Según la muy influyente revista Forbes, el mejor país para invertir hoy en día, y más generalmente para hacer negocio, es Irlanda. El país europeo, que históricamente había sido uno de los más pobres del continente, constituye en este sentido un remarcable ejemplo de recuperación económica, pues atravesó una tremenda crisis en 2007 provocada por el reventón de su burbuja inmobiliaria. El país céltico tuvo en aquel tiempo que aceptar un plan de rescate de los gobiernos europeos para evitar la bancarrota de su sistema financiero. La pregunta que el observador atento haría ante dicha situación sería naturalmente: ¿Cómo puede ser considerado como mejor lugar para invertir un país tan recientemente al borde de la quiebra? La interrogación podría incluso hacerse extensa a muchos otros casos europeos, pues en la lista que publica anualmente Forbes, doce otros países europeos ocupan los primeros veinte lugares.
Parece entonces que “crisis” no ha sido sinónimo de “ambiente negativo para los negocios” en Irlanda, pues si bien las medidas de fuerte austeridad que se adoptaron desde 2007 les pegaron duro a cientos de miles de ciudadanos, no afectaron más que esto a las grandes empresas presentes en el país. Dicho con otras palabras, mientras se regateaba en toda Europa el Estado benefactor, perjudicando el bienestar social y económico de los individuos, se hizo todo para captar y proteger las inversiones, así como disminuir al máximo los impuestos para las empresas; exactamente lo contrario de lo que se le exigieron a las poblaciones.
¿Cómo no va a ser atractiva Irlanda si su tasa impositiva es de apenas 12.5% para las empresas; pero que en realidad se sabe que constituye un paraíso fiscal en el que empresas como Apple lograron no pagar más de… 2% de impuestos? Otras compañías aprovecharon las generosidades de Irlanda, como LinkedIn, Twitter y Facebook; transformando la isla en la sede europea de numerosas transnacionales. Agréguele a esto que el “costo del trabajo” – entiéndase “los sueldos” – disminuyeron casi de un 20% desde 2008 (verdadera cachetada social para una mano de obra aparte extremadamente calificada), y entenderán sin pena la explicación de cómo se puede ser un país atractivo para las inversiones en tiempos de fuerte crisis social.
Obviamente, los que podrían tener otro punto de vista sobre este país… ¡Son los irlandeses! Mientras la Bolsa de su país registró ganancias promedias de 44% en un año, ellos se empobrecieron, pues sus bienes inmobiliarios ya no valen ni la mitad de lo que valían hace 6 años. Además, no solamente “se desapareció” una quinta parte de sus salarios, sino que también surgieron impuestos (hasta un 41% de sus ingresos)…
Claro, la inversión extranjera es en teoría beneficiosa para esta misma población, porque proporciona fuentes de trabajo. No obstante, el alto desempleo que conoce el país (estructuralmente arriba de 10%) sólo fragilizó la situación laboral de los trabajadores, pues las empresas antes mencionadas ejercen presión sobre sus empleados, dejándoles claro que “hay mucha gente competente afuera que espera una oportunidad”.
¿Y México en esto? Ocupa, así como el año pasado, el lugar 63 sobre 145 países calificados por Forbes. Indudablemente, el país tiene fuertes argumentos a su favor para captar inversiones: libre comercio con Estados Unidos y Canadá, bajo costo de mano de obra, mercado laboral ultra-flexibilizado, estabilidad macroeconómica… Pero además de la falta de transparencia y de la corrupción endémica que parecen consubstanciales a nuestro país, se tiene ahora que lidiar con una imagen internacional desastrosa, por mucho que nos quieran hacer tragar lo contrario sus actuales dirigentes.
La imagen internacional que ofrece México para el mundo empresarial determina la confianza de los actores mercantiles; confianza que ocupa un lugar preponderante en economía. Situaciones como la actual en Michoacán influyen negativamente las decisiones de los que podrían invertir en nuestro país. Recordemos, por ejemplo, como en su momento el fabricante europeo de helicópteros Eurocopter decidió modificar sus planes de construcción de planta en Monterrey (llevándose más de 10 mil empleos) en razón de la fuerte inseguridad en Nuevo León que generó un clima de inestabilidad para los negocios; y entenderemos la importancia capital de generar en nuestro país un escenario propicio para negocios serenos. Si no, ni los megaplanes de rescate financiero como el que anunció el gobierno federal para Michoacán la semana pasada podrán hacer nada.
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