Hace poco un estratega político me criticó pues, a través de una publicación en mis redes sociales, di a conocer cuál era mi gallo para las elecciones presidenciales de 2018, como si hubiera cometido un pecado.
“Es que eres un periodista y director editorial de Hora Cero”, me dijo y le respondí: “Pero también soy un ciudadano libre como millones que hay en México, que no me liga a ningún partido político. Ni tampoco le pondré precio a mi voto el año próximo”.
Quiero admitir que durante el desayuno entramos en polémica, con mucho respeto, y debatimos en un buen nivel sobre nuestras opuestas simpatías sobre los nombres de los candidatos que seguramente contenderán para suceder a Enrique Peña Nieto.
Para empezar, me dijo que Alfredo del Mazo, gobernador electo del Estado de México, es bastante antipático entre los políticos del PRI que había conocido. Y rápido se me vino a la mente Tomás Yarrington Ruvalcaba, exgobernador de Tamaulipas, y Héctor Gutiérrez de la Garza, exdiputado federal de Nuevo León.
Él anduvo de operador electoral en las recientes elecciones en Edomex, sobre todo en municipios rurales de nombres tan extraños que no retuve en mi mente.
Almorzando en un restaurante de Monterrey, el tamaulipeco nunca me pidió omitir su nombre, pero quise hacerlo. Y con esta decisión de guardar su anonimato seguramente perderá clientes en Nuevo León en los próximos comicios, ya que donde lo contrataron, Del Mazo salió triunfante.
Me dijo, entre otras cosas, que MORENA se enfocó en ganar los municipios conurbados de la Ciudad de México como Ecatepec y Atizapán, entre otros, descuidando los restantes que suman más de cien localidades en donde el partido de Andrés Manuel López Obrador ni representantes tuvo para abarcar el cien por ciento de las casillas.
“¿Y no me digas que con sus seguidores y los de MORENA en las delegaciones de la Ciudad de México no pudo haber completado para vigilar la votación?”, me cuestionó.
El asesor político operó a sus anchas antes y durante las elecciones del 4 de junio pasado, pero no entró en detalles sobre cuánto costó cada uno de los votos que movilizó.
“Hubo municipios (que me mencionó su nombre, pero los olvidé, insisto) donde la maestra Delfina Gómez no tenía comité de campaña, menos fue a hacer actos proselitistas. Nunca se paró”, aseguró.
Ella, pero sobre todo López Obrador, apostaron todo para ganar a las localidades conurbadas con la capital del país. “Y cierto, ahí donde Del Mazo y el PRI fueron prácticamente borrados del mapa. El ejemplo más claro es Ecatepec, donde el candidato había sido alcalde.
“¿Cómo querían ganar la elección en esa estrategia de campaña? Porque igual los votos valen en municipios de más/menos un millón de habitantes, como en donde viven 50 mil, 80 mil o cien mil?”, reiteró.
Admitió que en las zonas verdes o rurales también se dio la traición de alcaldes del PRI que operaron a favor de la maestra Defina. “Y eso es preocupante en 2018, cuando se juntarán la presidencial con la renovación de las presidencias municipales”.
Se le cuestionó cómo en Ecatepec, el municipio más poblado del Estado con cerca de un millón 700 mil habitantes, que es gobernado por un alcalde del PRI, el 4 de junio MORENA se convirtió en el primer partido.
Igual pasó en Tultitlán, Cuautitlán, Coacalco, Tecámac, Naucalpan y Tlalnepantla, donde Del Mazo fue arrasado por la contrincante de MORENA y viceversa, pues en el resto de la entidad MORENA descuidó la elección y cavó su tumba.
Independientemente de si hubo o no compra de votos, como se denunció ante el Instituto Nacional Electoral (INE), en la actuación de sus consejeros solamente en Coahuila se cometieron graves irregularidades, que llevarían a la anulación de los comicios por rebasar los topes de campaña.
Y mientras el café se enfriaba entre uno y otro tema a debatir, algo me puso a reflexionar cuando comentó: “Los partidos políticos no son el problema de México, sino los ciudadanos conformistas que no exigen, que no cambian el statu quo”.
¿Pero cómo México va a cambiar cuando a los ciudadanos más pobres, que son más de 55 millones de personas, se les compra su voto con 100, 200, 500 o mil pesos?, le pregunté y me respondió: “Y a poco tú crees que MORENA no hizo lo mismo en el Estado de México. Todos son lo mismo. ¿O solamente el PRI hace eso?”.
Al final concluí que mientras viva seguiré soñando que el país pude cambiar pacíficamente, pero hay luchas que valen la pena combatir… como la de los opositores a Nicolás Maduro en Venezuela.