La intolerancia de los chairos sigue haciendo ver muy mal al gobierno de López Obrador. Esos entes radicales no aceptan que la democracia se sustenta en la diversidad de sentimientos y de voces en el tinglado político. Por eso se lanzan como abejas africanas en contra de todo aquel que critica u orienta a su caudillo. Y, como éste, de inmediato tipifican como enemigo a quien no está de acuerdo con la conducción de México en algunos asuntos que nos competen a todos.
Los chairos creen infalible a su guía. Y por eso no solamente descalifican sino que amenazan y atacan desde las redes o por otros medios a todos aquellos que le encuentran defectos a AMLO o no están de acuerdo con todas sus decisiones, muchas de ellas basándose en asambleas a mano alzada o mediante encuestas manipuladas. Y esos chairos no dan oportunidad a nadie de externar sus puntos de vista, aunque sea con todo respeto, simplemente porque desentonan del punto de vista oficial. Quieren que todo mundo acepte que Manuel Bartlett es un pulcro político, incapaz de mentir en su declaración de bienes e impoluto servidor público cuya riqueza inmobiliaria y sus millones de pesos escandalosos no se prestan para sospechar que son fruto de la corrupción. O que la refinería en Tabasco y el Tren Maya son obras indispensables para el desarrollo del sureste, y que la creación de los bancos del bienestar en zonas marginadas es la solución para la entrega de dinero a los pobres y mayores de edad e incapacitados. Prohibido cuestionar a la esposa de John Ackerrman, gran cuate y consejero del tabasqueño, quien fue puesta en la Función Pública para obedecer las consignas del señor presidente, ni se puede suponer ingenuamente que el raterillo ex embajador en Argentina está disculpado de su cleptomanía por el hecho de ser “hermano del alma” de quien lo designó al amparo del amiguismo también. Menos, mucho menos, se debe cuestionar la insensatez de echar abajo el aeropuerto de Texcoco y encapricharse en terminar el 21 de marzo del 2021 el de Santa Lucía, así como tener arrumbado el avión presidencial pagando una renta estratosférica por su estacionamiento.
Con mayor razón esos chairos centraron hace poco su furia contra el comediante Andrés Carranza, mejor conocido como “El Costeño”. Lo asediaron por todos los frentes y prometieron pegarle donde más le duele, al destruir la publicidad que promovía su presentación en Acapulco el fin de año. Pero, lo peor, hubo un embozado que le aseguró que le podría pasar “un accidente”. Todo porque el popular personaje se quiso hacer el chistoso al comentar ante numeroso público que “Andrés Manuel es como el pito, se para a las 6 de la mañana a lo puro pendejo”.
Y, para colmo de males, respondió a los que desaprobaron su atrevimiento de esta manera: “La chairiza se ofendió por hacer chistes del presidente: amenazas, insultos y descalificaciones… Perdonen por no haber asistido al adoctrinamiento donde enseñaron que todos debíamos estar de acuerdo”. Y remarcó su criterio así: “Ó sea que el presidente si se puede reír de nosotros ¿y nosotros no podemos ya ni siquiera reírnos de cómo él se ríe de nosotros para con la risa desdramatizar todo esto por que se ofenden?”
Luego reveló una gran verdad, al enfatizar que todos los presidentes han sido objeto de chistes, aun en el tiempo del sistema autoritario cuando el partido hegemónico y casi único tenía controlados de más a los medios de comunicación. Aun en estas circunstancias, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría sumaron infinidad de referencias, inclusive ofensivas a su persona o a su actuación, y no se diga Miguel de la Madrid, cuando se escondió después del terremoto de septiembre de 1985. Y qué decir de Carlos Salinas de Gortari que fue cliente frecuente de la revista “Proceso”, igual que Ernesto Zedillo, Felipe Calderón y, no se diga, últimamente Enrique Peña Nieto.
De ahí que Carranza “El Costeño” sostiene que los chistes sobre AMLO ni siquiera son exclusivos de él, los hemos repetido sexenio tras sexenio; nomas le vamos cambiando el nombre porque la historia siempre es la misma.”Es un absurdo que en México hayan visto un pinche lago donde no lo hay y un puto cerro donde sí hay. Así es el régimen ahora”, remató el comediante.
Es cierto que al “Loco” Valdés le cayó la guillotina cuando hizo un chiste en TV, pero fue sobre Benito Juárez. De ahí que “el Costeño” ha hecho suya una consideración del periodista Marco Levario Turcott en torno a que “el populismo autoritario de AMLO busca que prevalezca un solo pensamiento y descalifica a los medios aunque mienta a diario, y en las redes sociales quiere inhibir la libertad de pensamiento con bots y troles que calumnian. Pero no lo va a lograr”.