Las imágenes de la tormenta tropical Manuel y del huracán Ingrid que destrozaron parte de nuestro país fueron muy difundidas y comentadas en Europa, provocando una ola de sincera emoción y compasión por los afectados. Si bien el Viejo Continente no está exento de catástrofes naturales, sus fenómenos climatológicos no suelen ser tan violentos y afortunadamente no existen pérdidas humanas y consecuencias materiales tan dramáticas. Pasado el choque emocional, y mientras las autoridades mexicanas empezaban los operativos de rescate de las poblaciones y de reconstrucción del país, las consecuencias a largo plazo de esta tragedia climática fueron analizadas por numerosos observadores europeos.
La más inmediata repercusión parece la más dura para las poblaciones desprotegidas: el aumento de los precios de los alimentos. En efecto, las lluvias destruyeron medio millón de hectáreas agrícolas y desde ahora se constata una multiplicación del precio de productos básicos como el tomate y el limón. En el caso de Acapulco, las secuelas del doble fenómeno meteorológico podrían ser fatales a la economía familiar que en gran parte depende del turismo, pues profesionales del turismo europeo señalan que sus clientes simplemente ya no contemplan la capital guerrerense como opción para vacacionar.
En general, el tema de los recursos preocupa: habrá que ver cómo los gobiernos consiguen los fondos suficientes para compensar las casi 2 millones de casas afectadas, así como las 2000 escuelas, las 75 carreteras federales y el sinfín de puentes destrozados… La ejemplaridad de los rescatistas y la generosidad de la población que dona productos y dinero en los centros de acopio no serán suficientes para compensar los daños provocados. El plan nacional de reconstrucción parece poca cosa en comparación con lo necesario, por mucho empeño que ponga el presidente Peña Nieto en promoverlo. Y como siempre en nuestro país preocupa que estos fondos especiales sean parcialmente desviados con fines personales…
Este tema financiero nos podría afectar a todos, incluso los que no sufrimos daños directamente en nuestra persona o en nuestros bienes, pues Ingrid y Manuel impactarán sin duda el resultado de la economía nacional este año. Como lo prevén analistas del Crédit Suisse, la crisis minimizará el crecimiento económico, y esto nos afectará a todos por las consecuencias sobre el empleo, las ganancias, las prestaciones sociales, la presión fiscal, etc. Por ejemplo, se estima que la reparación de las carreteras requerirá aproximadamente 40 mil millones de pesos; y únicamente en el Estado de Guerrero, las destrucciones costarán casi 5 mil millones de pesos según su gobernador. El problema es que la Secretaria de Hacienda explicó que su presupuesto para compensar las catástrofes naturales es de sólo 12 mil millones de pesos y el mismo presidente reconoció que no será suficiente…
Habrá que ver en qué medida los ciclones pesan sobre la agenda de reformas del gobierno federal, ya que este desastre vino a agregarse a la fuerte tensión social que azotó el país en las últimas semanas y que no pinta por disminuir si como lo hemos de suponer, se decide que las recetas fiscales del país – nuestros impuestos – tendrán que aumentar para compensar las destrucciones. Probablemente se tendrá que ajustar a la alza el precio del petróleo y esperar que sus altos precios no disminuyan… Todo esto en un contexto de depresión macroeconómica con dos revisiones a la baja de la perspectiva de crecimiento para este año 2013. Desgraciadamente, parece ser que los partidos tratan de forma innoble de sacar ventajas partidistas de la desgracia del pueblo, pues ya empezaron a pelear para descreditarse mutuamente acerca de si sí se emitió la alarma a tiempo o no por parte de las autoridades (olvidando que en este caso están responsables tanto las dependencias federales que las estatales y las locales).
Ahora empieza el desafío de la reconstrucción. ¡Y vaya que constituye un gran reto! Por ejemplo, vimos en Monterrey que todavía no se compensan los daños provocados por Álex en 2010 y que después de aquel huracán, varias obras públicas “reconstruidas” fueron de nuevo destrozadas a las primeras lluvias intensas. Por lo pronto, urge mejorar la situación de los damnificados, especialmente los ubicados en zonas rurales, pues en cualquier momento pueden llegar nuevas depresiones del Pacífico y las consecuencias de los frentes fríos se empiezan a sentir. ¿Quién se hará responsable de los eventuales muertos en esta zona si vuelve a suceder un acontecimiento climático de tal magnitud?
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