Aun cuando el gobernador Jaime Rodríguez Calderón empezará a recabar las casi 850 mil firmas que necesita entregar ante el INE para ser candidato a la presidencia en 2018, no hay plena seguridad de que pida licencia a partir del primero de enero.
Porque “El Bronco” está consciente de que si Nuevo León esta vez lo repele, contrario a la euforia que causó en 2015, pudiera considerar bajarse del barco antes de tiempo y cumplir con su compromiso sexenal.
Sobre todo porque tras anunciar su interés de ir por Los Pinos y su asistencia a la sede del INE el sábado 7 de octubre para entregar documentación, circularon con mayor intensidad en redes sociales los videos con extractos de entrevistas grabados hace dos años donde decía que “era una irresponsabilidad ir por la presidencia”.
A los periodistas Carlos Loret de Mola, a Jorge Ramos y a Lily Téllez, entre otros, Rodríguez Calderón les juró y perjuró que acabaría su gobierno en 2021, porque ya rondaba las seis décadas y porque privilegiaría a su familia.
Y cuando cumplió un año en el cargo, “El Bronco” declaró a Hora Cero que si buscaba la presidencia renunciaba como gobernador, léase que no pediría licencia, abriendo las puertas a una elección extraordinaria para el ejecutivo estatal en 2018.
En fin, mientras son peras o manzanas, su relación con el poder legislativo se puso color de hormiga, al grado tal que diputados de todos los colores como Marco González, Arturo Salinas y Samuel García se le aventaron al ring desde la tercera cuerda. Y hasta nació una propuesta en change.org para que se vaya de candidato… pero que no regrese.
Por eso las firmas de Nuevo León, ante la posibilidad que escaseen, pegarían en el ánimo del gobernador, quien hasta podría meter reversa a sus sueños presidenciales y, con ello, dejar a su secretario de Infraestructura, Humberto Torres, sin la posibilidad de relevarlo durante seis meses.
DIVIDE Y VENCERÁS
El capricho, enojo o entereza democrática (pónganle el calificativo que le apetezca) de la ex primera dama, Margarita Zavala de Calderón, de dejar al PAN de toda su vida fue una decisión tomada desde hace meses y no al cuarto para las doce, como algunos despistados podrían pensar.
Vaya, desde la llegada de Ricardo Anaya a la presidencia nacional panista y el inicio del pleito con la ex pareja presidencial -abanderados de la vieja guardia tradicional y anquilosada de Acción Nacional-, estaba más que cantado que si no le aseguraban la candidatura presidencial, la dama empacaba sus tiliches. Y así lo hizo.
Por más presiones que hicieron los Calderón Zavala y su grupo, no lograron restarle poder al “golden boy azul” quien, pésele a quien le pese, se perfila a ser candidato presidencial del Frente Ciudadano por México en las elecciones federales del 2018, llevando como comparsa al PRD y hasta el Movimiento Ciudadano.
Desde hace meses Zavala montó una estructura de simpatizantes dentro del propio PAN, misma que le servirá de plataforma para recabar las casi 900 mil firmas que requiere para su registro como candidata independiente. Si eso no es traición, ¿entonces cómo se le llama?
Por un lado Zavala exigía que el dirigente nacional respetara los estatutos internos y la voluntad de los militantes, pero por otro, en lo oscurito, tejía la telaraña que le permitió montar el escenario en donde ella era la víctima y Anaya, casi casi, un asesino de la democracia. Doble cara, les dicen allá en el rancho.
Sin duda que su salida debilitará las aspiraciones de Anaya, del PAN y el Frente Ciudadano por México. Y aunque todavía no se habla de la deserción masiva de militantes, el hecho de que una estructura paralela opere desde el interior del partido en pro de intereses externos, sí es algo muy grave.
ENCUERDADOS Y DESCOBIJADOS
Con este pleito los verdaderos damnificados al interior del PAN son las decenas de “encuerdados” quienes ya hacían en sus manos las nominaciones a alcaldías, diputaciones locales, federales, y hasta senadurías.
Calderón y su esposa establecieron decenas de acuerdos, pactos de honor y promesas de matrimonio a diestra y siniestra, apoyados en el “hoy por ti, mañana por mí”, mismos que hoy quedan como lo que fueron: promesas vacías.
No es lo mismo ir a la segura en una elección interna con la venia y apoyo de la que sería la candidata presidencial, que jugársela sólo frente a otros aspirantes. Y agregue el factor de las venganzas de los anayistas quienes, sin dudarlo, se comerán enterito el pastel.
El reacomodo de fuerzas y de grupos dentro del panismo en Nuevo León ya debió iniciar. Se habla de que, habilidoso como es, con más mañas que un jugador de póker de Las Vegas, el senador Raúl Gracia tenía acuerdos con Dios y con El Diablo (o sea los calderonistas y anayistas), para mantener sus cotos de poder.
Quien parece que perdió poder es el grupo San Nicolás, que ya tenía amarradas varias candidaturas con militantes afines de Margarita Zavala y marido que lo acompaña; una de ellas, la nominación a una senaduría, y varias diputaciones federales.
Fernando Canales, exsecretario de Economía, es quien quiere dar señales de vida política al presentarse como promotor del grupo de exmandatarios panistas que apoyarán la designación de Zavala como candidata independiente.
Canales es la representación del llamado Grupo San Pedro, la vieja guardia del PAN desplazada por los neopanistas, y que en los últimos años se ha mantenido al margen de las decisiones del partido.
Este grupo se ha marginado por la molestia que les genera la forma en que Anaya dirige al albiazul a nivel nacional. Ahora, tendrán su oportunidad de cobrar viejas facturas.
ORFANDADES POLÍTICAS
Las dirigencias del PRI ya pintaron su raya, y ésta parece ser con tinta indeleble. Tras el zafarrancho entre cetemistas y excetemistas que empañó la toma de protesta de Pedro Pablo Treviño en la presidencia estatal del PRI, la CTM que aún controla Ismael Flores Cantú se está quedando más sola que río en sequía.
Aunque Enrique Ochoa Reza se reunió en días pasados con los liderazgos estatales de centrales y organizaciones representativas, dicen los que estuvieron ahí que Flores Cantú recibió un trato frío y cortante.
Ochoa Reza se limitó a agradecerle al “Mayelo” Flores Cantú su visita y su permanencia en el PRI, recordándole que la militancia no sólo implica exigir, sino respetar los estatutos y a los dirigentes del partido.
En cambio, con la dirigencia de la CROC, encabezada por Alberto Serna de León, el trato fue más cordial y ameno. El compromiso fue que los croquistas montarán un equipo de dos mil 500 capacitados en materia electoral para contribuir con, lo que espera, sea el triunfo del PRI en las elecciones del 2018.