
Aveces pienso ser inmensamente ratero; estar en nóminas secretas de alcaldes o gobernadores; recibir depósitos en tarjetas como embutes; ser proveedor con prestanombres; ser dizque asesor de políticos y mamar de esa ubre; ir por sobres con efectivo a dependencias; poner a moche a proveedores; inventar un servicio, no darlo y cobrar mucho dinero; tener una caja chica y quedarme con la mayor parte del botín; tener fincas, condominios, terrenos, casas e hinchadas la cuentas bancarias. Y cuando quiero serlo me despierto y pongo fin a esa pesadilla. Porque no podría ver a la cara a mis hijos. Soy un periodista quizá fuera de la moda corrupta, pero convencido que esa no es la vida que mis padres me enseñaron vivir. Me moriría de vergüenza.