
En el 88 aniversario del PRI Enrique Peña Nieto afirmó que su partido no negociará triunfos, en referencia a las elecciones para gobernador este 4 de junio en el Estado de México, Coahuila y Nayarit. Sin embargo quiso dejar clara su postura, sobre todo, para el 2018 cuando se ponga en juego la sucesión presidencial.
Quiso ser honesto en su discurso pero no puede, pues las sospechas de una negociación PRI-PAN para desbarrancar a Andrés Manuel López Obrador son cada vez más fuertes. Y las elecciones en Edomex y Coahuila pudieran desdecir a Peña Nieto.
Porque cómo caería en el PRI que el Estado natal del presidente de México se tiñe de azul y blanco, llevando a la gubernatura a Josefina Vázquez Mota, su contrincante en 2012 que durante este sexenio recibió ¿cómo premio de consolación? 900 millones de pesos para una fundación que ella preside.
¿Pudiera el PRI y Peña Nieto jugarle la contra al candidato tricolor Alfredo del Mazo Maza?, se preguntan al interior del partido. Y la respuesta está compuesta por tres palabras: “Claro que sí”.
El Estado de México para el PAN, catafixiado por la presidencial en 2018 para el PRI, tiene lógica y esos acuerdos se están negociando, si no es que hasta firmados entre muros de Los Pinos y teniendo como testigo de calidad a líderes nacionales Ricardo Anaya y Enrique Reza Ochoa, respectivamente.
Con tal de tropezar a AMLO en su tercer intento por llegar a Palacio Nacional, los principales organismos políticos son capaces de pactar todo en lo oscurito. Porque sospechosamente algo pasó en Tamaulipas y Veracruz.
En Tamaulipas el gobernador en turno, Egidio Torre Cantú, enmudeció, y tampoco exigió al vapuleado presidente estatal el PRI, Ramiro Ramos, impugnar los resultados por amplios que fueron. Y hasta premio recibió al ocupar un cargo a nivel nacional.
En Veracruz llegó a gobernador un expriisata, Miguel Angel Yunes, teniendo un camino pavimentado por tantas triquiñuelas de su antecesor Javier Duarte. En este caso desde Los Pinos se hizo la chamba para que el PAN permeara de azul la entidad, dejando hacer y deshacer en el delicado tema de corrupción al hoy prófugo de la justicia.
Porque durante seis años nadie llamó a cuentas a Duarte, ni tampoco Peña Nieto activó la Procuraduría General de la República para detener, si había todavía tiempo, el colapso tricolor al ritmo de La Bamba. Vaya, el planchado para la victoria del PAN fue impecable y almidonado.
En Coahuila, al menos que un milagro suceda, los escándalos alrededor del “moreirato” deberá ser un factor a favor del candidato del PAN a gobernador, Guillermo “Memo” Anaya.
Pero no habrá que desestimar que los hermanos Humberto y Rubén Moreria son “chuchas cuereras” como operadores electorales, no por nada gobernaron la entidad doce años consecutivos.
Sin embargo el tufo de corrupción de los Moreira huele desde Torreón a Ciudad Acuña, y de Saltillo a Piedras Negras, pasando por Monclova.
Que Peña Nieto quiera negar sobre una negociación entre PRI y PAN para entregar Edomex y Coahuila, “eso que se lo crea su abuelita”, diría mi abuelita.
Como también esa arenga triunfalista de Ochoa Reza de que el tricolor ganará los tres Estados en disputa este 2017. Eso mismo dijo Manlio Fabio Beltrones antes del 5 de junio pasado, con resultados rayando en lo catastrófico al perder siete elecciones para gobernador, nunca antes sucedido en el PRI.
Además de Tamaulipas y Veracruz, los albiazules ganaron Chihuahua, Durango, Quintana Roo, Puebla y Aguascalientes. Y ni el PRI metió las manos para detener esa locomotora. ¿O no quiso?
En Nuevo León cabe la posibilidad de una elección extraordinaria para gobernador si el independiente Jaime Rodríguez Calderón se lanza por la presidencial en 2018.
Y de concretarse ese salto cada vez mas difícil de cumplir porque las preferencias no favorecen a “El Bronco”, seguramente la pelea estaría entre el PAN y el PRI, pues en 2015 el electorado votó por un fenómeno que fue el exalcalde de García, más que por una nueva moda en las boletas, moda que difícilmente podría repetir el triunfo.
Con “El Bronco” candidato a Los Pinos, Nuevo León quedaría en el casi total desamparo para la causa de los sin partido, pues quién podría llenar esas botas: ¿Fernando Elizondo Barragán o Manuel González Flores? Éste último quizá menos probable por sus declaraciones desafortunadas.
Rodríguez Calderón tiene sus querencias en González Flores, pero sabe que Elizondo Barragán sería apoyado por los poderosos capitanes de la industria de Nuevo León, algunos de ellos que ya están subidos en el barco de AMLO.
¿En una elección extraordinaria el PRI pudiera recuperar Nuevo León? Pudiera suceder. Pero también al PAN no hay que descartarlo.
“El Bronco” tiene en sus manos el sartén por el mango los próximos nueve meses, pues anunció que en diciembre próximo tomará la decisión de irse o quedarse.
El irse dejaría a los electores que votaron por él muy sensibles de verlo renunciar porque estaría dejando trunco su proyecto a seis años.
Y quedándose, claro, cumpliendo promesas de campaña, mandaría un mensaje a sus contrincantes: “A los independientes no los den por muertos antes”.
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