Jacobo Zabludovsky fue finalista en la selección de candidatos dentro del rubro de Comunicación y Humanidades del Premio Príncipe de Asturias español, que finalmente acaba de ganar la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz, de acuerdo con Javier Garciadiego Dantán, presidente del Colegio de México.
Este Premio, que es el equivalente al Nobel, no ha tenido a muchos mexicanos entre los finalistas, expresó Garciadiego, pues se podrían contar con los dedos de una mano, y por eso es de enorme mérito para Jacobo haber tenido dicha distinción en este fin de año 2013, aunque no lo haya ganado.
El periodista, nacido en La Merced, se ha sabido hacer de múltiples reconocimientos por su trayectoria en los medios, ya que inició su carrera en 1950 al redactar el primer noticiero en la televisión mexicana y refrendó su imagen de comunicador excepcional durante casi 30 años al frente de “24 Horas”, en el horario estelar de Televisa, noche a noche.
En la Casa del Estudiante de Madrid, el lunes 18 de noviembre, Javier Garciadiego dio a conocer la noticia que ha de ser timbre de orgullo para todo el país, pues Jacobo no ha dejado de picar piedra en los medios no obstante la controversia que suscita por su servilismo ante el poder político en la etapa del partido único y hegemónico, y a pesar de su edad de 85 años, cuando otras personas ya están gozando su jubilación o su capacidad ha mermado para competir en los medios informativos, ahora con mucha más libertad de opinión.
La Casa del Estudiante en Madrid, por cierto, es un recinto especial que fue cerrado al inicio de la Guerra Civil en España a partir de julio de 1936, y en septiembre de ese mismo año el intelectual mexicano Daniel Cosío Villegas intervino ante el Presidente Lázaro Cárdenas para que se abriera la Casa de España en nuestro país, a fin de recibir a 12 personalidades del ambiente académico, científico y artístico con el fin de que impartieran cátedra de su especialidad, como María Zambrano, la única mujer del grupo.
Así fue como en 1938 inició la Casa de España en México a dar cobijo a otros renombrados intelectuales que huían de la conflagración interna desatada por Francisco Franco, además de muchas más personas de todos los estratos sociales que llegaron a nuestra tierra por barco desde distintos sitios de Europa.
Y en 1940, ya con el escritor Alfonso Reyes en su domicilio de la capital tras haber dejado en 1939 la Embajada en Brasil, se asoció su impulso con el de Cosío Villegas para encontrar eco en todas partes a fin de que la Casa de España se convirtiera en el Colegio de México teniendo después la Casa del Estudiante en Madrid como su sede en España.
Así es que en el marco de las celebraciones en la capital española la noticia en torno a Jacobo Zabludovsky no pudo ser tan completa como los mexicanos hubiéramos deseado, pero su sola nominación al Premio Príncipe de Asturias es de enorme trascendencia para presumir que uno de los nuestros llegó a una “final” tan poco común entre la crema y nata de las luminarias del pensamiento y las artes en general.
El Premio Príncipe de Asturias fue promovido en 1991 para refrendar los valores científicos, culturales y humanísticos, y el primer mexicano en recibirlo fue el historiador Silvio Zavala en 1993 en el rubro de la Comunicación y Humanidades, como ahora estuvo a punto de ser recipiendario Jacobo, pero se lo ganó la fotoperiodista Annie Leibovitz.