Aunque muchos todavía sobre-venden el triunfo de Jaime Rodríguez, ahora Gobernador “Independiente” de Nuevo León y sigan festejando el hecho, la realidad es que los verdaderos “Broncos y Bárbaros” NO están en el norte, están en el sur de México.
En el Sur es donde ya existe una larga tradición de alternancias partidistas, traiciones e intrigas políticas, participaciones sociales históricas; pero sobre todo el hecho de que varios exgobernadores ya hayan pisado o se encuentren tras las rejas.
Es de todos conocidos los casos de ex mandatarios estatales de entidades como Tabasco y Quintana Roo, en donde los grupos de poder NO se andan por las ramas y saben que la máxima política que dicta que “las reses de hoy serán los carniceros del mañana” no necesariamente es aplicable; ante un estado de exigencia social y abuso de autoridad recurrentes.
Vaya, muchos siguen teniendo claro que el éxito social en sus gobiernos es mucho más redituable que el fracaso económico que pudieran registrar sus mandatos.
Mantienen esa asertividad social y política aderezada con sentido común al “oler” cuando la gente, cual si fuera circo romano les exige y ordena un simple y sencillo hecho: ¡Quieren ver sangre!
Y en el sureste, a diferencia del Norte de México, los líderes siempre llevan prisa porque saben que los ciudadanos no permtirán que les den atole con el dedo. Me atrevo a vaticinar que veremos primero a exfuncionarios de esa región luciendo el traje a rayas, que alguno del Norte de México.
Y es precisamente lo que se avecina en el sureste mexicano, en donde Gobernadores como Javier Duarte, de Veracruz y Roberto Borge, de Quintana Roo, siguen sin entender la cruda verdad al no ganar ni siquiera las casillas electorales en sus vecindarios, y de
repente se ponen un elegante esmoquin y tomar un violín para disponerse a seguir tocando como si su fiesta no hubiera terminado ya.
No entienden, que NO entienden… que es momento de recoger la basura que dejaron y que han convertido a sus estados en chiqueros nacionales, mientras que siguen buscando la manera de extender sus abusos de autoridad más allá de sus desastrosos sexenios.
Como si fueran los músicos del Titanic, no se dan cuenta, o al menos parecen no hacerlo, que el buque ya chocó con el iceberg y que es cuestión de pocos días para que se hunda y entonces salga a flote todo, absolutamente todo, lo que buscan evitar.
Un principio de sentido común asegura que la popó siempre flota; lo mismo sucederá en poco tiempo en varias entidades de México.
¿Jugar a las vencidas con los gobernadores electos que en breve serán gobernadores constitucionales?
¿Ponerles piedritas ridículas al nombrar a sus cuates en puestos estratégicos de carácter jurídico para blindarse y que les cuiden sus espaldas?
Suena a ponerse en medio de una autopista de alta velocidad esperando que no suceda nada. Es una acción que nadie en su sano juicio, ni siquiera pensaría hacerlo.
Siguen sin darse cuenta que la máxima vigente en la política mexicana que asegura que “Los amigos son de a mentiras y los enemigos son reales” aplicará en ellos hagan lo que hagan.
¿En verdad creen que sus cuates los apoyarán y seguirán queriendo y cuidándolos cuando sus complicidades fueron exclusivamente financieras?
En pocos meses les recordarán alegremente la célebre canción de los Tigres del Norte…”que al cabo ni parientes somos”…
Los hechos confirman lo que los ciudadanos de esas hermosas entidades siempre padecieron; abuso, corrupción, prepotencia, inseguridad, nula transparencia, conceptos muy urgentes de aplicar
en los gobiernos de nueva generación.
Es obvio, nunca estuvieron preparados para asumir y ejercer la responsabilidad que conlleva el gobernador, menos lo están para dejar el poder.
Muere el Rey… ¡Viva el Rey!