Humberto Torres Padilla tiene las semanas contadas como secretario de Infraestructura del gobierno de Nuevo León, ya que su perfil es el indicado para jurar como ejecutivo estatal interino el 31 de diciembre próximo ante la Comisión Permanente del Congreso local.
En el poder legislativo está contemplada la posibilidad de que la solicitud de licencia de Jaime Rodríguez Calderón sea recibida por el pleno con fecha 21 de diciembre (horas antes de salir de vacaciones), pero difícilmente podrían juntarse los 42 diputados el fin de año para tomar la protesta al sucesor de “El Bronco”.
Descartada la opción FEMSA, que llevaría a Carlos Salazar Lomelín al Palacio de Cantera, los diputados de la permanente se “echarán ese trompo a la uña”, pues sería misión casi imposible convocar al pleno a una sesión extraordinaria el 31 porque unos andarán en Europa, otros esquiando en Colorado y los menos agraciados, en San Antonio, Texas.
El 10 de enero de 2003 la permanente recibió la renuncia de Fernando Canales Clariond, y dos días después en sesión extraordinaria del pleno se tomó juramento al interno Fernando Elizondo Barragán.
El que Rodríguez Calderón haya rebasado en recolección de firmas hace varios días a Margarita Zavala, motivó a sus simpatizantes a acelerar el paso para intentar recolectar 1.5 millones con fecha límite 19 de febrero próximo, es decir, el doble de las solicitadas para ser candidato independiente a la presidencia de México.
El Partido Encuentro Social (PES) de Nuevo León ya tiene contemplado poner en primera fila a su dirigente, Juan Manuel Alvarado, para llegar al Congreso local por la vía plurinominal. Y para las elecciones a alcalde en Juárez quiere ser factor en la derrota de Américo Salinas, quien renunció a su breve militancia al perder en 2015 e irá la revancha como independiente.
Alfonso Romo, Alfredo Treviño, Dionisio Herrera y Claudia Tapia, entre otros de Nuevo León, asistieron el lunes 20 pasado a la presentación del Proyecto de Nación de Andrés Manuel López Obrador en la CDMX.
Se desconoce por qué los morenistas que huelen a cabrito no promueven que también asistió el empresario de la construcción, Malaquías Aguirre López, hasta hace poco tiempo de los principales impulsores de AMLO, junto con Romo.
Quien prefirió quedarse en casa fue el diputado local Eugenio Montiel, para atender asuntos de la legislatura, en vez de irle a echar porras al tabasqueño en el Auditorio Nacional.
El que no quita el dedo del renglón para volver a ser -¡ooooooootra vez!- candidato del PRI en Apodaca a presidente municipal es Raymundo Flores, presumiendo encuestas hechas por sabrá Dios quién, donde asegura que las mayorías tricolores lo aclaman para que regrese… sin precisar qué exactamente.
PROBLEMAS EN EL PARAÍSO
A quien se le hizo bolas el engrudo es a Pedro Pablo Treviño, nominado a la presea por el “novato del año” por la labor que ha realizado a unos meses de asumir el cargo de presidente del Comité Directivo Estatal del PRI.
El ex director general de la Lotería Nacional quiere mostrar la imagen de que anda tranquilo en el puesto, asumiendo responsabilidades administrativas de rutina. Pero no. La calma es engañosa. Y bastará que llegue el fin de año para que vean cómo se le alborota la gallera, y más si pretende adjudicarse una de las seis candidaturas a la diputación federal que estarán libres para ser repartidas entre los priistas.
Primero está la integración de los comités municipales, tarea que ha sido harto difícil por la injerencia de los liderazgos locales en los municipios, pero sobre todo la rebatinga que se trae la CTM con casi todos los grupos de poder e influencia en Nuevo León.
Ismael Flores juega su papel de siempre, ése que le aprendió muy bien a Raúl Caballero Escamilla, su mentor y quien le heredó el liderazgo cetemista: un día apoya a un aspirante a un cargo, ya sea diputado local o alcaldía, y otro le niega hasta el saludo. Otra ocasión se muestra conciliador y al ratito cambia como los camaleones su postura. Va de lo belicoso a lo pacifista, del “cuatachismo” al “ya te fregaste mano”.
Y eso tiene desorientado al Pedro Pablo Treviño, quien ya no sabe si tendrá días pacíficos o se le vendrá encima el vendaval de la violencia, como ocurrió el día de su toma de protesta.
Eso por un lado. Por el otro, “Doble P” aún no recibe la línea de la CDMX sobre cómo se habrá de cantear para definir a los candidatos a los diversos puestos que ser elegirán el 1 de julio del 2018.
La línea será dictada por el grupo político que se quede con la candidatura presidencial del PRI. Y eso pues aún está verde -bueno, no tanto-, pero sí es harto complicado adivinar los designios del Gran Dedo en el Cielo.
Al interior del priismo ya se sabe que el abanderado tricolor lleva mano en posicionar a sus allegados, afines, compadres y comadres, para integrar las listas de candidatos a formar las futuras bancadas de diputados federales y senadores con los que, de ganar los comicios, empezaría a gobernar y sacar adelante sus proyectos.
Por eso va una recomendación de este Sultán: no se aceleren en destaparse y cantar apoyos y respaldos que no tienen, porque del plato a la boca se cae la candidatura.
Y si a eso se le suma que en cuando menos una treintena de municipios rurales las y los alcaldes priistas están decididos a no soltar prenda y se mantendrán en sus machos de ir por la reelección, aunque el Comité Directivo Estatal decida lo contrario, obligado a la demanda ciudadana de un cambio de persona y de rumbo.
Por eso y por muchas cosas más, en esta Navidad las cosas no serán pacíficas para Pedro Pablo y equipo que lo acompaña en el CDE del PRI.
SE DESGRANA LA MAZORCA
Desde el primer día en que inició la tercera administración de Mauricio Fernández como alcalde de San Pedro se sabía que no buscaría la reelección por más que sus allegados -y hasta sus enemigos-, además de la parte más dura y recalcitrante del Grupo San Pedro –o lo que queda de el- se lo pidiera.
El tiempo mostró que el exsenador mantuvo su palabra de no jugar más en la ruleta electoral. Ahora será interesante saber si también honrará su palabra de que no apoyará ni bloqueará las aspiraciones de ninguno de los suspirantes a sucederlo.
La promesa de Mauricio de que no apoyará ni hará campaña interna en el PAN sampetrino para beneficiar a alguno de sus colaboradores, específicamente a su ex secretario de Ayuntamiento, Homero Niño, y a Rafael Serna, actual tesorero y quien también aspira por el cargo, permitirá –al menos en teoría-, un juego interno limpio.
Como es la vieja costumbre panista, en San Pedro Garza García habrá cuando menos otros dos precandidatos panistas que buscarán hacer talacha interna y competir en la asamblea municipal electoral, que será más o menos a fines de enero del 2018.
Habrá que esperar si lo que queda del Grupo San Pedro, en el que figuras como Fernando Canales, José Luis Coindreau y Humberto Treviño Landois aún pesan, tendrá alguna preferencia por Serna o Niño, o buscarán a un tercero en discordia para injerir en el proceso sucesorio y darle fin a la hegemonía mauricista.
COBIJAS QUE NO ALCANZAN
Ya con el presupuesto estatal planteado por el gobierno independiente de Jaime Rodríguez Calderón, la pelota está en la cancha de los diputados para definir qué le cortan, agregan, modifican, suben, bajan, pegan, estiran o encogen.
Como se sabe, los fondos son mínimos y las necesidades muchas, y en este presupuesto estatal los legisladores buscarán llevar agua a sus molinos, pero sin dejar que fluyan los fondos para los programas esenciales como seguridad, educación, salud y apoyos sociales.
Aunque el presupuesto va prácticamente planchado, el gasto corriente que ejercerá el Gobierno estatal el próximo año –y que le tocará aplicar a un gobernador interino o sustituto o encargado del despacho, según se interprete la Constitución cuando “El Bronco” pida licencia-, puede provocar una que otra arruguita que necesite ser corregida.
Habrá legisladores quienes aprovechando el año electoral puedan ejercer presiones para reasignar presupuestos y programas para apoyar a sus municipios y distritos, lo cual es válido en una democracia.
Y es ahí donde estarán el estira y afloja y las patadas bajo la mesa. Así que, de aquí a fines de diciembre, si no es que antes, el presupuesto estatal sufrirá cambios, -ajustes, le dicen en el argot gubernamental-, y lo planteado por el gobierno será diferente a lo que se apruebe y aplique a partir del 1 de enero próximo.