Debo confesar que me gusta mucho el futbol.
Desde hace años sigo a mi equipo preferido: el Santos Laguna, que me ha hecho sufrir y disfrutar alegrías por sus logros y yerros en la cancha.
Gozo mucho lo que hay alrededor del juego, especialmente la carrilla que se da entre amigos, quienes por medio de las redes sociales nos intercambiamos memes, burlas y bromas sobre lo más reciente de la jornada.
Y aunque tampoco puedo decir que soy un experto, creo que me defiendo al momento de analizar este deporte.
Sin embargo, en el par de años que he residido en Monterrey, debo decir que ha ido creciendo en mí un fastidio hacia esta actividad.
Y no es culpa del juego, de mi equipo o sus rivales. Toda la responsabilidad de esta molestia es de los medios de comunicación regiomontanos. Todos.
Quienes siguen este deporte saben que la sal y pimienta de la jornada previa a los partidos son los análisis, los chismes de vestidor, las controversias baratas de que si un jugador dijo tal o cual cosa, o si el entrenador sabe o no colocar a su plantilla en la cancha.
En Nuevo León esta cobertura es enfermiza, invasiva, adictiva, convenenciera, mentirosa, exagerada e hipócrita.
Aquí se eleva a nivel de dioses a simples humanos y se desprecia todo lo que no sea azul y amarillo o azul y blanco.
Me ha tocado escuchar en la televisión aberraciones como que los Tigres son “el Real Madrid de México” y que “la liga les queda chica”.
He leído en los periódicos cómo mucho antes de iniciar la temporada, más de dos exigen que le entreguen el trofeo de Campeón a los Rayados, pues tienen una nómina superior al Producto Interno Bruto de cualquier país africano.
Y que conste que mi afición lagunera no me nubla.
Nadie puede negar que lo que se dice y se escribe en los medios locales sobre Tigres y Rayados cae en el exceso.
Pero no soy ingenuo, sé cómo funcionan los medios de comunicación y si la cobertura es así, es porque la gente quiere que esas cosas se digan en la tele, el radio y los periódicos, disfrutan sintiéndose superiores al resto de México, aunque solo sea en el discurso y el futbol.
En Monterrey se vive esta enajenación tan fuerte, que queda claro que estamos en un punto en que ni Tigres, ni Rayados, necesitan promoción.
El problema es que los medios, escudados por aquello de que dan lo que la gente quiere, han ignorado a otros deportes, como si en la ciudad solamente existiera el futbol.
Y no hay problema, tampoco se trata de que le den promoción gratuita al basquetbol y beisbol profesional, que son negocios y, se supone, deben de generar ingresos que les permita pagar publicidad.
El problema es que los medios ignoran esfuerzos tan loables y dignos de reconocimiento como lo fueron los chicos de la liga Epitacio “La Mala” Torres, quienes representaron a México en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas.
Estos muchachos portaron los colores de México en un torneo internacional que goza del patrocinio y cobertura de medios de todo el mundo, incluyendo ESPN, que transmite los partidos en vivo.
Estar en la Serie Mundial no es cosa menor. De aquí han surgido verdaderas leyendas del beisbol.
Sin embargo, para los medios de Monterrey estos niños no existen y si los llegan a voltear a ver, es para dedicarles dos párrafos que aparecerán perdidos en los interiores de las secciones deportivas.
Y que nadie se engañe, en este torneo hay dinero… muchísimo dinero.
Basta decir que Adidas patrocina los uniformes y que Easton entrega, gratuitamente, miles de dólares en equipo a los participantes en este torneo.
Las pautas publicitarias en las transmisiones de ESPN están rebosantes, las ventas por concepto de souvenirs, gorras y playeras llegan a los millones… quizás más de lo que generan tres cuartas partes de los equipos participantes en la Liga MX.
Estoy casi seguro que la venta de las camisetas de los equipos de México, Latinoamérica, Caribe, Este, Oeste, por mencionar algunos, fue infinitamente superior a lo que venden en todo un año escuadras como el Necaxa, Gallos Blancos, Pumas y hasta las Chivas… por mencionar algunos.
Entonces estamos hablando de un torneo donde no hay pobreza.
Aun así, ni la codicia es suficiente para romper con la indiferencia de los medios regiomontanos, quienes siguen tercos en hacernos creer que en esta parte de México sólo existe el futbol.
Mientras tanto, decenas de jóvenes deportistas seguirán siendo ignorados, ofreciendo en silencio y sin nadie que los apoye su sudor y lágrimas para poner muy en alto el nombre de Nuevo León.
¡Cuánta ingratitud, me cae!