Cero, El Norte y El Horizonte han publicado la rapiña de personajes cercanos a Medina de la Cruz, entre ellos el alcalde de Guadalupe César Garza Villarreal, así como del cetemista-panista de Juárez Rodolfo Ambriz.
En este sexenio y en administraciones municipales priistas, la aparición de empresas fantasmas con falsos propietarios ha sido el pan de cada día: millones y millones de pesos fueron extraídos de la Tesorería del Estado, de Guadalupe y Juárez, en perjuicio de la población neolonesa.
Por eso es entendible cómo en las encuestas, los mismos simpatizantes del PRI están cambiando su intención de voto por otros candidatos, algo que Medina de la Cruz no imaginó tener en sus peores pesadillas.
Los electores le cobrarán la factura al gobernador, por eso Álvarez García no tiene el suficiente oxígeno para contrarrestar a “El Bronco” que hace soñar a los neoloneses de que el bipartidismo puede llegar a su fin.
El 7 de junio habría un voto de castigo para Medina de la Cruz, no para la candidata, porque llegarán a la mente sus viajes privados a Disney, la Isla del Padre y McAllen cuando la entidad era azotada por el crimen organizado.
Ha sido un grave error olvidar que en 1997 y 2003 se votó por la alternancia. Primero para darle la oportunidad al PAN con Fernando Canales Clariond que, decepcionado el electorado, rápido regresó al PRI al Palacio de Cantera.
Y que en 2012 en Nuevo León no ganó Enrique Peña Nieto sino Josefina Vázquez Mota, donde en territorios priistas como Apodaca hubo voto diferenciado o cruzado.
Este Estado maduró primero que otros y su población tiene muchos defectos, menos la cara… que el papá de Medina de la Cruz y los alcaldes de Guadalupe y Juárez hayan incrementado desmesuradamente su riqueza en seis años, eso seguramente no se perdonará el 7 de junio.
A cinco semanas de la elección, cuando Hora Cero esté en circulación, en la encuesta se verá la realidad: de un candidato independiente a la alza y el desplome o estancamiento de los otros dos.
Y Álvarez García será la menos culpable. Lástima, porque la candidata nació dentro de una familia de clase media-baja que se fue abriendo camino en base a trabajo y aprovechando las oportunidades.
De niña trabajó en un “pulga” para darse gusto ahorrando. Estudió en escuelas públicas y en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Como alcaldesa de Guadalupe se puso las botas y entre el lodo ayudó a las familias afectadas por el huracán Álex.
Y en el tema de inseguridad, de 2009 y 2012 y antes de pedir licencia para competir por un escaño en el Senado, trabajó y vivió con su familia las amenazas de grupos armados que habían tomado Guadalupe para sus actividades ilícitas.
Eso mientras Medina de la Cruz se la pasaba gozando del sol en la Isla del Padre y San Antonio, contrastando con la población de Nuevo León y sus alcaldes -como Álvarez García y “El Bronco”– que arriesgaban el pellejo para devolverle la paz a sus habitantes.
Quién se lo iba a imaginar, que Medina de la Cruz iba a ser la piedra del Pípila para la candidata de la Alianza por tu Seguridad, cuando el plan era todo lo contrario: que la Fuerza Civil y los supuestos bajos índices de inseguridad ayudarían a Álvarez García.
Y ni qué decir de la descomunal deuda del Estado, tan descomunal como el enriquecimiento inexplicable de funcionarios cercanos al gobernador.
En cuanto a los candidatos del PRI a las alcaldías parece que no habrá sorpresas para Adrián de la Garza, Francisco Cienfuegos, Carlos Barona, Heriberto Treviño, Óscar Cantú y Clara Luz Flores, pero mucho les ayudará -si están pensando en jugar en 2021- irse deslindando del gobernador y de su papá.
Porque los neoloneses están demostrando que sí tienen memoria y, todavía peor: que castigan.