El ingenio mexicano nos ha llevado definir nuestras tragedias futbolísticas a través de frases o palabras que resumen nuestro estado de ánimo, en el mejor de los casos, y en otros tantos, fotografían nuestros íntimos anhelos, temores, autoestima, obsesiones, creencias… también nuestra titubeante alma.
Frases que también develan nuestra adicción a la tragedia, de tal forma que nos reímos con ella y de ella, ante nuestra creencia interior de que nos es imposible desprendernos de ella, la invitamos a compartir una cerveza.
La eliminación en la fase de grupos, en el Mundial de Qatar 2022, representa el mayor fracaso de la Selección Mexicana, desde la catástrofe de Argentina 78.
Un resultado que nos ha devuelto de cierta forma a la época de los “ratones verdes…” frase celebre que atribuyen al periodista Manuel Sayde.
Sayde la habría mencionado después del Mundial de Inglaterra 66, y tomó fuerza en la década de los 70 con no clasificación al Mundial de Alemania 74, coronada con la catástrofe en Argentina 78, y enraizada cuando no clasificamos a la Copa del Mundo de España 82.
Aunque siempre se pone como el ejemplo a los deportes estadounidenses en los que no existe el empate y el espectáculo suele ser algo garantizado, el futbol mantiene su hegemonía en el planeta porque su éxito no radica en su capacidad de dar espectáculo, sino en su simplicidad y en conectar con las emociones y creencias más íntimas de individuos y culturas. Por alguna razón, todos tenemos necesidad de opinar de futbol, e irremediablemente sus resultados influyen en el estado de ánimo social.
“El no era penal…”, “Los famosos cambios de Mejía Barón…”, “jugamos como nunca, perdimos como siempre…”. La obsesión “por el quinto partido…”, han sido frases que definen algo más que a nuestro futbol.
Como a Argentina 78, la Selección Mexicana a Qatar llegó haciendo cuentas, pero fallamos en el cálculo…
“Perdemos con Alemania, empatamos con Polonia y le ganamos a Túnez”…vaticinamos en el 78. Perdimos los tres.
“Perdemos con Argentina, empatamos con Polonia y le ganamos a Arabia Saudita…” pronosticamos para Qatar. Casi salieron las matemáticas, casi… porque nos faltó contabilizar las tarjetas amarillas.
Después del repunte a partir de los Mundiales de Estados Unidos y Francia 98, y los subcampeonatos en las Copas América de Ecuador 93 y Colombia 2001, y el título de la Copa Confederaciones 99… México ingresó en un período crecimiento, con los viejos fantasmas siempre al acecho.
Hugo Sánchez y su descomunal carrera en el Real Madrid, y Francisco Javier “El Abuelo” Cruz, con su alegría, valentía, atrevimiento y esperanza, nos muestran un camino acerca de algo en lo que pocas veces nos hemos detenido a reflexionar: nuestra creencias y nuestra relación-atracción- fascinación por la tragedia.
Por así decirlo, Hugo y “El Abuelo” nos enseñaron un camino distinto para relacionarnos con nuestra imagen interior, donde el optimismo, la valentía, el arrojo, la inspiración y la alegría, son posibles en la cancha… y fuera de ella.
Por ahora, la falta de atrevimiento ante Polonia, la aparición de los miedos frente a Argentina y el volver a faltarnos ese “algo” ante Arabia Saudita, nos recordó una de las frases que han definido nuestra cultura futbolística: “volvimos a jugar como nunca, para perder como siempre”.