Divide y vencerás. Esta parece ser la consigna que el alcalde de San Pedro, Ugo Ruiz, ha aplicado para enturbiar el proceso interno del Partido Acción Nacional para elegir al candidato o candidata que contenderá en pos de la gubernatura de Nuevo León.
Pese a tener las encuestas de popularidad en contra de sus aspiraciones, el munícipe insiste en ser el candidato y rechazaría la propuesta del Comité Ejecutivo Nacional para contender por la diputación federal del distrito que abarca San Pedro y Santa Catarina, con una victoria anticipada desde ¡ya!
La duda es ¿por qué Ruiz cambió de actitud apenas hace un mes, cuando antes aceptaba e, incluso, avalaba la casi casi segura postulación de la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, para ser la candidata a gobernadora?
La actitud de reventador, como le llaman ya en círculos panistas al alcalde sampetrino, sólo beneficia al PRI que capitaliza y fomenta una campaña de sospechosismo e intrigas sobre la calidad moral y hasta legal de Arellanes para ser postulada a la primera magistratura del Estado.
Y si Ruiz no es, ni Margarita tampoco, el CEN del PAN tendrá que resolver a favor de un tercero en discordia. Y pues como se dice: “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”.
En las últimas semanas las negociaciones internas en el PAN se han puesto no complicadas, sino complicadísimas para Arellanes, quien siente que a la silla donde estaba sentada en la llamada “Mesa Nuevo León” le falta una pata y se tambalea.
Por eso se explica que si exaltado, el alcalde de San Pedro haya tapizado de panorámicos la zona metropolitana externado sus aspiraciones a contender por la candidatura albiazul a gobernador.
Pero siendo honestos: ¿quién es Ugo Ruiz? Era un burócrata en la pasada gestión municipal de Mauricio Fernández, más gris que un cielo de invierno. No hay duda que el poder enloquece a muchos. Pero seguramente alguien está moviendo los hilos del títere.
Al menos Arellanes tuvo en sus manos la delegación estatal de la Secretaría de Desarrollo Social en Nuevo León, entre otras encomiendas de menor importancia, pero fogueándose para cuando vinieran los grande retos. Su hermana, Fany, era la más conocida de las hermanas.
Pero volviendo, en la “Mesa Nuevo León” está creciendo como bola de nieve el enredo que hay para definir métodos para la selección del candidato a gobernador y las principales alcaldías.
Por eso mismo no hay que descartar que Fernández resucite y dé marcha atrás en su anuncio de no aspirar a la grande, o bien si hay una elección interna, los panistas vean con buenos ojos el currículum de Felipe de Jesús Cantú, ex alcalde de Monterrey y ex diputado local y federal que va en caballo de hacienda para disputar la alcaldía regia.
Cierto es que Arellanes no duerme tranquila desde que rompió como Ruiz y solamente se quedó con el apoyo del alcalde de Santa Catarina, Víctor Pérez Diaz, con quienes formaba la llamada “División del Norte”, contrapeso de la “Santísima Trinidad” encabezada por Fernando Larrazábal, Raúl Gracia y Seferino Salgado, entre otros.
Donde se está complicando el tema de sacar un candidato de unidad en el PAN es en Santa Catrina, ya que el contralor Héctor Castillo corría a gran velocidad en cuatro ruedas empujado por el edil, sin embargo en el Comité Estratégico de Elecciones del CEN del PAN están analizando abrir la contienda interna.
Y en este escenario no se descarta que entre el ex alcalde Dionisio Herrera Duque, compadre de Pérez Diaz, sea el aspirante incómodo, aunque podría ser conformado disputando una diputación federal o local, una vez que encuestas del PAN y de medios de comunicación lo subieron a ring y fue tomado en cuenta por Jorge Villalobos, responsable de palomear a los que participarán.
Pruebas de fuego son las que deberán de salvar en la Comisión Estatal Electoral (CEE) el consejero presidente Mario Alberto Garza Castillo, así como los consejeros Miriam Guadalupe Hinojosa Dieck, Sara Lozano Alamilla, Claudia Patricia de la Garza Ramos, Sofía Velasco Becerra, Javier Garza y Garza y Gilberto Pablo De Hoyos Koloffon.
Todo el “dream team” que se encargará de organizar y ratificar los resultados electorales de las elecciones del domingo 7 de junio de 2015, están siendo cuestionados por sus vínculos con el PRI y el PAN, por lo cual deberán demostrar su imparcialidad con acciones, no con saliva.
Los nuevos integrantes del organismo tendrán tarea doble este mes de noviembre, ya que por un lado deberán de sacar adelante la elección de los integrantes de las 51 comisiones municipales electoral y las 26 comisiones distritales, y su proyecto de presupuesto de egresos para los comicios del próximo año.
La integración de las comisiones municipales está fijada para el 30 de noviembre, cuando tomen protesta los consejeros ciudadanos y, según las críticas de partidos como el PRD y PT, están siendo postulados maestros, abogados y ex empleados municipales ligados al tricolor y al panismo. Así que, pues, la tarea es ardua y las críticas estarán al por mayor.
Quien controla la información controla el poder, esa es una de las premisas de manual de Nicolás Maquiavelo, el estratega asesor que hace más de 300 años escribió “El Príncipe”, obra que ha sido aplicada por miles de políticos en el mundo desde su aparición.
Y pues sin duda ésta será el sustento que motive la inminente designación del nuevo Auditor Superior por los diputados del Congreso de Nuevo León.
Hasta hace unos meses, con el PAN controlando el Poder Legislativo, los albiazules tenían acceso a la información que les permitía tirar golpes políticos y mediáticos a la administración del gobernador Rodrigo Medina de la Cruz, las dependencias estatales y los alcaldes priistas.
Pero ahora, que la Comisión de Coordinación y Régimen Interno es controlada por el PRI y tiene la mayoría de votos con el apoyo de los diputados independientes Luis David Ortiz Salinas y Jesús Eduardo Cedillo Contreras, más los que se sumen del Panal, el designar a un auditor favorable al tricolor será un juego de niños, bueno, de curuleros.
Lo malo de todo es que la información del manejo financiero de los municipios panistas, sin duda, será usada en pleno proceso electoral como golpeteo político. Si no pa’l baile vamos.