Apenas Armando Archundia silbó el término del partido de vuelta de la Final entre Rayados y Santos, donde el conjunto regiomontano se proclamaba como nuevo campeón del futbol mexicano, en la mismísima cancha del Tecnológico nacía una nueva dinastía en nuestra liga.
Sí, y es que este cuarto título en la historia del Club de Futbol Monterrey no sólo vino a hacer estallar el júbilo de los más de 35 mil espectadores en el estadio, así como millones en la metrópoli regia, sino además puso a los albiazules en la élite de los más ganadores en la historia de los torneos cortos.
¿Porqué una nueva dinastía? Simple y sencillamente porque en los últimos siete años han cosechado ya tres campeonatos, además de dos subcampeonatos, y por si fuera poco en un lapso de 365 días alzaron dos veces la copa de campeón.
Sólo Toluca y Pachuca tiene más éxitos que Rayados en la historia de los torneos cortos, por lo que hoy se debe reconocer los logros de una institución que dejó atrás la mediocridad en la que vivió muchos años y encontró el camino para triunfar y hacer felices a sus aficionados, que por cierto en estos mismos siete años se ha multiplicado de forma extraordinaria.
Desde que FEMSA tomó las riendas del club y lo rescató de la bancarrota se marcó el camino que se debía recorrer para transformar su historia. Con la designación de Jorge Urdiales, como presidente, y Luis Miguel Salvador, en la vicepresidencia, además de José González Ornelas como consejero delegado, se forjó lo que hoy debe ser un modelo a seguir por otras instituciones, un proyecto en el que el trabajo, la honestidad y el deseo de triunfar estuvieron siempre por encima de cualquier deseo de hacer negocio y echarse a la bolsa unos cuantos dólares.
En estos momentos, y para coraje del centralismo que siempre ha existido en el futbol mexicano, Monterrey es la tierra del campeón, donde se juega el mejor futbol de nuestra liga, con un plantel de primer nivel y un entrenador que pareciera que todo lo que toca lo vuelve oro, como el Rey Midas.
Víctor Manuel Vucetich es el modelo del éxito, con seis títulos de Primera División, dos de Segunda y dos más de Copa. Ha disputado 10 finales en su carrera y todas las ha ganado. No por nada lo querían como técnico del Tri, pero al final él decidió quedarse aquí para seguir cosechando títulos y haciendo historia.
Es cierto que “Vuce” no lo hizo solo, pues en la cancha contó con jugadores comprometidos con su idea, que se la partieron para realizar sus indicaciones, a pesar de las críticas por la forma de jugar en la Liguilla.
Sería injusto ponderar a uno en especial, pero sin duda que se debe reconocer que Humberto Suazo marcó diferencia.
Es un jugador diferente a todos los que hay en la liga. Un depredador del área, un matón que no perdona a su víctima cuando la tiene al alcance, pero sobre todo un rayado a morir, que hoy tiene tatuados en la piel los colores azul y blanco y que seguramente todavía escribirá muchas páginas de triunfos en el futuro.
Jonathan Orozco, José María Basanta, Duilio Davino, Luis Pérez, Walter Ayoví, Neri Cardozo, Osvaldo Martínez, Aldo De Nigris, Ricardo Osorio y hasta el novato Hiram Mier, además del resto del plantel, se merecen este campeonato y ahora el reto será mantenerse por la misma línea, no conformarse con lo conquistado hasta ahora y seguir poniéndose metas altas.
Los Rayados vinieron a darle a nuestra Ciudad un momento de calma, de felicidad en medio de tanta violencia e inseguridad. De nueva cuenta hicieron que más de medio millón de regios se volcarán a las calles para festejar con ellos el título, algo que ya se está volviendo costumbre.
Vaya pues la más sincera felicitación a todos los que hicieron posible este campeonato, pues lograron que los ojos de todo el país estuvieran en Monterrey, que hoy es la tierra del campeón y que seguramente estos jugadores, cuerpo técnico, directivos y aficionados no dejarán que se escape de sus manos.
Hasta la próxima…