Para el relevo de la gubernatura de Nuevo León en 2015, el engallado Partido Acción Nacional tiene dos prospectos que estarán en la vitrina en los próximos 24 meses: una es la alcaldesa electa de Monterrey, Margarita Arellanes, mientras que el otro es el inquieto Mauricio Fernández, quien el 31 de octubre próximo dejará su puesto como alcalde de San Pedro Garza García.
El resto de los albiazules se dedicará a hacer equipo o rivalizar con o contra Margarita y Mauricio, la primera integrante de la nueva cúpula y un nuevo rostro en su partido, y el segundo del viejo grupo que picó piedra por muchos años para que Acción Nacional se convirtiera en un organismo político de respeto y confiable para gobernar en el Estado, aunque esa confianza sólo duró seis años cuando Fernando Canales Clariond decepcionó a la población.
Margarita no sólo retuvo la alcaldía de la capital regia, sino que supo sumar los votos para el PAN ante el escándalo de corrupción que involucró a Fernando Larrazábal Bretón, por lo cual los electores de su distrito lo castigaron hasta sacarlo de la carrera sucesoria, aunque ganado en las urnas su escaño en el Congreso de la Unión apenas con un montón de votos (500).
Hasta antes del 1 de julio pasado, aún cuando parecía que las pruebas incriminatorias de que Jonás Larrazábal Bretón extorsionaba a dueños de casinos, todo indicaba que su hermano candidato iba a ser perdonado por los regiomontanos que acudirían a las urnas en el Distrito 10. Pero sucedió todo lo contrario: Josefina Vázquez Mota y los diputados locales del PAN que forman ese distrito ganaron ampliamente, no así el ex alcalde de Monterrey.
En automático, Fernando Larrazábal Bretón dejó de ser la opción más fuerte del PAN en su intento por recuperar la gubernatura de Nuevo León en 2015. Y el tiempo les dará la razón a los mismos panistas que lo ven como un globo desinflado fuera de la jugada. Y hasta agradecen que haya ganado para que se entretenga en la capital del país calentando una curul legislativa.
Los dirigentes de Acción Nacional no pondrían en riesgo la viable posibilidad de que uno de los suyos vuelva a ser gobernador, y una de las personas que intervendrá en esa decisión, cuando las manecillas del reloj lo marquen, será la misma Vázquez Mota, quien después de perder la presidencia de la República asumió la coordinación de Acción Política de su partido.
El ex alcalde de Monterrey no apoyaba a Vázquez Mota en la contienda interna, sino a Ernesto Cordero Arroyo. Y seguramente a la señora nunca se le olvidará. Claro, luego todos se treparon al barco, no hubo traiciones y velaron armas porque el objetivo era derrotar a Enrique Peña Nieto y a Andrés Manuel López Obrador. Y al final ni a uno ni al otro. La panista se fue hasta tercer lugar, aunque ganó en Nuevo León.
Si de tomar revanchas se trata en el PAN cantan muy bien las rancheras. Y luego que el 1 de julio Larrazábal Bretón confirmó que ya no es garantía de triunfo, entonces Margarita tiene la mesa servida para catapultarse, convencer hacia el interior de su partido y coquetear hacia afuera, para llegar a ser el segundo militante en la historia de su partido que gane una elección para gobernador.
Sin embargo deberá estar consciente que la silla de Monterrey está embrujada y ha sido la tumba de los últimos alcaldes, sean del PAN o del PRI: Felipe de Jesús Cantú quiso ser candidato al Senado este 2012 pero no pudo; Ricardo Canavati Tafich salió con la cola entre las patas; no se diga Adalberto Madero Quiroga, con la etiqueta de corrupto, y Fernando Larrazábal Bretón, cuya historia ya está escrita.
Margarita, a quien muy pocos regiomontanos conocían (era más popular su hermana Fanny), tuvo de aliado un gobierno federal que le puso en charola de plata la delegación estatal de la Secretaría de Desarrollo Social, desde donde pudo darse a conocer ante los electores a través de los diferentes programas. Esa ventana la hizo recorrer la zona metropolitana y los municipios rurales, bien para un proyecto político como ser futura gobernadora.
También a su favor juega que derrotó holgadamente a Felipe Enríquez, compadre de Peña Nieto, con una carrera en ascenso dentro del PRI y con fama de buen operador electoral, pero con serias dudas sobre cómo se hizo multimillonario.
Sin olvidar la cercanía de Enríquez con Mario Villanueva, el ex gobernador de Quintana Roo, mismo que aceptó recientemente haber lavado dinero para grupos criminales. Esto último fue determinante para que el tricolor fuera repudiado por los electores de Monterrey y ganara Margarita.
Una de las principales interrogantes sobre ella, que incluso podrían afectarle dentro de su mismo partido, es cuánto juego le dará a Larrazábal Bretón y a su equipo, pues se menciona que es la mano del ex alcalde regio la que mecerá la cuna cuando el 31 de octubre jure como futura alcaldesa de la capital.
Ella misma sabe que la casi derrota de Larrazábal Bretón el 1 de julio la colocó como puntera para que su partido pueda designarla candidata a la gubernatura en menos de tres años, teniendo como su principal contrincante a Mauricio Fernández Garza, quien por segunda ocasión aspirará tras su escandalosa derrota en 2003 contra Natividad González Parás.
Pero bueno, el millonario empresario-político tiene a su favor que presume tener el municipio blindado de la zona metropolitana, aunque desagraciadamente no comparten ese logro los dueños del periódico El Norte tras el atentado contra el edificio de la edición Sierra Madre.
En los últimos tres años Mauricio se convirtió en uno de los panistas más mediáticos y ha llamado la atención de las dos grandes televisoras nacionales, pues regularmente aparece en sus noticieros. Y no con espacios pagados con el erario o con dinero sacado de su cartera, sino por sus acciones en contra de los grupos de la delincuencia organizada.
Pero si de candidatos duros que el electorado escupe, el ejemplo de derrota más cercano es Felipe Enríquez, cuya campaña basó precisamente en venderse como tal. Y contra Mauricio también jugaría que es considerado una persona que abre fácilmente la boca contra los mismos jerarcas del PAN, y públicas han sido otras situaciones personales y familiares.
Sobre otros militantes del PAN que pudieran contender contra Margarita y Mauricio, los resultados del 1 de julio sepultaron sus aspiraciones, como es el caso de Felipe de Jesús Cantú, quien tras dejar la alcaldía de Monterrey se dedicó a la grilla en la Ciudad de México, además de ocupar puestos federales y diputado federal.
El tiempo cobró su factura a otros distinguidos militantes de Acción Nacional, sobre todo de la vieja cúpula. Ya son simples recuerdos y su influencia en el Comité Ejecutivo Nacional cada vez es menos. Ahora han llegado al relevo caras nuevas, sobre todo enjabonadas.
No hay que perder de vista al alcalde de Santa Catarina, Víctor Pérez, quien en tres años y en caso de encabezar una eficiente administración, estaría listo para una diputación federal, pero sería de más ayuda para las aspiraciones de Margarita Arellanes y dentro de su gabinete. Ya verán.
Twitter: @hhjimenez