
Así terminaron los Tigres ante Atlas, derrotados y con los 40 mil aficionados en el Universitario pidiendo la cabeza de Daniel “Leónidas” Guzmán.
Y es que a media semana el entrenador felino se aventó la puntada de decir que su equipo jugaría ante los tapatíos como aquel glorioso ejército de Esparta, donde 300 guerreros hicieron frente a los Persas y los contuvieron en un principio, pero lamentablemente al final fueron vencidos y su líder, Leónidas, asesinado por sus rivales.
Todo indica que a Guzmán le platicaron a medias la película de “300”, la cual toca el tema de los Espartanos, o bien si fue él quien la vio se me hace que se quedó dormido y se perdió el final, donde pierden y son masacrados.
Lamentablemente todo el entorno que envuelve a Tigres está así, hecho “garras”, sin un panorama alentador y con muchas dudas, principalmente porque no hay una certeza de lo que pasará al finalizar el presente torneo.
Es un hecho que el “Travieso” terminará el Bicentenario 2010, no será despedido por su “padrino” Santiago Martínez y una vez que se dé el silbatazo final en la jornada 17, se tendrá que hacer un análisis de parte de las altas esferas de Cemex para determinar si se puede continuar con un proyecto que no tiene sustento en los resultados y que evidentemente no es nada confiable.
Tras un nuevo descalabro en casa, el cuarto de este torneo, un alto directivo de la cementera bajó a los vestidores –dicen que estaba desde cinco minutos antes del final- y cuando todos estuvieron ahí, les puso una regañiza a grito abierto que hizo que jugadores y cuerpo técnico pensaran si es que les había llegado la hora de pasar al paredón y ser “ejecutados” por sus malos resultados.
Quienes estuvieron ahí aseguran que más de tres tuvieron ganas de llorar o salir corriendo, pues nunca en la era de Daniel Guzmán, y desde que Alejando Rodríguez dejó la presidencia del equipo hace ya siete años, les habían dicho que eran unos malagradecidos, unos perdedores y los causantes de que la empresa que arriesga su dinero estuviera manchándose con su desprestigio.
Hay que decir que luego de 30 minutos de regaños, jugadores y cuerpo técnico, incluso el mismo presidente Santiago Martínez, salieron por el túnel de acceso a la cancha con el rostro desencajado, sin ganas de hablar y los que lo hicieron se mantuvieron en la línea de no saber por qué las cosas no caminan y no saben ganar como locales.
Lo cierto es que la continuidad de Daniel Guzmán ya no es tan segura como antes, hablando del siguiente torneo, porque hay quienes aseguran que Raúl Arias anda paseándose por la ciudad y es uno de los entrenadores que pudieran entrar al quite, aunque su estilo de juego no es bien visto por nadie.
Para colmo, Lucas Lobos se lesionó de su rodilla derecha y se perderá los próximos 3 o 4 partidos, en tanto que el brasileño Everton Cardoso –quien costó 6 millones de dólares (o en eso lo reportaron)- se fracturó la clavícula izquierda y podría no volver a jugar en lo que resta del torneo.
Aunque Itamar Batista se retractó el lunes de haber pedido una “macumba” –bruja- para darle una limpia al estadio y al equipo o un sacerdote, la verdad es que no deberían tomar tan a la ligera esta situación, pues aunque Guzmán y su equipo técnico no trabajen mucho, se trata de un grupo de jugadores que no son tan malos y que han sido exitosos en otros sitios, pero aquí parece que se hicieron los más malos del planeta.
Ahora hay que esperar lo que sucede, pero ojalá y que la directiva ya no deje que Daniel Guzmán vea más películas, no sea que por ahí vea la del Titanic y se identifique con el personaje de Leonardo Di Caprio que arriesgó todo por salvar a su amada…y aunque lo logró finalmente murió ahogado.
Hasta la próxima…