
Al terminar las fiestas decembrinas, iniciar laboralmente el año resulta un verdadero reto. Retomar el ritmo de trabajo, engancharse a una rutina laboral es difícil para todos porque las pausas por los días de asueto, o las vacaciones de fin de año, afectan a empleados y empleadores.
Pero el desgano no es lo único que aqueja a los trabajadores y, por consecuencia, a sus familias. En el mes de enero los mexicanos empezaron el año dándose cuenta que la vida es más cara, como sucedía cada año con los incrementos a los precios en los viejos gobiernos del PRI.
Y cuando muchos creímos que al ganar el PAN -en el 2000- la presidencia de la República viviríamos como Alicia en el País de las Maravillas, la realidad es que no hubo grandes cambios. Vaya, estamos peor porque antes los priistas nos recetaban andanadas de aumentos, pero desde el 2000 los panistas los acompañaron (los incrementos) con incontrolable violencia.
Después de las últimas 12 campanadas del 31 de diciembre, los mexicanos despertaron con un aumento salarial de 4.8 por ciento que, en comparación con las alzas que hubo a lo largo del último año, no sirve prácticamente para nada.
El negro panorama que se avecina con una avalancha incontrolable del aumento al precio de la vida, devorará ese miserable 4.8 por ciento de incremento a los salarios mínimos.
La cruda realidad del ciudadano promedio en el país de las eternas crisis económicas no vino luego de las posadas, sino con el continuo aumento a la canasta básica: leche, huevo, carne, tortilla, gasolina y transporte son más caros que el año pasado.
Eso sin mencionar los altos cobros de Teléfonos de México y en las compañías de telefonía celular, pues las telecomunicaciones son ya una primera necesidad para buena parte de las familias, quienes cada vez mas requieren de eficientes y modernos equipos y programas de cómputo, así como acceso a Internet.
Uno de los incrementos a los insumos de primera necesidad fue en la gasolina. Si el año pasado un propietario de un vehículo llenaba el tanque de cuatro cilindros con 200 pesos, ahora ni con 300 pesos podrá cubrir el trayecto semanal para ir a trabajar. Esa es la realidad con los mexicanos recibieron el 2010.
Y si quiere deja su carrito en la cochera para ahorrarse la gasolina, y tomar el transporte público, se dará cuenta que el servicio es cada vez peor, es mas caro e inseguro, porque en un semáforo en rojo un proyectil podrá incrustársele en la cabeza cuando se desate la guerra entre delincuentes y fuerzas federales.
Después de la crisis de 2004-2005, el 2009 fue el año más negro en la economía mexicana por la crisis económica mundial. Y ahora el 2010 no pinta mejores panoramas.
En enero, cuando hay que pagar deudas, tenencias, prediales, seguros de carros y de vida, colegiaturas, etcétera, las cabezas de cada hogar -sobre todo los más afectados por la situación económica-, tendrán que hacer verdaderos milagros para superar el primer trimestre.
Pero hay otro segmento de la sociedad que no sabe de crisis: los gobernantes que se hinchan los bolsillos haciendo negocios con los contratistas y proveedores, esos que religiosamente deben pagar el diezmo, es decir, el 10 por ciento del contrato que reciben a cambio de dar un servicio a la clase política.
Aprovecho para contar un hecho real, con dedicatoria para aquellos que se rasgan las vestiduras creyendo que solamente los gobiernos del PRI estaban llenos de roedores de largas colas, con dos patas, saco y corbata:
Un empresario quiso instalar su negocio en un terreno ubicado en un municipio del país gobernado por el PAN desde hace más de 20 años. Como necesitaba el permiso de uso de suelo el alcalde en turno le pidió un millón de pesos para él y 50 mil para cada regidor que debería aprobar el permiso en sesión de Cabildo.
Cuando todo estaba pactado en lo oscurito, el presidente municipal subió la tarifa a 10 millones de pesos para él solito y 100 mil para cada miembro del Cabildo.
El fin de la historia es que el trato no se hizo. El empresario, que tenía 10 millones de pesos y más, mejor se replegó.
Claro, esas historias durante 70 años de gobiernos del PRI eran el “PAN” de cada día. Y ahora con el PAN sólo cambiaron las siglas y los nombres de los personajes, porque la deshonestidad es igual… o todavía peor.
Lástima. Ojalá llegue el día en México en que los dineros públicos sirvan para hacer ricos a los que nunca lo fueron, con triquiñuelas que no están al alcance de los pobres.
Y regresando al tema, según los especialistas en economía, pasando el primer trimestre del año la situación deberá ser menos precaria, con la ventaja de que el Mundial de Sudáfrica nos podrá aliviar las penas.
Mientras tanto esperemos la llegada del cuarto mes del año entre impuestos, pagos y una gasolina cada día más cara, tengamos todos un feliz inicio de año nuevo.
Dios quiera que así sea.