De manera mañosa, sospechosa y de mala leche, el 8 de junio el periódico Milenio –que durante las campañas en Nuevo León manipuló a su antojo sus encuestas- publicó que Felipe Enríquez, candidato del PRI-Verde a la alcaldía de Monterrey, sacaba una ventaja de 29 puntos a Margarita Arellanes, del PAN.
Trece días después, el 21, había sucedido un ¡verdadero fenómeno estadístico! cuando, según Milenio, Enríquez bajó 14 puntos y Arellanes subió 17, declarándoles empatados con 42. Y cuando escribo que eso sucedió en apenas 13 días no crean que es un error de dedo. Sólo en 13 días sucedió eso que parecía un milagro.
Y para colmo, en la portada de Milenio del 21 de junio, el diario tituló como nota principal que Enríquez aventajaba con 29 puntos a Arellanes, cuando en sus números fantasiosos eran 27.
No es lo mismo que un equipo de personas salgan a las calles a realizar un sondeo de opinión y se equivoquen, al fin y al cabo somos de carne y hueso, que hacer una encuesta en un escritorio, inventar porcentajes y ponerle precio. Eso no tiene nombre, bueno sí, sí tiene: se llama deshonestidad.
Ya no quiero gastar más espacio sobre la actuación de Milenio con sus encuestas de la apestada empresa GEA-ISA, pero no quiero dejar pasar otro de sus monumentales errores: Santa Catarina, al publicar que la candidata del PRI, Irma Adriana Garza, sacaba 27 puntos de ventaja al panista Víctor Pérez.
En Facebook escribí a manera de indignación, ante tanta vulgaridad estadística, que Milenio había pasado a la historia de la humanidad y del periodismo mexicano, ya que publicaba encuestas con márgenes de error de más/menos 64 puntos, que fue la variación en 13 días de las preferencias de los aspirantes de Santa Catarina.
Al menos Ciro Gómez Leyva, columnista de ese rotativo tan repudiado en la Ciudad de México, dijo que no tenía argumentos para defender las tendencias equivocadas que publicaron en varios meses a través de GEA-ISA, esta vez con la etiqueta de vendida.
Medina y su pesadilla
Cuando en la madrugada del 2 de julio las cifras del PREP del Instituto Federal Electoral eran irreversibles, ningún otro calificativo podía definir los resultados adversos del PRI en Nuevo León a la presidencia de la República, Congreso del Estado y algunos distritos locales y federales. Y ese mismo calificativo es una palabra en plural de trece letras: catastróficos.
Si bien en 2006 el PAN ganó las tres elecciones con un Felipe Calderón Hinojosa que se perfilaba para triunfar y con un PRI en la lona con Roberto Madrazo Pintado como candidato, este 2012 en Nuevo León se suponía que la mesa estaba puesta para no desentonar con el resto del país, donde el candidato Enrique Peña Nieto pintaría tricolor el territorio nacional.
Hay dos primeras lecturas que se pueden dar a esta debacle del Revolucionario Institucional: una, que los electores dieron su voto de castigo al gobernador Rodrigo Medina de la Cruz porque no ha frenado la violencia que heredó de su antecesor y, dos, que funcionó la estrategia del agónico gobierno federal del PAN que puso en la vitrina a tres ex gobernadores supuestamente ligados con el narcotráfico.
Si bien empresas serias como Hora Cero anticiparon una lucha cerrada entre Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota en Nuevo León en los primeros sondeos, la diferencia de más de 130 mil votos a favor de la candidata albiazul viene a confirmar que hubo un voto de repudio para todos los candidatos tricolores, pero sobre todo a Medina de la Cruz.
Prueba de este castigo al Revolucionario Institucional y a su gobernador es que perderá la mayoría en el Congreso del Estado. Muy malas noticias para él rumbo a la sucesión en 2015.
En la elección para el Senado sus candidatas Marcela Guerra e Ivonne Alvarez, apodadas como “las chicas sin miedo”, se llevaron tremendo susto cuando estuvieron abajo en el conteo de los votos y terminaron ganando por menos de un punto porcentual, es decir, más de 16 mil votos, cuando los pronósticos eran de dos a uno.
Siempre se ha dicho que cuando la asistencia a las urnas supera el 50 por ciento pierde el PRI, y eso sucedió en el Estado. Hace tres años, cuando se eligieron diputados federales, la afluencia fue de 53.3 por ciento, mientras que el pasado 1 de julio la votación para renovar el Congreso de la Unión alcanzó los 60 por ciento.
También hace seis años, cuando se juntaron las elecciones para presidente de México, diputados y senadores, la concurrencia a sufragar fue de 60.1, 59.6 y 59.6 por ciento, respectivamente, por 60.5, 59.8 y 60 por ciento que hubo este 2012.
Ese incremento del número de electores fue confirmado por Leonardo Valdés Zurita, presidente consejero del IFE, quien en su mensaje de las 23:15 horas la noche de los comicios destacó que había sido la elección con mayor participación de electores en la historia del país.
Esta vez en 2012, aunado a los errores del PRI en la selección de sus candidatos al Senado y diputaciones, y a una estrategia fallida en sus campañas, la violencia cobró su cuota de sangre… color verde, blanco y rojo.
El PAN hizo lo suyo y ganó en las urnas, llevándose entre las patas la fama de que, en Tamaulipas, el futuro presidente Peña Nieto llegará a una trinchera que una vez fue del PRI.
Ahora viene lo bueno, cuando sin las delegaciones federales, sin recursos de sus programas sociales y sin presidencia de la República, el PAN se mantenga o se desinfle cuando en 2015 se elija al sucesor de Medina de la Cruz, se renueven alcaldías y el Congreso del Estado.
Para consuelo de Medina de la Cruz, en Tamaulipas su vecino colega Egidio Torre Cantú también dio malos números al próximo presidente de México.
Por cierto, ¿al respecto qué estará pensando Peña Nieto?
Twitter: @hhjimenez