Hasta hace unos días, las decisiones tomadas por la cúpula morenista habían hecho levantar más de una ceja a los simpatizantes a rajatabla que por millones y casi a ciegas apoyan a López Obrador.
Hartos de azules y tricolores, piensan que con el tabasqueño les puede ir mejor.
En la víspera de que fuese designado oficialmente como candidato presidencial -otra vez- Morena dio a conocer que Napoleón Gómez Urrutia es una de las opciones para representar al movimiento en el Senado.
Ya habían causado mucha inquietud los “amarres perros” que Andrés Manuel hizo con personajes, algunos de dudosa reputación y otro de un evidente historial más que cuestionable.
A los morenos -directivos, militantes y simpatizantes- pareciera no importarles el pasado y presente obscuro de tipos como Lino Korrodi, Alberto Anaya, Félix Salgado Macedonio, René Bejarano o Manuel Bartlet.
O muchos morenistas padecen amnesia o de plano perdonaron ya los desfiguros de Barteltt como secretario de gobernación priista, autor intelectual del robo electoral que llevó a Salinas al poder.
O no saben o no quieren saber quién fue el padrino para fundar el PT, un prostíbulo disfrazado de partido político cuyos directivos se venden al mejor postor y bailan al ritmo del sonido de las monedas.
Pasan por alto los “numeritos” de Félix, los de Lino en tiempos de Fox, pasando la charola para financiar la campaña con los amigos de Don Botas; René y sus “ligas” con doña Robles, Carlos Ahumada y la cama que le tendieron entre Salinas y Fernández de Ceballos para evidenciarlo en una “exclusiva” de la televisión nacional, al servicio del poder en turno.
Pero la gota que derramaría el vaso es precisamente esa intención de llevar a “Napo” al senado.
De entrada, los priistas están absoluta y totalmente descalificados para cuestionar este pasaje asqueroso en la travesía de AMLO rumbo a Los Pinos.
Si tienes en tu haber una docena de ex gobernadores entre encarcelados y bajo investigación y dos o tres “perdonados” porque apoquinaron recursos estatales para la campaña “de ya sabes quién” y tienes a Romero Deschamps como el prócer del sindicalismo mexicano, no estás para señalar a nadie.
AMLO probablemente esté consciente de caminar sobre el filo de la navaja, correr riesgos y al final, por ser tan “incluyente”, terminen las manzanas podridas por contaminarle todo el cajón.
La designación de Tatiana Clouthier como la vocera de la campaña es el único acierto entre una serie de desfiguros recientes del tabasqueño. Una luz brillante en medio de esa nebulosa tertulia que traen las huestes de Andrés Manuel.
Los albiazules con su despintado candidato que tiene que treparse a una torre para que lo vean y lo escuchen, tampoco tienen como partido la calidad moral para criticar a los morenos.
De hecho, una ex, la señora Zavala de Calderón se llena la boca criticando esos arrumacos entre Andrés Manuel y Napoleón… y olvida que a su señor esposo le faltaron dos cositas para llamarlo a cuentas y ponerlo tras las rejas.
¡Con qué cara!