Como sucedió en la elección federal de 2006, la historia se volverá a repetir pero esta vez en Nuevo León el próximo 5 de julio: será una contienda por la gubernatura que enfrentará a los ricos, que apoyan al PAN, contra los pobres que históricamente han sido soldados del PRI.
Hace casi tres años el Partido de la Revolución Democrática tomó el lugar del tricolor en la carrera presidencial, con un Andrés Manuel López Obrador que enamoró a las clases marginadas convirtiéndolas en su voto duro, quedando a cerca de medio millón de dudosos votos de sentarlo en Los Pinos.
En esas elecciones, por otra parte, las clase alta respaldó al candidato albiazul, Felipe Calderón Hinojosa, ante el miedo de perder los privilegios que los grupos empresariales han tenido gracias al añejo matrimonio con el sistema político mexicano. Se llegó incluso a decir que los ricos patrones amenazaron con despedir a sus empleados si votaban por López Obrador, cuando la orden era sufragar por el PAN.
Ahora bien, según los resultados de un sondeo realizado por Hora Cero a un total de 2 mil 670 personas, se anticipa que el PRI y el PAN serán los protagonistas de una lucha cerrada donde las clases sociales opuestas decidirán el rumbo de la elección, donde los sectores medios votarán, influirán en los resultados, pero serán espectadores.
El gran reto de los partidos será convencer, por un lado, a Acción Nacional para que la clase pudiente tenga la certeza de que la mejor opción para Nuevo León es Fernando Elizondo Barragán, quien empieza su campaña en medio evidente ruptura el interior de su partido por la forma de elegirlo: vil dedazo.
El 35.2 por ciento de preferencia que obtuvo el panista a tres meses y una semana de la elección, es mucho y poco al mismo tiempo: primero, porque Nuevo León es un Estado en manos del Revolucionario Institucional y, segundo, su porcentaje debió ser superior tomando en cuenta que ya fue gobernador interino y es conocido por el electorado.
Un aspecto del sondeo que me llamó la atención fue que los sectores medio bajo y bajo de la zona metropolitana de Monterrey, tienen clara inclinación por Rodrigo Medina de la Cruz. Es decir, el tradicional voto duro del tricolor es leal.
Cuando el grupo de encuestadores ubicados en el sector de San Bernabé y Solidaridad vaciaron sus resultados en nuestro sistema, Medina de la Cruz tenía una ventaja de 7.6 por ciento sobre Elizondo Barragán, misma que se redujo y terminó con 4.3 a favor del tricolor cuando llegaron las boletas de las Cumbres, Vista Hermosa y Mitras Norte.
Me recordó la presidencial de 2006, cuando López Obrador aventajaba a Calderón Hinojosa al momento de ser computados los votos del centro y sur de México, pero faltaban los Estados del norte que definieron todo.
Si bien una diferencia de 4.3 por ciento a favor del candidato del PRI en el arranque de la campaña es mejor que tener una desventaja, Medina de la Cruz sabe que difícilmente se repetirá la historia de 2003, cuando Natividad González Parás fue infinitamente muy superior a su contrincante: el panista Mauricio Fernández Garza.
LA BATALLA REGIA
En otro escenario, según el sondeo de Hora Cero aplicado a mil 157 personas en edad de votar y con credencial de elector, el priista Abel Guerra Garza sale del arrancadero con un ventaja de 3.1 por ciento frente al panista Fernando Larrazábal Bretón.
Para no variar, en esta contienda también las clases sociales opuestas tendrán un papel decisivo. Y otro aspecto a destacar es que el voto diferenciado combinaba casi siempre a Elizondo Barragán, para gobernador, y a Guerra Garza por la alcaldía de Monterrey.
El candidato del PRI tiene a su favor que en 2006 estuvo a punto de sentarse en la silla que ocupa Adalberto Madero Quiroga en su polémica y corrupta gestión, jugando a su favor el llamado voto sentimental. “Se la deben a Abel”, esa es la percepción.
Igual que por la gubernatura, para Guerra Garza empezar con 3.1 por ciento a favor es mejor que 3.1 en su contra, frente a Fernando Larrazábal Bretón, quien tiene a su favor que al menos en obra vial Madero Quiroga se aplicó bien porque por las anchas avenidas de Cumbres conducen miles y miles de votantes.
Como sucede en el Paseo Santa Lucía: la máxima apuesta de Natividad González Parás y del PRI, por donde caminan a diario también miles y miles de electores.
EL MITO DEL VOTO RURAL
Un segmento de los nuevoleoneses encuestados prefiere la experiencia antes que votar por candidatos jóvenes, como fue detectado en la zona rural, donde Elizondo Barragán empató a Medina de la Cruz, cuando esos municipio son territorios del PRI.
Confiar en que municipios como Sabinas Hidalgo, China, Linares, Cadereyta, Zuazua, Montemorelos y Allende, entre otros, siguen siendo “voto verde” del PRI no es cierto. El PAN ya ha gobernado cabeceras rurales y los electores de 60 años en adelante ven en Elizondo Barragán la experiencia política que no tiene su adversario.
Pero si algo favorece a Medina de la Cruz es que sólo el 6 por ciento de la población de Nuevo León vive en la mancha rural, aunque sus votos pueden ser decisivos ante una elección cerrada como se pronostica, donde se ganará con menos de 5 puntos.
En lo particular no creo en las ventajas que manejan los cuatro principales contendientes de que tienen cifras cercanas o superiores a los 10 puntos sobre sus adversarios, pues son resultados de encuestas de empresas que Abel, Rodrigo y los dos Fernandos pagan. Y -sostengo- las firmas encuestadoras no van a arriesgarse a perder sus ingresos llevando a los clientes (candidatos) resultados que provocarán su ira y la ruptura de contratos.
Hora Cero es una empresa periodística que no hace “trajes a la medida”. En esta ocasión respondemos solamente por los 2 mil 670 nuevoleoneses que participaron en el sondeo y confiamos en nuestra metodología y en la honestidad de los encuestadores.
Los resultados son una fotografía tomada en los días que se levantó la muestra, mismos que puede variar cuando inicien las campañas. Viene la hora buena.