Los pobres son un filón de oro para ciertos partidos políticos en épocas electorales. Su voto tiene el mismo valor en la urnas que el de los ricos, los empresarios, los intelectuales, los académicos, los cultos, los “leidos” y los funcionarios públicos. Por eso la ignorancia, asociada a la pobreza, se vuelve terreno fértil para la dádiva y la cooptación a la hora de los acarreos.
El problema es comprobar la pobreza. Y es entonces que el gobierno falla, a veces, a la hora del reparto de prebendas y beneficios, como ha quedado comprobado en la entrega de pantallas en una caja donde está inscrito el eslogan de Peña Nieto: “Mover a México”.
La razón es que en este generoso reparto fueron incluidas todas las personas que pertenecen al programa de “65 y más”, pero resulta que hay casos de mujeres mayores de edad que gozan de este beneficio a pesar de ser, muchas de ellas, esposas de varones que inclusive tienen una doble pensión: la del IMSS y la de Ferrocarriles o del sistema bancario o de Telmex o de Pemex, etc.
Esas mujeres de edad madura, en efecto, no tienen pensión alguna porque pertenecen a esa generación de antaño cuando el matrimonio exigía de ellas tiempo completo y exclusivo, de suerte que al participar en la famosa “despedida de soltera” de aquellos tiempos significaba también la despedida de la empresa o del negocio, porque no se acostumbraba que un ama de casa siguiera trabajando, pues su dependencia casi siempre era absoluta del esposo.
Así es que sí se trata de mujeres que no tienen pensión en el IMSS por sí mismas, y sin embargo sus maridos están bien forrados con prestaciones extensivas a su cónyuge. Viven inmejorablemente y cuentan con inversiones mancomunadas en virtud de su matrimonio que no es por bienes separados. Además, muchas de ellas son mamás de hijos ricos, con solvencia económica de lo mejor.
Por eso en la entrega de dichas pantallas esas mujeres llegan en vehículos de lujo y se dirigen a colonias de clase media alta sin un mínimo remordimiento de conciencia, porque simplemente están aprovechándose de un gobierno dadivoso y despilfarrador que no acepta esas fallas horrendas ni se convence de que es mejor enseñar a la gente a pescar y no acostumbrarla a que viva estirando la mano para recibir pescado gratis.
El gobierno no rectifica tampoco otra falla garrafal al dejar fuera de esta dádiva a mujeres que sí están en la pobreza pero gozan de una pensión ridícula por ser viudas de trabajadores de salario mínimo. Es decir, esas personas acuden mensualmente por su raquítica pensión de dos mil pesos y al estar registradas en el IMSS con esta prestación las margina del reparto de pantallas y otros regalos del gobierno.
Es decir, injustamente a mujeres de recursos limitados se les niegan las pantallas pero sí se les entrega a mujeres ricas que se dicen pobres nada más porque su nombre no aparece en los registros del IMSS, pero sí el del esposo y de los hijos profesionistas.
¿Qué tiene de raro que, en estas circunstancias, ya haya quien ha ofertado su pantalla que recibió de regalo porque no tiene las dimensiones de las que han comprado para su hogar? Y, claro, las dan muy baratas porque después de todo no tiene marca y no les costó ni un cinco.
Y si le seguimos buscando hallamos casos de albañiles que se hacen pasar por pobres pero que no bajan sus pretensiones de cuatro mil pesos por semana al contratar cada trabajo, pero no entregan recibo ni pagan impuestos, e inclusive hay mujeres que trabajan aseando casas y ganan más que un profesionista aunque la sociedad las mire con misericordia por su careta de miserables. Y hay infinidad de reportajes periodísticos que señalan a pedigüeños callejeros que cuentan con propiedades y bienes al por mayor, así como se ha sabido que hay “reyes de la basura” que tienen cuentas bancarias monumentales.
Por eso, al no poder comprobar la pobreza de los abusivos, en cierta ocasión la Universidad Autónoma de Nuevo León se metió en un severo lío al detectarse que muchos alumnos becados estaban logrando las facilidades que daba la institución, pues llegaban a sus escuelas hasta en autos de lujo y vivían en Cumbres Elite o en Contry y Los Colorines.
De ahí que quien da ha de certificar antes la real pobreza del recipiendiario, y mediante un estudio de los profesionales de Trabajo Social certificar quién merece una ayuda o apoyo oficial. Pero si se trata de dar por dar con la mira puesta en ganar simpatías y votos en las elecciones, pues que los nurócratas sigan tirando el dinero de nuestros impuestos.