La desgarradora imagen del niño kurdo de Siria Aylan Kurdi, de 3 años, inerte, boca abajo en la playa de Turquía, sigue sacudiendo conciencias; es ya un ícono de la desgracia que padecen desde hace muchos años millones de desplazados que tienen que abandonar sus países sumergidos en encarnizadas guerras.
Pero, más allá de la indignación colectiva por todo, o gran parte del mundo, más allá de los dibujos que han inundado las redes sociales, los pensamientos, los poemas en honor del niño que representa a tantos y tantos que han muerto o que están expuestos a morir, ahogados, asfixiados en la migración o por las balas asesinas en su país, más allá de nuestros lamentos, es urgente que todos actuemos para que no haya más Aylans en ningún lugar del orbe.
Para esto hay que entender el mayúsculo problema que aqueja a millones de sirios, kurdos, iraquíes y libios.
Ellos padecen guerras, guerras que nunca declararon a nadie y en medio de la cual en cualquier momento pueden fallecer. Amén de que es imposible vivir en ciudades destruidas donde la producción y la economía están deprimidas.
Allí el negocio es de altos intereses, con la injerencia acostumbrada que han tenidos países como Estados Unidos, parte de Europa, Arabia Saudí, Israel y Turquía, quienes desde 2011 promueven la guerra interna en Siria en contra de Bashar Asad, financiado de paso al grupo sunita terrorista Estado Islámico.
A consecuencia de ese infierno, la gente, como la familia de Aylan saltan literalmente al mar en endeble embarcaciones con la consigna de acercarse a Europa y buscar seguir viviendo. Algunos naufragan.
Tan solo este año unas 350 mil personas se han emigrado de su país a través del mar Mediterráneo, de acuerdo con la Organización Internacional de Migraciones (OIM).
Durante la semana del naufragio reciente de las dos embarcaciones, incluyendo en la que viajaba Aylan, su hermano Galip, de cinco años y sus padres Rehan y Abdulla (de los cuales sólo sobrevivió el papá) Grecia recibió 23 mil personas. De éstas, 5 mil 400 fueron rescatadas en el mar y 55 fueron halladas sin vida.
De ese tamaño es el problema de esos países desgraciados por las infames guerras.
Aquí se trata del fenómeno desplazamiento forzado. No es que la gente quiera cambiar o mejorar de vida. No, se huye de la maldita guerra.
Como diría el niño sirio Kinan Maslmeh, entrevistado en el marco de la reciente tragedia: “Sólo paren la guerra, y no necesitamos ir a Europa”.
En esta realidad, si la guerra continúa, como es de esperarse, si los países injerencistas siguen metiendo allí sus narices y si los organismos internacionales se siguen mostrando incapaces para revertir la situación, adultos, ancianos y niños seguirán muriendo en el mar, y con ello, la humanidad entera estará naufragando.
En efecto, gente de poder económico y hasta pobres, como el ex presidente uruguayo Pepe Mujica hacen lo propio para dar asilos y facilidades de viajes a desplazados, pero la crisis mundial demanda hoy un parteaguas y una serie de decisiones contundentes a nivel global, para atacar el problema de raíz.
Ahora, que si desde México se quiere aportar algo para los migrantes refugiados, se puede sumar al “Programa de Donantes Individuales” mediante el cual es posible aportar donativos para contribuir en el rescate de estas personas.
La ACNUR pone a disposición las vías para hacer una donación mediante una llamada, cuenta bancaria o desde la web. Por teléfono la comunicación es atendida en: el 5554-5534 (En la Ciudad de México)
También se puede donar en la cuenta bancaria del ACNUR en México: BANCO: HSBC BENEFICIARIO: UNHCR SPECIAL ACCOUNT (Siglas de ACNUR en inglés) SUCURSAL: TENNYSON (Polanco, Miguel Hidalgo) CUENTA: 4046612354 CLABE INTERBANCARIA: 021180040466123545.