
La noche del 3 de octubre en el Teatro de la Ciudad solamente faltó la presencia de Enrique Peña Nieto, para que la jerarquía del PRI atestiguara el ungimiento de Rodrigo Medina de la Cruz como nuevo gobernador de Nuevo León.
Quizá porque estaba presente otro presidenciable: Manlio Fabio Beltrones, pero la ausencia del gobernador del Estado de México fue notoria, sobre todo porque acudieron los de Yucatán, San Luis Potosí, Quintana Roo, Puebla, Hidalgo, Coahuila, Tamaulipas y Durango, entre otros.
Algunos analistas políticos buscan amarrar navajas. Ven al senador Manlio Fabio como el natural contrapeso de Peña Nieto en la búsqueda por la candidatura en 2012, aunque la verdad este último le lleva varios cuerpos de ventaja.
Una semana antes, el joven precandidato del PRI estuvo en el sexto informe de Natividad González Parás, en Palacio de Gobierno, donde hubo ausencias notorias de gobernadores y otras luminarias, entre ellas, de Beatriz Paredes Rangel, dirigente nacional del tricolor.
Y coincidencia o no, esa noche en primera fila estuvo Peña Nieto, pero Manlio Fabio también brilló por su ausencia.
Después de la resurrección del PRI en las elecciones del pasado 5 de julio, todo parece indicar que las aureolas de los priistas chocan en espacios tan reducidos, procurando evitar un corto circuito.
Manlio Fabio sabe que Peña Nieto estuvo bien metido en la campaña de Medina de la Cruz, que hasta vino con su novia (La Gaviota) al cierre de campaña. Y para el senador, Nuevo León es un Estado que le daría la espalda en sus aspiraciones.
Hace días Beatriz Paredes Rangel dijo, palabras más palabras menos, que el PRI no debe echar las campanas a volar, y que todavía no está ganada la presidencia de México, refiriéndose a las simpatías hacia el gobernador mexiquense dentro y, sobre todo, fuera de su partido.
La presidenta nacional del tricolor pidió a militantes y simpatizantes que sigan por el mismo camino de recuperar la confianza de los votantes, los mismos que el 5 de julio pasado dieron la confianza a un partido agónico y pestilente a cadáver desde hace nueve años.
La pasarela nocturna en el Teatro de la Ciudad fue una demostración de poder y de músculos, de un PRI que aparenta estar unido, pero con dos (Manlio Fabio y Peña Nieto) que a tres años del relevo en Los Pinos son lo más parecido a esa difícil mezcla entre el agua y el aceite.