Nada de que avergonzarse, nada que lamentar.
Sencillamente Brasil fue superior. Es una potencia mundialista y Mexico hizo un muy buen partido, en muchos pasajes, similar al que le hizo a Alemania, donde lo venció.
Las victorias, dicen los que saben, tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas.
Al final del día, los aficionados mexicanos deberían estar orgullosos de ese grupo. Si no hicieron más, no fue falta de corazón, sino de talento.
Y no es que no lo tengan, simplemente este Brasil lo superó en el marcador y en la forma más efectiva en que manejaron el esférico y encontraron la llave de la cerradura que conducía al arco.
El Tri no se comió seis gracias a Guillermo Ochoa, el mejor de los 22 sobre la cancha, por encima de Neymar que hizo un gol, una asistencia y siete piruetas, exagerando los llegues que le arrimaron.
El guardameta mexicano en nivel de crack sobre los DeGea, Schmeichel, Neuer, Navas, los argentinos, Allison Becker o el que me digas.
La defensiva mexicana tuvo mucho trabajo y muchos titubeos; no es sencillo frenar a los brasileños.
En la cultura futbolera de los mexicanos –suponiendo que ésta exista– es más fácl ventilar los garrafales errores y magnificar fallas, restando todo mérito al contendiente y apuñalando a los propios.
Así somos de fatalistas y dramáticos. Nos encanta subirlos al cielo en calidad de dioses o hacerlos pedazos y tirar a la basura cualquier esbozo positivo que hubiesen tenido en su accionar. No hay un juicio que ponga sobre la balanza lo bueno, lo malo y arroje un promedio; no nos andamos con medias tintas.
Por mucho, Salcedo el mejor de todos; pierde de vista a Firmino en el segundo tanto, pero debe estar satisfecho con lo que hizo en su primera Copa del Mundo.
Los que saben ver el fútbol –no, señor; usted, no– podrían aquilatar los brochazos de pintura que tiró Rafa Márquez sobre el césped; el resto resaltará otros aspectos.
O como dijo alguien por ahí en plena transmisión: “Es muy bonito imaginar cosas chingonas, pero es más bonito hacerlas”.
Como si fuese fácil.
Claro, es más sencillo escupir, a toro pasado, ya en la misa de cuerpo presente.
Cuando Javier Hernández lo dijo y toda la escuadra mexicana se reventó un partidazo ante Alemania, les besaron los pies; hoy, por la frustración, de no poder festejar un pase a Cuartos, los denostan.
Y esto lo dicen algunos que en su vida patearon una pelota o compitieron en una cáscara de barrio.
¿Por qué se enojan?
Porque México no accedió a donde llegan los mejores ocho equipos del planeta.
Señores, ¿de qué forma se los explico?
El futbol de México (como el de otros 180 y tantos países) no está en ese nivel. Punto. Paremos de inflar el globito… cuando revienta todos corren y buscan a quién culpar. Es su deporte favorito: escupir veneno.
El mediocampo, primero con Márquez, Guardado, Herrera y Vela; luego con Edson en lugar de Márquez y al final con Jonathan por Álvarez tuvo una tarde perros, aunque no como la zaga y Ochoa; los atacantes, intentaron una y otra vez, pero el gol no cayó. Fin de la historia.
Osorio tiene las maletas hechas. No se quedaría, aunque se lo pidieran y no se lo van a pedir.
Sobre su espalda cargará la losa de concreto de ese héroe inventado por la historia, apodado el pípila. Sobre su epitafio quedará grabado que no pudo hacer más que los otros, pese a tener al grupo de mejor nivel que el que tuvieron otros estrategas.
Lo van a hacer puré.
Días atrás dijimos que este Brasil no se asemejaba al Scratch de Ronaldinho, Ronaldo, Kaká y coro que lo acompañaba, pero mejor que México lo fue. Ni duda.
Este Tri y sus familias pueden caminar por la calle con la frente en alto. Fueron más los gratos momentos que ofrecieron que las áreas grises y negras de su actuación.
Hicieron lo que pudieron, mostraron personalidad, agallas, se partieron la cara y no se arrugaron ante dos potencias como el pentacampeón y el vigente campeón.
Uno lo ganaron y otro lo perdieron… ¿y?
¿Fracaso?, llámenlo como quieran. Yo me quedo con los mejores momentos que fueron muchos.
El Mundial ahí está, señores, saquen la otra camiseta del clóset y sigan divirtiéndose.
Ahora viene lo mejor…