Sin duda que el debate vino a confirmar lo que muchos hemos percibido: que el proceso electoral del primero de julio próximo será la primera elección real del Siglo XXI, casi 20 años después.
Porque a diferencia de hace seis años, los “triunfadores” de los debates se daban precisamente en los “postdebates”, cuando un ejército de empresas encuestadoras se soltaban llamando a millones de hogares mexicanos para preguntar o manipular sobre los supuestos ganadores de estos ejercicios ciudadanos.
Ahora bastó con que Jaime Rodríguez, gobernador con licencia de Nuevo León, “amenazara” con “mocharles las manos” a todo aquél que robara, para que inmediatamente las redes sociales empezaran a replicar el mensaje, mismo en el que dejó de ser simpatizante masón para convertirse en un musulmán radical.
O cuando el aspirante del Partido Acción Nacional, Ricardo Anaya, demostró tablas para acorralar al puntero, Andrés Manuel López Obrador, pidiéndole en varias ocasiones que dejara claro si su propuesta de amnistía incluía a todo tipo de criminales.
De inmediato miles de memes con toda la picardía mexicana empezaron a llegar a millones de mexicanos, haciendo mofa de la manera tan poco asertiva con la que el candidato puntero en las encuestas trataba de defenderse.
Por supuesto que esta reacción ciudadana se registró gracias al nuevo formato implementado por el Instituto Nacional Electoral, mismo que más que escuchar discursos acartonados, tuvo mucho de interesante cuando los periodistas pudieron increpar a los candidatos, haciendo eco de muchas de las preguntas que los mexicanos quisieran hacer.
Sin duda alguna, las encuestas no definirán las elecciones y tal y como ha sucedido en muchos procesos electorales, confirmarán que solamente son una “fotografía” del momento.
Ahora que existen las redes sociales, en su gran mayoría herramientas de comunicación real de jóvenes que buscan ser escuchados, definitivamente nada está dicho en este proceso electoral.
Sin duda el que mejor supo aprovechar las herramientas tecnológicas actuales, demostrando además una conciencia histórica de la vida nacional, fue el aspirante panista, ya que supo aprovechar hasta su posición central en el escenario para saber jugar su juego e imponer su ritmo al resto de los aspirantes presidenciales.
Mientras que la aspirante independiente Margarita Zavala tardaba para entrar en escena (tanto así que su primera aparición fue a los 18 minutos de iniciado el debate), el otro independiente, conocido como “El Bronco”, demostró que lo de él es precisamente el debatir, agarrando de su “puerquito” al puntero de las encuestas, quien siempre lució incómodo y poco capaz de encadenar mensajes congruentes, mucho menos proyectos de futuro.
“El Peje” sigue confirmando que para él, el pasado es la clave, mientras que Anaya y “El Bronco”, en más de una ocasión coincidieron en proyectos de futuro.
Sin duda Anaya y “El Bronco” son los únicos que en este primero de tres debates, tienen techo para crecer, por lo que no descartaríamos que en las siguientes encuestas los resultados empezaran a ser diferentes a los actuales.
El candidato de Morena todavía debe andar preguntando si alguien de su equipo pudo anotar las placas del tráiler que le pasó encima.
Zavala debe estar intentando todavía hilvanar de manera congruente algunos de sus proyectos, mismos que nunca supo comunicar de manera eficiente.
¿Y José Antonio Meade, candidato del PRI? Sigue en el suelo, lamentando no poder defender la tremenda loza que carga en sus espaldas por los abusos e impunidad cometidos por personajes oscuros de un partido político al que ni siquiera pertenece.
Aunque buscaba justificar argumentando que se había hecho justicia, nunca pudo, ni supo defender al presidente Enrique Peña Nieto por los señalamientos directos que su vecino Anaya le lanzaba.
Arrinconado “el Peje” por su poca capacidad de confirmar si la amnistía que propone era para cualquier criminal, y arrinconado Meade al ser cuestionado reiteradamente por los casos de corrupción cometidos por el exgobernador, entre los que figuró en primer lugar Roberto Borge, de Quintana Roo, el aspirante oficial nunca pudo levantarse, además de que su tono de voz y presencia escénica siguen siendo otra de sus debilidades.
Nombres de personajes oscuros en la izquierda mexicana como René Bejarano y Dolores Padierna, u otros como el líder sindical Napoléon Gómez Urrutia, fueron señalados por sus evidentes actos de corrupción, sin que el puntero atinara a hilar respuestas sólidas.
¿Su mejor argumento?
“Me están echando bola, todos están contra mí, me hacen montón”.
En cambio, el cuestionado “Bronco” demostró que su equipo supo hacer la tarea, al enfrentar los misiles enviados por los moderadores de manera tal que demostraba saber lo que decía, sin decir nada.
“Si no los puedes convencer… confúndelos”, dicta una de las máximas del marketing político y vaya que el gobernador con licencia de Nuevo León sabe aplicarlo.
Mientras que “El Bronco” empezó a apostarle al “voto sentimental”, al autonombrarse víctima de la crisis de inseguridad en México, “El Peje” se fue hasta el extremo al asegurar que para resolver este flagelo invitaría a los mejores expertos del mundo… ¡incluyendo al Papa Francisco!
Más allá de dimes y diretes el verdadero triunfador es el dinámico y moderno formato aplicado en este primer debate, que sin duda alguna supo despertar el hambre de millones de mexicanos que, hasta hace poco, permanecían apáticos por la vida política mexicana, ya que los millones de memes así lo demostraron.
¡Lo mejor es que faltan dos!