Dos años tomó a Felipe Calderón desengañar al México conservador que aún es este país, del error que fue que esté en la Presidencia. Inicialmente por su ausencia de legitimidad, pero por probada ineficacia en el ejercicio de gobierno, desde hace dos años. La paradoja es que mediante una feroz campaña mediática, se presagió a los mexicanos una catástrofe de grandes dimensiones, si se le abría la puerta a la izquierda. La historia anticipada fabricada por los equipos calderonista y foxista se resumía a que de no votarse por el PAN, la gente perdería su casa, su carro, todo su patrimonio. Lo que ocurre es que además de perder todo lo anterior, la gente también está perdiendo la vida o en el mejor de los casos, la paz social.
El empresariado nacional apuntaló a Calderón creyendo que la izquierda acabaría con la empresa y perderían capital y ganancias. Pero al concluir el primer tercio del sexenio, los resultados son desastrosos.
La población conservadora, lo lamenta. Como en el cuento del ladrón que dice que el ladrón es otro, se toparon con que Calderón se trajo intacto aquel negro panorama que pronosticó, de no votar por él.
Los empresarios viven una situación más adversa, que la que creyeron evitar con la izquierda. La crisis golpeó a todos los niveles, también a las clases medias, con rudeza no vista hace muchos sexenios.
Con la crisis económica para la que no sabe ofrecer solución, una incontenible violencia que volvió cotidiana la inseguridad y una guerra perdida ante el narcotráfico, Calderón evidenció su falta de preparación para gobernar. Lo peligroso es que arrebató la esperanza, al permitir ver postrado al Estado.
Se instaló incertidumbre, impotencia y miedo. Como en la cultura priista esta “nueva clase política” dio por hecho que se trataba de llegar a la Presidencia, sin importar las condiciones poco claras.
No valoró que irritó a la mitad de la población que no lo votó y mantiene serias dudas de que aquel 0.5 por ciento de diferencia fuera real, ante lo sucio del proceso y de la elección.
Sus magros resultados desmienten que sí importa llegar respaldado por votos, más que por alianzas gordillistas, bajezas del Consejo Coordinador Empresarial o genios del lodazal en campañas españolas importadas. Ignorando la tensión acarreada con la duda de la elección, la minimizaron como irritación temporal. Pero a la tensión del 2006, la reaviva en 2008 la caída del poder adquisitivo y la inseguridad de las familias.
Como nunca, se enlazan crisis económica y de inseguridad, vulnerando al Estado. El desasosiego social cobra fuerza por la pasividad del gobierno que reta a secuestradores y narcotraficantes en vez de combatirlos con las herramientas del Estado.
No mide que del lado delincuente, no le responden con discursos, sino con muerte. Las noticias se llenaron de víctimas. Los criminales disparan con armas de alto poder, el gobierno ataca con spots en televisión y radio, la propaganda no desvía las balas.
¿Qué autoridad moral tiene un gobierno que arrebató el poder, para exigir honestidad a las fuerzas policíacas, corrompidas por los homicidas que tendrían que combatir?
Como las policías no pueden, involucra al Ejército al que no corresponde esa tarea. La sociedad asimiló que el gobierno no tiene un plan para modificar el entorno social y económico. De ahí su angustiante sensación de desamparo. En situación de indefensión por el PRI, la ciudadanía cambió al PAN, para encontrar lo mismo.
La decepción la hace considerar si entre ambos males, deba regresar al malo por conocido, que al bueno que está conociendo. Tampoco es que el PRD u otro partido de izquierda son los buenos. No hay partido bueno, hay ciudadanos que pueden informarse para vigilar a quién postula un partido y exigir candidatos avalados por su historial, no por la propaganda. Ni satanizar a la izquierda porque lo diga la derecha, ni extenderle un cheque en blanco. Menos a los que se disfrazan de “centro”. Vigilarlos, porque no se les puede dejar solos. La respuesta la tiene el ciudadano para exigir otro nivel de políticos que eviten lo que pasa con Calderón: la gente concluye que no hay gobierno. Pronto concluirá que tampoco hay Estado.
Al México conservador que teme los cambios, hoy lo alarma más la pasividad de la derecha, que los chismes sobre cómo gobernaría la izquierda. La crisis económica mundial atrapó a México en mal momento. Pero mientras en la cuna del neoliberalismo lo declararon agotado, y buscan otras alternativas, México está inmóvil. Es el único país sin plan de rescate para la población. Calderón estrangula todavía más a la mayoría, protegiendo monopolios; para el resto, el aumento número 30 en el precio de gasolinas y diesel, que rebasaron los precios de las gasolinas norteamericanas. En Estados Unidos el litro de gasolina cuesta 6.65 pesos mexicanos, en México 7.56 el litro. La política de “igualar” precios mexicanos de las gasolinas con precios internacionales, no la aplica para igualar salarios. El salario diario mexicano es de $50 pesos, el salario mínimo en Estados Unidos es de 7 dólares la hora.
La derecha panista, como la derecha priista que padecimos, no dimensiona una devaluación del 40 por ciento, una inflación de 6.18 por ciento, caída de 6.5 por ciento en las remesas, el desplome en los ingresos petroleros, como preámbulo a la recesión, al pasar los hogares mexicanos dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo. Ni que en octubre, 1.87 millones de mexicanos perdieron sus empleos. La devaluación del peso frente al dólar es el mayor desplome desde hace 13 años. La gran devaluación priísta en diciembre de 1994 fue de 65.75 por ciento, por lo que la actual devaluación panista es la más fuerte, desde entonces.
De la ineficiencia económica, a la ineficiencia en seguridad. El gobierno ofrecería resultados contra la violencia en 100 días, no cumplió. Los delitos del fuero común crecieron 8.5 por ciento, los secuestros cerrarán el año con más de mil casos. (La mayor cifra registrada desde 1997 con Ernesto Zedillo). El 2008 finalizará con 31 por ciento más de secuestros que en 2005. Después del asesinato de Fernando Martí, otras 25 personas secuestradas fueron ejecutadas.
Debe buscarse un crecimiento económico equitativo, para favorecer la cohesión social, concluyó la Ponencia del IMEF 2008: “México no sólo está atrapado entre dos mundos, sino que hay también dos mundos en México”. (El Financiero).
Si la clave es equidad, se explica por qué México se estancó y esa ausencia favoreció violencia y criminalidad. Pero la debacle anunciada no llegó con la izquierda, gobierna la derecha y hay un Estado ausente. Las fiestas navideñas y los aguinaldos no deben confundir a nadie: para el 2009 no habrá cuesta de enero sino anual.
El crecimiento estimado de 0.3 por ciento (hasta ahora) es crecimiento de nada. Al lugar donde fuimos conducidos ayudó lo que Naom Chomsky define como Manufactura del Consenso: los grandes consorcios mediáticos se alían con el gobierno y fabrican una realidad ficticia. Pero los consensos construidos, pueden desfondarse, si el pueblo lee. De otra forma, le conducirán creencias, pensamiento, percepción de la realidad y hasta prejuicios. El gobierno de Calderón ofrece dos años perdidos. La crisis económica y de inseguridad, prometen continuar. Muchos preguntan qué decisiones equivocadas tomó el gobierno, para que México se encuentre en el lugar donde estamos: el de la desesperanza, la frustración, la infelicidad, el miedo. No hubo respuesta.