
A lo largo de décadas, como seguidor del futbol, he presenciado el ascenso y caída de numerosos entrenadores a nivel de clubes y de Selección Nacional. Pero nunca había visto que crucificaran públicamente a ninguno, como lo acaban de hacer como Diego Martín Cocca, a quien la Federación Mexicana de Futbol le ha puesto clavos en palmas y empeines y lo han dejado desnudo y sangrante, pendiente de una cruz, para que la fanaticada le escupa. y apedree su cadáver.
Apenas al día siguiente de que terminara la penosa actuación del Tri en la Nations League 2023, donde obtuvo un deshonroso tercer lugar, Juan Carlos Rodríguez, comisionado de la FMF ha dado a conocer en redes sociales un video para despedir a Cocca, que desde ahora se inscribe en la galería de la infamia y del que, seguramente, se arrepentirá en algún día cercano.
Y no es que crea que el DT merezca seguir en el puesto. No dan espacio para un análisis sus números de tres triunfos, tres empates y una derrota, en apenas siete partidos disputados como estratega del combinado nacional. Por lo general, la versión oficial nunca es la verdadera y siempre se ocultan detalles de conversaciones definitorias que ocurrieron en una oficina y de las que solo se enteran los ejecutivos. Lo que cuestiono es la forma tan burda en la que se publica el despido, y el desdeño tan marcado que muestran los federativos por la inteligencia de los aficionados.
Quién sabe en qué universo alterno, La Bomba Rodríguez acaba de descubrir, como lo pronuncia desde su púlpito dorado, que “la credibilidad” es lo “más sagrado” para la afición, como si no supiera que, desde siempre, la Selección Mexicana es un instrumento manipulado por hombres de negocios que invierten en el futbol, para enriquecerse sin importar la imposición o remoción de jugadores, entrenadores, o la designación de calendarios, o la calidad de los rivales en los juegos de preparación.
En sus declaraciones torpes, muy digno, según él, hablándole “a los ojos” a los dolidos aficionados, Rodríguez explica que desde que llegó el argentino al timón del Tri en febrero, han detectado una falla generalizada en el combinado, con problemas de logística y falta de liderazgo como puntos críticos. Hablando en tono de aficionado dolido, más que como parte de la Federación, dice que nadie se sintió esta vez representado por la camiseta nacional y que no le gustaron las formas en las que los verdes fueron goleados por Estados Unidos, en la semifinal de la Copa. Insinúa que hubo jugadores “que quisieron bajarse del barco”.
En el colmo de la estulticia, con una declaración que provoca una risa amarga, en este momento aciago, Rodríguez se disculpa con ese aficionado “que vendió su coche o hipotecó su casa”, para ir al Mundial de Qatar. Como si Gerardo Martino, o el mismo Cocca, que no tuvo nada que ver con el fiasco en Oriente Medio, tuvieran la culpa de la irresponsabilidad de un adulto que gasta su patrimonio en un pasatiempo. O el fan es tonto o ludópata, y de eso nadie debe asumir el pecado, más que él, aunque el solidario federativo le sonría, granjeando su simpatía.
Luego hace un recuento, sin precisiones, de situaciones que “viciaron” este ciclo encabezado por Cocca, con una tormenta perfecta de “malas costumbres”, que mueven a suponer que hubo actitudes inquietantes, de cualquier catadura: inmoralidad, corrupción, mentira, traición, chantaje. Como no se precisa, se deja la puerta abierta para que entre cualquier suposición. Tal vez los jugadores apostaron a favor de perder; o metieron chicas en la concentración; o fueron sorprendidos drogándose en sus habitaciones; o se pusieron una guarapeta la noche antes del juego; o entre varios golpearon a Cocca. Cualquier conclusión puede surgir ante estas ambiguas acusaciones, que desatan una pirotecnia de posibilidades.
En la aberrante contradicción, dice el Comisionado Presidente de la Federación, en el cierre de su explicación, que el argentino y sus auxiliares son todos “unos profesionales”, como si segundos antes no hubiera mencionado que resultaron incompetentes para asumir la responsabilidad del equipo tricolor. Y pensar que fueron ellos los que sedujeron al che para que arrojara el arpa recién firmado con Tigres para escuchar el canto de las sirenas tricolores. Qué karma tan oneroso está pagando.
La serpiente se muerde la cola
Rodríguez, como ejecutivo de empresa, tienen una reputación de eficiencia bien ganada, en el área de medios de comunicación. Sin embargo, por esta vez, alejándose de la realidad, como si explorara argumentos en alguna región venusina, en su rapsodia se dirige a los dueños de los quipos a los que les dice, con solemnidad mortal, que su “entusiasmo e inversiones” ya no son suficientes, pues deben abrir los ojos y ver que el futbol ya no es un negocio, sino un “patrimonio” que le pertenece a la afición. Imagino a Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego, junto a los Martínez y los Orelgui, viendo este video en el galgódromo, mientras se echan unos whiscazos. Pienso en ellos carcajeándose, escupiéndose en las guayaberas de lino los tragos, por la risa que no pueden contener ante los disparates de este federativo que parece la vindicación misma del herido balompié, el heraldo que ha venido a traer las buenas nuevas, pues a partir de ahora, por obra y gracia de sus dichos, ya no serán toleradas las imposiciones y el mercantilismo en el conjunto azteca.
Todo el discurso parece una serpiente que se muerde la cola. El vocero dice que ahora sí el Tri cambiará, pero inicia la transformación con un discurso que no creerá nadie y, peor, que le hicieron que leyera los propietarios de los equipos a los que critica en lo que se ve como un entendido juego de hipocresías entre los verdaderos dueños del balón, para controlar los daños en el negocio más rentable del deporte en México.
O inicia una etapa de renovación en el Tri, lo cuáles es muy improbable, o La Bomba quedará exhibido como un hablador.
Aunque, la verdad, lo que resulte de sus dichos es irrelevante. La Selección seguirá con su calendario, los aficionados la consumiremos como producto y en el 2026, con la efectiva campaña hipnotizadora de siempre, nos darán esperanza de que ahora sí habrá algo más que un quinto partido.