El gobierno de Felipe Calderón Hinojosa no ha sido parejo cuando ha investigado crímenes que han exhibido a un país extremamente violento –dentro y fuera de México– y la incapacidad de su gabinete en materia de procuración de justicia.
El presidente y la Procuraduría General de la República han sido tan capaces como incapaces; han pasado de lo sublime a lo ridículo, y no batallan para pasar tan fácil de la luz a la oscuridad.
Cuando el 26 de junio de 2010 el país se sacudió con el asesinato del entonces candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, hubo la confianza que se daría con sus autores en un corto lapso, pero ha pasado un año y no hay absolutamente nada.
La PGR, tan eficiente en otros crímenes, ha estado cruzada de brazos y responde que, efectivamente, después de 365 días de investigaciones (según la dependencia): “no hemos logrado identificar al grupo delictivo o probables responsables que perpetró el homicidio de Rodolfo Torre Cantú”.
Pero otros hechos evidencian a la PGR y a otras dependencias federales como muy capaces: hubo detenidos en las dos masacres de San Fernando, Tamaulipas, de 2010 y 2011, y presumen haber metido a la cárcel (o matado) a 21 de los 37 principales cabecillas de los diferentes grupos del crimen organizado, en lo que va del sexenio.
Cuando cayó el avión donde murió Juan Camilo Mouriño, entonces secretario de Gobernación y presidenciable del PAN, junto a otros colaboradores, se resolvió que fue un error del piloto lo que ocasionó la tragedia. Y caso archivado.
El martes 15 de febrero pasado fue muerto el agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés), Jaime Zapata, junto con otro empleado de la Embajada en México, y pocas horas después la PGR presentó a los presuntos ejecutores.
El hecho se registró en una carretera del céntrico Estado de San Luis Potosí, y ante la presión del gobierno de Washington el doble asesinato fue resuelto con prontitud.
Pero también el gobierno federal ha demostrado su incapacidad cuando intenta dar golpes mediáticos previo a las elecciones donde el PAN saldrá derrotado, como sucedió con el arresto y posterior liberación de Jorge Hank Rhon, en Tijuana, acusado de acopio de armas de uso exclusivo del Ejército.
Lástima que Torre Cantú no pertenecía al PAN, porque seguramente la PGR hubiera resuelto el caso hasta con asesinos inventados, ahora que aprendió mañas del viejo PRI.
Y antes los panistas se asustaban.
MéXICO FESTEJABA Y NUEVO LEóN SANGRABA
El campeonato de los niños mexicanos Sub 17 fue un bálsamo ante tanta violencia que sufre México desde hace año y medio, que se dio en un fin de semana donde hubo más de 100 muertos, 20 de ellos acribillados horas antes en un céntrico bar de Monterrey.
Es el segundo Mundial de Futbol de la categoría que conquista el seleccionado tricolor en sólo seis años, como lo ha hecho Argentina o Brasil en el pasado y en otros torneos de la FIFA, y que tuvo un sabor patriótico al conquistarse en el Estadio Azteca.
Y fue precisamente Monterrey, la noche de ese domingo, donde los festejos no fueron como se esperaban, ante el luto silencioso provocado por las balas y la sangre que se derramó otra vez por esta absurda guerra por el control de rutas y territorios entre bandas del crimen organizado.
A la Macroplaza -punto de reunión de los aficionados cuando de celebrar se trata- apenas llegaron unas decenas de aficionados para celebrar el bicampeonato de México en el Mundial de Futbol Sub 17.
Hasta las televisoras nacionales se dieron cuenta y no hubo los acostumbrados enlaces al corazón de Monterrey, donde había más que lamentar… que celebrar, aunado al miedo de la gente para salir a las calles.
La Sultana del Norte ya no es la misma. Ojalá sus habitantes se despierten pronto de esta pesadilla.
Twitter: @hhjimenez