
En el mundo globalizado, interconectado e instantáneo en el que hoy se vive, la inteligencia deportiva en un equipo de futbol es indispensable, y con los adelantos tecnológicos que existen, debería de ser casi infalible.
Por un lado, la inteligencia deportiva permite, en conjunto con el cuerpo técnico, encontrar las posiciones en el campo que hay que reforzar de acuerdo a los análisis de rendimiento individual.
También, la inteligencia deportiva se encarga de encontrar, seguir y confirmar que los jugadores seleccionados sean desde los algoritmos y estadísticas, los adecuados para reforzar, complementar o reemplazar a quienes no den el resultado que se espera.
Lamentablemente, en un medio donde hay tanto dinero de por medio y muy poca transparencia en su manejo, la inteligencia deportiva en un equipo funciona hasta donde la estupidez y la ambición se lo permiten.
En el futbol mexicano es bien sabido, incluso se supone que hay o habrá una investigación federal ordenada por el presidente para detectar corruptelas, que los negocios del futbol son todo menos claros.
El ejemplo más visible ha sido el Cruz Azul, en donde torneo a torneo se firma cada petardo que a los únicos que dejaba contentos eran, o son, los promotores y los directivos que se quedaban con muy generosas tajadas.
No conozco a detalle la organización de los Tigres de la UANL para decir con certeza si cuando se fueron Ricardo Ferreti, Miguel Angel Garza y Alejandro Rodríguez hubo cambios en el área de inteligencia deportiva. Más aún, no sé si la llegada de Culebro y su equipo también modificó la forma de buscar nuevos refuerzos para el equipo, al tiempo que de a poco prepara la salida de su gran goleador y de su mejor portero.
Lo interesante es que en la administración Culebro, los Tigres ya cambiaron cuatro veces de técnico -incluyendo al “Tuca”- y los refuerzos que han llegado en su mayoría han sido más mediáticos que eficientes.
Algunos no juegan por lesión como Vladimir Loroña, otros como Juan Pablo Vigón, Nicolas Ibañez, Diego Laínez y Sebastián Córdova no terminan de dar el ancho, y ni que decir de Florian Thauvin, que llegó por la puerta grande y se fue por la ventana de la cocina. Hasta ahora, solamente Fernando Gorriarán, Samir Caetano y Jesús Angulo han puesto la cara por el equipo.
¿Qué tanto tuvo que ver la inteligencia deportiva y que tanto la mano negra de los promotores, amigos y socios tuvieron que ver en estas contrataciones? No lo sé, pero perder el clásico regio seguramente reavivó en muchos aficionados de los Tigres la nostalgia de la época cuando Ferreti, Garza y Rodríguez administraban al equipo.
¿Qué tanta inteligencia deportiva había con ellos? Desconozco, pero de seguir así las cosas, no puedo dejar de pensar en aquellos años negros de Tigres cuando la inteligencia, la deportiva y la directiva, brilló por su ausencia.