
Si hay algo que afecta a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) es que todavía es trampolín de algunos personajes que la usan para escalar, sin méritos académicos o profesionales, pero astutos para conquistar lo que se proponen.
Uno de ellos se llama Mario Rojo, recién nombrado subdirector de asuntos estudiantiles de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, quien desde ese cargo prepara su estrategia para llegar más alto.
Rojo es más político que universitario; es más grillo que académico; basta con hacer un sondeo entre alumnos y ex alumnos para saber qué ha aportado a esa Facultad desde que una directora lo hizo su porro y maestro.
La Máxima Casa de Estudios no necesita de Mario Rojo en la prestigiada Facultad de Ciencias Comunicación, de donde han egresado brillantes profesionistas que él mismo se ha dedicado a manchar su imagen.
Cuando Ana Carmen Márquez, una psicóloga que el entonces rector Luis Galán Wong impuso como directora de esa institución, uno de sus incondicionales fue Rojo. Y juntos, a comienzos del nuevo siglo, planearon adueñarse de la Facultad teniendo el total repudio del plantel docente y estudiantil.
El desenlace fue que Márquez fue removida como directora antes de terminar su segundo periodo y en su lugar entró Roberto Silva Corpus, enviado a apaciguar las aguas por el nuevo rector, José Antonio González Treviño.
Rojo era uno de los testaferros de Márquez, como otros dos personajes de nombres Alain y Rigoberto. Por cierto, en esa polémica dirección de la Facultad hubo una denuncia por intento de violación que interpuso una alumna ante la Procuraduría de Justicia de Nuevo León.
Los tres, Mario, Alain y Rigoberto, pertenecían a la conocida “Banda de los Peugeot”, en relación al modelo de vehículos que los entonces veinteañeros usaban para asuntos privados, comprados con presupuesto de la Facultad y autorizado por su protectora, Márquez.
Rojo siempre ha intentado asustar con el petate del muerto a sus contrincantes y a los que se oponen en su camino, dizque por ser amigo de políticos y militar en el Partido Revolucionario Institucional.
En su más reciente frustrada participación electoral hizo proselitismo dentro de la UANL a favor de Felipe Enríquez, candidato a alcalde del PRI de Monterrey, quien aseguraba lo haría director de la Facultad.
Pero no fue necesaria la victoria de Enríquez para que alguien desde la Rectoría pusiera la brillante alfombra roja a Rojo para ocupar la subdirección de asuntos estudiantiles desde el pasado 14 de octubre.
Durante su presentación en el nuevo cargo, realizado en las instalaciones que se ubican en la Unidad Mederos, la directora Lucy Sepúlveda presentó a Rojo como si fuera un subdirector con amplios poderes de decisión.
“Me parece bueno el presentarles una nueva área, en este caso la subdirección de servicios estudiantiles que se encontrará ubicada en el edificio administrativo, en donde todos ustedes como estudiantes podrán presentar los proyectos que quieran realizar dentro de la facultad”, dijo Sepúlveda.
Por su parte Rojo señaló que esperaba que los más de 3 mil 500 alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación le enviaran a tiempo sus proyectos para tener tiempo de leerlos (sic), para que se lleven a cabo.
Quizá en Ciudad Universitaria no sepan que en 1999 Mario Rojo, con su cachucha del PRI, encabezó un grupo que quiso la dirigencia del frente juvenil revolucionario de Nuevo León. Perdió, hubo un enfrentamiento a golpes y fue detenido por la Policía.
Con esos antecedentes, sobre todo que como maestro de la Facultad nada tiene qué presumir en logros, alguien en Rectoría le está planchando el camino para sustituir a la actual directora, antes o después de terminar su primer periodo.
Twitter: @hhjimenez