Una buena parte de su carrera como reportero la vivió “Vico” Canales muy de cerca con quien fuera la gran figura del toreo de la última época. Nos referimos al matador ya fallecido Manolo Martínez, quien según “Vico”, fue su gran amigo y confidente y con quién pasó muchas y muy emotivas situaciones a lo largo de los años.
En la última parte de nuestra charla, el “reportero” Canales nos habló, fiel a su costumbre, claro y directo sobre su cercana amistad con el matador Manolo Martínez, destacando en la última parte de la entrevista algunos momentos íntimos que pasó al lado del torero regiomontano, poco antes de que éste falleciera en el ya lejano 1996.
> Vico, de todos es sabido de tu cercana amistad con el matador regiomontano ya desaparecido Manolo Martínez, ¿nos puedes hablar de ello?
Desde novillero me interesó este joven torero que dejó casa, posición y sus padres para ir por esa aventura de ser torero, pese a la oposición del ingeniero Manuel Martínez Carranza, su papá. Y asistí a la corrida de su doctorado, que le otorgó el gran gran maestro Lorenzo Garza con el testimonio de Humberto Moro… Un año después ya apuntaba Manolo para convertirse en una figura del toreo y fue testigo aquí también en Monterrey de la alternativa de Eloy Cavazos, que le otorgó Antonio Velázquez.
Fue muy obvio que esa tarde Manolo superó a padrino y ahijado, estuvo enorme, recuerdo que don Renato Leduc, que vino invitado a este festejo por Rafael Báez, apoderado de Cavazos, declaró: “Vine a ver el doctorado de un gran novillero (Eloy Cavazos) y me sorprendió que presencié el surgimiento, y lo sostengo, de una gran figura del toreo que seguramente será este joven valor Manolo Martínez”.
Obvio que se hizo don Renato muy amigo y partidario de Manolo, a quien seguía en casa tarde en las plazas de nuestro país.
Bien, pero mi relación con Manolo en esos primeros años fue institucional, acudí a la mayoría de las corridas que protagonizó en su plaza, ante su público, la Monumental México.
Poco a poco se fue fusionando esa relación entre los cronistas, principalmente los de aquí, me tenía mucha consideración, sabía que era derecho, que lo apoyaba y respetaba sin más interés que servirle, lo que originó que de periodista a torero naciera una gran amistad.
Cuando se despidió, y él siempre lo dijo, el único o entre los pocos que le llamaba, saludaba y conversábamos, era yo. Manolo no vivía aquí, junto con su familia se fue a la casa que tenía en Brownsville, pues su tiempo lo distribuía entre el ex DF, ahora CDMX, y Tamaulipas, donde tenía su ganadería.
Cuando decidió regresar, tuvo reunión de periodistas y me dijo: “Mira cabrón, tu eres diferente a estos (impublicable), así que en esta aventura de mi retorno a los ruedos, vamos a estar casados, así de fácil… ¿Aceptas?”
La respuesta fue obvia, y me anticipó: “¡Regreso por dinero!”, y arremetió fuerte: “Miente quien dice que mi retorno es por la falta de aplausos y muchas otras falsedades… Nuestro regreso es porque necesitamos dinero y punto”.
Y así fue, tanto que cuando se agudizó su cirrosis, los pocos amigos que tenía a estas alturas se fueron ausentando y yo no, al contrario, estuve hasta que se fue a La Joya para el trasplante de hígado que jamás se iba a llevar a cabo, pues estaba invadido de cáncer… No fui a acompañarlo en esta última etapa porque su esposa no quiso, ella jamás aprobó nuestra amistad.
> Lógicamente admiraste el toreo de Manolo Martínez
Obviamente… desde luego, es para mi gusto el torero mexicano que poseía ese don del arte. Como dijo ese gran torero mexicano que fue su admirador, Rodolfo Gaona: “Después de ver torear a Manolo, los demás me parecen muy feos”… y otra más del Gran Gaona, con alusión -pues omito el nombre-: “Torero chaparrín, embustero y bailarín”.
Sin dejar fuera otra expresión de don Rodolfo Gaona, quien decía… “Al ver la lidia que Manolo realiza a sus adversarios, me parece que su muleta y capote son de seda, los de los otros se quedan en percal”.
Además, fue Manolo el torero mexicano más estimado por el público de la Monumental México y hay constancia de ello con placas, su estatua, entre otras cosas del ídolo que fue de ese gran coso.
Más arte del que tenía Manolo, dudo que haya otro que lo supere. Claro, mis respetos y mi admiración a Enrique Ponce, más atrás, pues desde luego a Paco Camino, y punto…
Manolo, ya enfermo, me dijo cuando vino Ponce la segunda ocasión a México… “Ve a verlo, yo me siento mal” refiriéndose a Ponce… Le dije que en su presentación en la temporada anterior no había tenido éxito, al contrario.
“Tienes razón, pero te vas a sorprender… Ese cabrón… ¡Va a ser como yo … o mejor… te lo brindo, güey”… Y así fue.
> ¿Cómo defines el estilo del toreo “Martinista”?
El del más exquisito arte, pero sobre todo poderío y valor con entrega, y toreaba al toro, no al público.
Conjugaba en sus trasteos el valor con el poder, pero preñados de ese arte que tenía y sobre todo ese gran conocimiento que tenía del toro, con quien al realizar esas grandes faenas, dialogaba con él. Pocos lo saben, anteponía un diálogo con el astado que terminaba entregado a su muleta. Genial, sin duda.
> ¿Cuál ha sido la aportación del toreo de Manolo Martínez a la lidia del toro?
Bueno, ser auténtico, ofrecer al público en cada toro la lidia adecuada y sobre todo sin adornos populacheros y falsedades en los trasteos, que algunos preferían “torear” al público en lugar de a los astados.
> Todavía y a estas alturas, muchos “taurinos” le achacan al regiomontano que con él empezó el declive de la fiesta brava mexicana al “tapar”, según ellos, a un sinfín de toreros, e incluso que su mandato provocó que los ganaderos criaran un tipo de toro más chico y a modo, ¿qué opinas de ello?
Evidentemente pues a una figura de ese nivel le inventan de todo. Sí, es cierto que tenía preferencias por los toros que lidiaba, pero no, no es el tamaño lo que preocupa, sino la colaboración que el cornúpeta pueda ofrecer al lidiador en turno.
Desde luego que como mandón en la fiesta, ponía y quitaba alternantes y con relación a los toros, jamás, pero jamás, se impuso a los sorteos reservando arbitrariamente para él los mejores lotes.
Hay una anécdota… Manolo impulsó a Eloy Cavazos para que actuara con él en la Plaza México… Esa tarde a Eloy le tocó el mejor toro de la temporada: Jococón de Torrecilla, al que cortó el rabo, primero en cosechar en la cazuela de Insurgentes y se lo brindó a Manolo, a quien le agradeció que lo haya incluido en el cartel.
> Se dice que el carácter de Manolo era despótico y arrogante, ¿tú qué opinas?
Mira… cuando se hizo figura Manolo, adoptó un carácter muy recio, muy fuerte con prepotencia desde luego, que duró mucho tiempo, pero corrigió ya en las postrimerías de su carrera y su vida.
Ya en el ocaso de su trayectoria me dijo que se equivocó al adoptar ese carácter que atrajo enemistades, y pues la verdad es que no creía en nada ni nadie.
Tarde, pero lo corrigió, y lo digo porque a mí me tocó ver ese cambio…
> ¿Tuvo Martínez verdaderos amigos en la fiesta?
Amigos, amigos, lo que amigos, que son auténticos y así te dan la amistad fueron muy pocos, la mayoría eran oportunistas que se servían de su fama y sacaban algún provecho, era falsedad, interés y con ventajas.
Al final, él se dio cuenta, pero ya era tarde… “¿dónde estarán mis tantos amigos que tuve?”… me preguntó y respondí… “Mira, Manolo, eran amigos del torero, no de la persona, amigos del traje de luces y tu fama, por eso ya no están aquí”.
Me cuestionó: “¿Y tú porqué estas aquí, cabrón?”. Le respondí: “porque creo que soy amigo del torero y la persona”. Ya no digo lo demás, estaba muy enfermo, remato con rodilla en tierra: Lloró como hombre. Seis meses después murió.
> ¿Cómo fueron las últimas semanas de la vida de Manolo Martínez?
Muy difíciles… Un calvario para él. Su enfermedad avanzaba, pasaba más tiempo en el Hospital (Muguerza) y por lo mismo tenía una dieta drástica… De entrada no bebía una copa, comía poco, pero ni carne, ni mariscos, ni picante… sólo fruta, jugos, verduras, sándwich de aguacate sin sal ni condimentos… Y caminaba paso a paso, lento, ahora sí que se me vino a la idea la canción “Mi Viejo” que popularizó Piero: “Ahora ya caminas lerdo / como perdonando el tiempo”.
Tres semanas antes de morir, a finales de julio, me habló por teléfono y me dijo que tenía urgencia de hablar conmigo pero frente a frente, y como de rayo me trasladé a su casa.
“Mira, quiero ir a México a la novillada de “El Cuate” (Espinoza) y dos preguntas: ¿puedes ir conmigo?”. Mi respuesta fue que sí.
Posteriormente me hizo saber que si le podía conseguir un boleto de avión, porque no tenía para comprarlo.
“A ver cómo le haces, no quiero que tú pagues, de alguna manera puedes conseguir mi boleto”
Le cumplí y nos fuimos a la capital. Elegimos un vuelo en la mañana y regresamos en el último. Cuando llegué a su casa para irnos al aeropuerto me regañó. Me dijo que iba en mangas de camisa, sin una chamarra, y se debe respetar a la capital por su clima.
Me regaló una chaqueta que acababa de comprar en McAllen que al principio me la prestó, pero cuando llegamos al Aeropuerto me dijo que era mía, lo menos que podía hacer por conseguir el boleto.
Al llegar al aeropuerto Benito Juárez, nos tocó muy lejos de la salida el descenso… Como ya caminaba muy lento, le dije:
“Manolo, me vas a mentar la madre, lo sé, pero… ¿te pido una silla de ruedas?”. Contestó: “No, tu madre no tiene nada que ver, no la chingues a Manolo no lo van a ver en silla de ruedas… tal vez sí me van a ver en el ataúd”.
Me caló muy hondo ese comentario.
> ¿Algo que te confiara el matador Martínez y que tuviera alguna repercusión en la actual fiesta?
Muchas cosas, pero a estas alturas no considero que las deba recordar, sería incrementar los enemigos de Manolo, que eran muchos. Ahí lo dejamos, este “toro” lo dejo ir vivo.
> ¿Qué legado dejó Manolo Martínez a la historia del toreo?
Creo que el principal es ser auténtico. Él así lo fue siempre. No tenía dos caras, ni dobleces y no era falso, como hay muchos, entre ellos uno que conocemos muy bien ambos.
Pues sí, él, Manolo, llamaba a las cosas por su nombre y sí, hubo muchos oportunistas que se sirvieron de la fiesta; en fin, ya sonaron los “tres avisos” y no puedo continuar.
Gracias y lo que sigue es terminar mi libro sobre esa relación que tuve con Manolo Martínez y que me trajo muchos, pero muchos enemigos… La lista es larga…
Un abrazo y que viva la fiesta brava que no la van a acabar los que desean desaparecerla.
No lo van a lograr…
Así concluyó la charla con “Vico” Canales, genio y figura del periodismo taurino.
Twitter @AlbertoHdzMx