Reza el viejo refrán: La ciudad más limpia no es la que más se barre, sino aquella que procuramos mantener limpia.
La referencia a este dicho tiene que ver lo que ocurre en Monterrey, en Nuevo León y en México, donde crecen las denuncias contra funcionarios de todos los niveles por cometer supuestos actos de corrupción que provocan malestar social y en mayor medida está llevando a niveles de alarma la inseguridad. Cuando la casa no se mantiene “limpia” o está “desaseada” ninguna estrategia de comunicación podrá hacer que los gobernantes se salven de la lapidante opinión pública y por conscuencia no podrán hacer que suban sus índices de credibilidad.
La gente ya no cree. Eso es lo que debe preocupar a los gobernantes. La corrupción gubernamental y peor aún la policiaca está en un nivel intolerable. Los “estrategas” en comunicación gubernamental, si es que existen, creen que presentando planes generales de comunicación van a disminuir o detener los golpes que la prensa asesta a sus gobiernos.
Otros, que se dicen asesores políticos o en imagen también proponen “soluciones” a la mala imagen del gobierno, pero lo único que encuentran es una buena fuente de ingresos.
La mejor estrategia de comunicación que un gobernante son las acciones palpables contra todo aquello que despierta o provoca el malestar de la sociedad. La comunicación política no es una herramienta que permita a los gobernantes engañar al pueblo. La mejor comunicación política es la que el gobernante transmite con sus actos.
Por ejemplo, cuando un funcionario habla de austeridad y usa un valioso reloj o un lujoso autómovil ¿qué está comunicando? Que le valen ma… yúsculamente los programas de austeridad.
Iigual ocurre cuando un funcionario es exhibido entregando contratos millonarios, como ocurrió en Monterrey cuando se asignó, sin aval de los regidores, un contrato por más de 106 millones de pesos a Rental Master de México para hacerse cargo del mantenimiento de plazas públicas, según El Norte de enero 21 de 2010.
Otro caso es la investigación de Héctor Hugo Jiménez, director de Hora Cero, donde se asegura que la Corporación para el Desarrollo Agropecuario del estado adjudicó a Grupo Regio Obras S.A. de C. V., obras por 30 millones de pesos en el sur de Nuevo León.
Ambos casos nos dan la misma lectura: empresas recién creadas presuntamente para favorecer a un proveedor favorito. La inacción gubernamental contra funcionarios que presuntamente incurrieron en estos actos también comunica y, por más declaraciones que lleven a cabo los operadores de este tipo de actividades, calificadas como ilícitas por destacados abogados, difícilmente podrían pasar los detectores de la verdad.
La fórmula comunicacional que deberían seguir Fernando Larrazábal, alcalde de Monterrey y Rodrigo Medina, gobernador de Nuevo León, para atender estos casos, sería la de “que se investigue hasta sus últimas consecuencias y que se aplique todo el peso de la ley”, pero no ha sido así.
Aplicar el marketing político desde las esferas gubernamentales significa que los gobiernos deben ganarse una cuota de poder día a día con acciones de gobierno contundentes. Cuando un gobierno deja pasar un acto indebido y ese acto es cobijado desde la impunidad, toda comunicación de gestión deja de influir en el quehacer de las políticas públicas del Gobierno.
Ese es el motivo por el cual nuestras policías están infiltradas hasta la médula, porque cuando empezaron a presentasrse los primeros actos de corrupción no hubo una acción correctiva.
Necesitamos actos que verdaderamente comuniquen a la opinión pública hasta donde está comprometido un gobierno con la sociedad que le llevó al poder; actos que legitimen a los gobiernos; actos que brinden confianza; que ayudan a limpiar la casa. Lo demás es puro cuento.