Era mediados de los años 80 en Monterrey, cuando las computadoras desplazaban a las viejas máquinas de escribir ante la resistencia de la mayoría de los reporteros, y en los periódicos un nuevo lenguaje daba la bienvenida a términos como “dale un enter”, “disco duro”, “memoria”, “teclado”, “pantalla”… y “¡no le entiendo a esta cosa!”
Poco a poco esta metamorfosis se repitió en otros diarios del noreste de México como El Mañana de Reynosa y El Mañana de Nuevo Laredo; las nuevas tecnologías de la época enterraban décadas de aquella costumbre de escribir en hojas de máquina; nunca más en las redacción se escucharía la deliciosa sinfonía que originaba el golpeteo de los dedos en las teclas.
En 1986 Jesús Cantú Escalante era el director gerente de El Porvenir, el periódico que en 2019 cumplirá un siglo de fundación, uno de los decanos de la prensa escrita en México.
Fue Chuy Cantú, así le decíamos reporteros y editores, quien propuso hacer el suplemento del Mundial de Futbol que sería una pesadilla y competencia a la cobertura de El Norte, el diario con mayor circulación hace 28 años en la zona metropolitana de Monterrey.
El Norte podía ser líder en ventas y en circulación, pero no era dueño, ni de la verdad publicada ni de hacer el mejor periodismo; El Porvenir daba la pelea.
La encomienda de hacer ese suplemento diario tamaño tabloide que duró más de 40 días recayó en Francisco Javier Nava, y el responsable del diseño era Eduardo Leyva con su equipo creativo.
Cómo olvidar a los enviados especiales en la Ciudad de México o Guadalajara a punto del infarto batallando para enviar sus notas, vía conexión telefónica, en la primera computadora portátil llamada “Tandy”, porque luego de escribir la crónica del partido en el Estadio Azteca había que borrarla pues la memoria se llenaba.
O cuando Juan José Cerón y Xavier Ordaz salían corriendo de un estadio para tomar un taxi rumbo al aeropuerto -aprovechando el medio tiempo del partido-, para convencer a un pasajero que viajaba a Monterrey a llevarse los rollos de fotografía, porque El Porvenir debía publicar el gol de “palomita” de Manuel Negrete contra Bulgaria el 15 de julio de 1986.
Sucedió más de una vez que cuando el chofer del periódico llegaba a la puerta de llegadas nacionales de la terminal aérea, el portador del sobre con los rollos dentro olvidaba concluir la encomienda. Se perdían. Y no había otra forma de tener fotos exclusivas; debieron transcurrir casi dos décadas para el cambio.
Huérfanos del Internet y de Whatsapp, Facebook, Twitter, Instagram y Hotmail, El Porvenir y El Norte mandaron a sus enviados especiales a una cobertura de México 86 que pudiera parecer surrealista para las nuevas generaciones, como en blanco y negro.
Juan José Cerón es actualmente editor de fotografía de El Norte; Francisco Javier Nava director editorial de El Mañana de Reynosa; Agustín García es corresponsal en Monterrey de un medio nacional; Luis Ángel Garza fue corresponsal de la revista Proceso y tiene una empresa propia.
Filiberto Garza dejó el periodismo y asesora a diputados del PAN en el Congreso de Nuevo León; Rolando Macías es director editorial de El Porvenir de Monterrey; Manuel González escribe sobre temas deportivos de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
El fotógrafo Marcos García sirve a Dios y está con Luis Ángel Garza en la Agencia Contraste; Juana María López se alejó del periodismo y trabaja en el gobierno de Nuevo León; Dionisio Herrera Duque se olvidó de las crónicas deportivas para militar en el Partido Acción Nacional, y fue alcalde de Santa Catarina.
A Xavier Ordaz, uno de los mejores fotógrafos de deportes de El Porvenir, le perdí la huella, como sucedió con Manuel Regil; a Daniel Gil, de ese departamento de reporteros gráficos, es amigo en Facebook pero pocas veces dialogamos.
Nelly Martínez, asesora en temas de comunicación a políticos y funcionarios, y es empleada del gobierno de Nuevo León; David Carrizales tuvo un divorcio laboral tormentoso con el periódico La Jornada, y ahora es corresponsal de El Universal; el jefe de la sección deportiva, Julio Alcalá, se jubiló.
El reportero Felipe Ruiz brincó de El Porvenir a El Norte donde estuvo pocos años, y luego le perdí la huella; Nelda Mier, la subdirectora editorial, desconozco dónde se encuentra trabajando; el fotógrafo Jorge Morín se perdió aquel Mundial azteca porque meses antes murió por las secuelas de un balazo que recibió en el cuello cuando realizaba una cobertura electoral en Coahuila.
Claudio Lostanau, un brillante ex jugador peruano que jugó en los Rayados, analizaba los partidos desde el palco de prensa; la genial pluma de Carlos Monsiváis hacía las crónicas político-deportivas, y el maestro Silvino Jaramillo aderezaba las páginas con su estilo de juglar urbano.
Sergio Cárdenas, Rosalinda González, Blanca Ruiz, Sergio Cordero, Hernando Sóstenes Garza, Elvira Ramos y Blanca Esthela Martínez llenaban de cultura las páginas del suplemento especial del Mundial de México 86.
Y reporteros como Diana Cisneros, Alfredo González, Heliodoro Hinojosa, Socorro Alonso, Guadalupe Meza, Edgar Rivera y Julia Hernández, entre otros, se unieron a la gran cobertura deportiva.
Si bien el hoy es una bendición para los medios de comunicación, el ayer siempre será inolvidable.