Sentado frente a mi teclado me enfrento con el tradicional problema de decidir sobre qué voy a escribir en esta entrega.
Lo más lógico sería abordar el tema de la nueva temporada de los video escándalos, ese intercambio de estiércol entre los integrantes de la clase política nacional donde han comenzado a difundirse grabaciones de personajes recibiendo dinero de dudosa procedencia y más dudoso destino.
Sin embargo, debo reconocer que todo el tema de Lozoya, Videgaray, los López Obrador -y los que faltan por salir- me da una hueva eterna, así que dejaré que eso lo comenten quienes sí les interesa el asunto.
Además, existen otro tipo de videos que -esos sí-, tienen más impacto en la sociedad mexicana: las películas que se distribuyen en plataformas como Netflix.
¿Por qué digo que lo que transmite Netflix es más trascendental que los video escándalos? Fácil, pregunten entre sus conocidos si han visto, por ejemplo, la serie de Luis Miguel y no solo les van a decir que sí, sino que les van a proporcionar una detallada descripción de la trama y sus personajes. Pregunte sobre los video escándalos y… bueno, ya se pueden imaginar la respuesta.
Para nadie es un secreto que, así como tiene cosas interesantes, Netflix también ofrece porquerías. Ahí están las narco-series y películas que no valen ni la luz que nos gastamos en casa al reproducirlas.
Sin embargo, hace unos días los mercadólogos de Netflix se volaron la barda y lanzaron el póster y trailer de Cuties, una película francesa que muestra a niñas practicando el twerking, ese baile ultra sexualizado que se basa en agitar el culo… y no nos hagamos, ese es todo el chiste del bailecito.
De inmediato las redes sociales se incendiaron acusando a la plataforma de promover la pedofilia al colocar a niñas de once años en situaciones y con ropa que obviamente no corresponden a su edad y, lo único que provocan, es satisfacer la puerca imaginación de muchas mentes enfermas.
Hasta ahí todo bien; sin embargo, un sector de las redes contraatacó con un mensaje donde, en la más extraña táctica de defensa a una cinta, alegaban que el único malo de esta historia era Netflix, ya que (agárrense) Cuties ¡era una película feminista!
Es cierto, muchas personas -yo incluido- no hemos visto la película, pero podemos juzgarla de acuerdo a las imágenes que presenta en sus avances que, independientemente de ediciones, son bastante claras en lo que quieren mostrar.
La citada publicación, que fue ampliamente difundida en redes, aseguraba que Mignonnes (el nombre original en francés) es el debut de la “joven directora Franco senegalesa, Maimouna Doucouré” y que en realidad “es una crítica tanto a la sociedad religiosa islámica como la sociedad neoliberal hipersexualizada”.
Aquí de plano ya no entendí, porque siguiendo la lógica de esta obvia defensa de la película, el hecho de que la directora sea “joven directora Franco senegalesa” ¿disculpa el hecho de que presente a niñas de once años con blusas ombligueras, pantalones de látex colocados con mantequilla, micro faldas y mini shorts?
¿Que la directora sea mujer es atenuante para que haya seleccionado -de todos los ritmos del mundo- el twerking y sus pasos tan sugerentes?
Si la “joven directora Franco senegalesa” quiso hacer una crítica social, creo que falló miserablemente y la condena tiene que ser independientemente de su edad, género o su nacionalidad. Y conste que no voy a usar ese argumento facilón de “si el director hubiera sido hombre…”.
Quienes defienden este bodrio también aseguran que la cinta fue premiada en el festival de Sundance… como si no supieran que eso de los premios es bastante relativo.
Basta recordar que en el 2015 Love, una cinta que muestra múltiples escenas de sexo explícito entre sus actores, ganó el premio a la mejor película en el Festival de Camerimage y que Nimphomaniac, otra “joyita” que anda por la misma liga, se llevó alrededor de 9 premios en festivales como el Bodil y el del Cine Danés.
Que si me espanta ver niñas en estas situaciones: sí, lo hace. Pero más me molesta que una plataforma que se supone debe de ser familiar, presente y valide historias donde niños viven y actúan fuera de la infancia que todo menor tiene derecho a vivir.
Es cierto, el mundo es una porquería. Allá afuera hay cosas peores que niñas de once años bailando twerking; sin embargo ¿eso le da derecho a Netflix a decidir que es aceptable meterlo a nuestras casas, disponible para que cualquier otra pequeña lo vea y crea que esto está bien?
Programar una película como Cuties es muy grave, porque demuestra que alguien en la plataforma piensa que niñas agitando sus cuerpos y viviendo una madurez que aún no deben de tener es normal.
Sin embargo, creo que como padres tenemos que luchar en defensa de la infancia de nuestros niños, impedir que la sociedad se las robe, dejarlos que vivan la inocencia y felicidad que sólo van a tener en esta etapa de su vida. Ya tendrán toda una existencia para saber lo que es el morbo, el sexo y la maldad.
Me queda claro que Netflix no va a retirar la película, al contrario, con tanto ruido que ha generado con más razón la dejará en su programación.
Afortunadamente tenemos el poder de rechazar estas porquerías.