Además del proceso de preparación de manejo de desastres y emergencias, existe el concepto de continuidad del negocio.
A diferencia del ciclo tradicional de preparación, respuesta, recuperación y mitigación, la continuidad del negocio se ocupa de planear y disponer de los recursos humanos y tecnológicos necesarios para garantizar que las operaciones continúen o se reanuden con el menor nivel de afectación posible.
En esencia, cuando se planea la continuidad del negocio existen cuatro pasos generales y consecutivos para desarrollar una estrategia exitosa: Análisis de Impacto en el Negocio, Estrategias de Recuperación, Plan de Desarrollo y Pruebas/Ejercicios.
Un ejemplo simple de continuidad del negocio es el contar con un generador de repuesto para garantizar que, en una carnicería, si llegara a explotar un transformador, se tiene energía de respaldo para conservar el producto y seguir con las ventas lo más rápido posible después del incidente.
Al arranque de los torneos varonil y femenil de futbol profesional, parece que el concepto de la continuidad del negocio les pasó de noche a los directivos de la Liga MX, quienes ya van perdiendo 1-0 el partido contra el Covid, incluso sin que aún se haya pitado el inicio del juego.
Por lo que se ve hasta hoy, la liga se enfocó en el negocio, se le olvidó la continuidad, y ni siquiera llegó a la etapa de análisis; peor aún, parece que la experiencia de los años pasados de poco sirvieron a los encargados de los protocolos de salud en el futbol profesional.
De haberse hecho una mejor planeación, se hubiera considerado que el virus y sus variantes continúan evolucionando en nuevas cepas, lo que implica que en algún punto del torneo habría cuarta o quinta ola de contagios masivos entre jugadores que, como ya sucedió en la primera jornada, obligarían a posponer o cambiar juegos, quizá en más de una fecha.
Encadenado a este riesgo, los directivos debieron haber considerado que este es año mundialista, por lo que jugadores extranjeros y nacionales -si están sanos- serán requeridos para el cierre de las eliminatorias con sus selecciones, mientras que sus equipos les exigirán cumplir en el torneo sin importar sea fecha normal, doble o pospuesta.
Además, los semáforos epidemiológicos de cada ciudad en la que se juega fútbol cambian constantemente, lo que impacta a la liga porque puede que, como probablemente va a ocurrir, en un mismo fin de semana en Guadalajara se juega con 25 por ciento de aforo y en Monterrey se cierran los estadios.
Otro gran descuido epidemiológico ha sido la relajación de las burbujas de confinamiento para los jugadores, quienes lo mismo se ven cantando en conciertos que dando entrevistas sin cubrebocas.
Y aunque voces de analistas y comentaristas deportivos argumentan que los efectos y consecuencias de la variante Ómicron son “menores” en comparación con las variantes anteriores, por lo tanto, no existe riesgo tan elevado, la realidad es que la Organización Mundial de la Salud ha estado alertando de los “conocidos desconocidos” (las cosas que sabes que existen, pero no tienes toda la información de ellas), de las nuevas cepas; esto es que todavía es poco lo que se sabe de riesgos y potenciales efectos tanto de contagio como en la salud de los que se enfermen.
Si las cosas siguen como van, la probabilidad de que el negocio del fútbol se demerite además por la baja en la calidad de los partidos, debido a la necesidad de parchar equipos con reservas o titulares fuera de forma regresando de aislamiento es latente.
Entonces, el aficionado que vaya al estadio si las condiciones irresponsables de los gobiernos y la ambición de los clubes lo permiten, no tendrá empacho en abuchear, ya encervezado, la mediocridad de los encuentros. Finalmente, en el análisis de impacto también se tiene que considerar la responsabilidad social de los clubes, que ya se ha expuesto bastante por mis compañeros columnistas de Hora Cero Deportes, al rebajar los controles de prevención entre los que asistan a los estadios como ya se ha dado cuenta.
Los modelos epidemiológicos han alertado sobre la posibilidad de contagiarse en las gradas y el terrible impacto que esto le va a dejar a los sistemas de salud locales al saturar hospitales, postergando cirugías y cancelando citas no relacionadas con Covid.
En un estado de emergencia sanitaria mundial como la que se sigue, la continuidad del negocio más práctica en el futbol sería el haber reducido fechas, volver a un modelo de torneo por grupos que reduce los playoffs, fortalecer las burbujas de confinamiento y convivencia de los jugadores y cuerpo técnico, así como reforzar los protocolos de sanitización y la distribución de aficionados en los estadios; incluso el restringir la entrada a solo personas vacunadas con al menos dos dosis, que deberían de presentar certificado en la entrada.
También, por las circunstancias extraordinarias, la venta de cerveza debería de ser limitada para reducir el uso de los baños y hasta la posibilidad de riesgos de seguridad, que con los niveles de stress que nos andamos soportando con el sube y baja emocional de la pandemia hay que ponerle atención al consumo de alcohol. El futbol profesional es necesario para el entretenimiento social, pero con responsabilidad.
El futbol profesional es un negocio donde se invierte, y mucho. Hay que cuidar la inversión garantizando su continuidad con calidad y solidaridad para quienes lo practican y quienes lo observan, especialmente en tiempos de incertidumbre y emergencia sanitaria como los que enfrentamos. v
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Luis Horacio Nájera, periodista con 31 años de experiencia en coberturas deportivas y de investigación. Receptor de premios internacionales en Canadá y los Estados Unidos.