Una vez que la carreta avanza y que todo indica que las calabazas se acomodan, el gobernador Rodrigo Medina se apresta, ahora sí, a tomar las riendas de Nuevo León, al quedarle claro el dicho popular que reza: “para que los burros caminen tienen que estar cargados”.
Y aprovechando este macro puente institucional bautizado coloquialmente como “Guadalupe Reyes”, por aquello de que inicia el 12 de diciembre y finaliza el 6 de enero, ninguno de los funcionarios que digan adiós al presupuesto se podrán quejar de que no tuvieron su oportunidad.
Porque es un hecho que las recomendaciones tienen una vigencia marginal y no se necesita ser un “especulero” profesional para saber quiénes son los funcionarios estatales que confundieron de una conveniente manera, un inicio de gobierno estatal con la prolongación de otro.
Tampoco se necesita ser experto en matemáticas para darse cuenta que no es lo mismo un séptimo año de gobierno, que un inicio de sexenio.
Claro que no se debe confundir un ajuste de tuercas normal en alguna de las ruedas de la carreta que simple y sencillamente haga mucho ruido al girar, o sencillamente no haya cumplido con las exigencias de calidad demandadas por los nuevoleoneses; con un ajuste obligado y premeditado desde mil kilómetros de distancia.
Los compromisos con José Natividad González Parás ya quedaron cubiertos, las cuentas se están cerrando al quedar saldadas y cumplidas, mientras que la suerte de éste parece no sonreirle al vivir en carne propia la soledad y vacío del poder, estar prácticamente desterrado en su propio estado, no poder pisar de manera cómoda el DF por las tempestades que generó en el sureste mexicano y andar recorriendo restaurantes de todo tipo en el sector Valle sin recibir el saludo de los comensales.
Aunque suene difícil de creer, a más de un año de gobierno de Medina, todavía existen funcionarios de primer nivel que “presumen a diestra y siniestra” su supuesto blindaje por parte del ex gobernador, sin darse cuenta todo el daño que se generan con estas actitudes y opiniones.
Es más, se dan casos que desoyen órdenes ejecutivas directas dando largas a reuniones urgentes y en los comederos políticos lo siguen calificando de poco talentoso para el puesto.
En un año Medina debe demostrar a Nuevo León que aprendió a golpes, de dentro y fuera de su gobierno, mostrándose propositivo y ahora sí, dando la cara por la gente; después de todo, es un hecho que la ciudadanía mantiene la esperanza de que se rectifique el rumbo.
¿Un golpe drástico de timón? ¿Un ajuste de cuentas hacia el interior? ¿Una recomposición política global dentro del PRI una vez que Humberto Moreira se convierta en el nuevo líder nacional? ¿Una apertura a otros grupos políticos locales para demostrar que será un gobierno incluyente? Son preguntas que no tardaremos en conocer la respuesta.
Y estas respuestas llegarán, precisamente cuando el gobernador se dé su tiempo para reflexionar y darse cuenta que existen las segundas llamadas… porque a la tercera, la obra inicia y ¡el telón se abre!