Ahora que ya estamos iniciando oficialmente las campañas electorales, llama la atención la serie de mensajes de diversos organismos ciudadanos, académicos, empresariales y políticos; todos con un común denominador.
Nos piden razonar el voto, ya que la elección que tomemos los mexicanos no es asunto menor, pues se trata de llevar a Los Pinos al presidente de la República por los próximos seis años, en momentos en los que la República pareciera en un agitado mar por los reiterados abusos de poder, impunidad, cinismo, arrogancia, inseguridad pública, etcétera.
Lo que más enchila a los mexicanos es que el origen de todos estos problemas tiene un común denominador, son originados o solapados por muchos de los que actualmente integran la clase gobernante.
Y ahora, en el colmo del cinismo, resulta que ellos mismos nos piden que decidamos de manera reflexiva para que, al momento de emitir nuestro voto, pensemos en nuestras familias, comunidades, futuro, bla, bla, bla…
Es casi casi como si el golpeador, saqueador, violador y demás pelafustanes te dijeran “flojito y cooperando”, o sea aguante vara todo lo que le hemos hecho, ahora necesitamos que acuda a la casilla y siga votando por nosotros, para que nos pueda legitimar otros tres o seis años, dependiendo del caso.
¿Se puede tener la cabeza fría con un corazón caliente?; nadie puede negar que las emociones mueven a los seres humanos, por lo que son parte de nuestra propia naturaleza y eso queda de manifiesto en circunstancias como las que enfrentaremos de aquí al primer domingo de julio.
En los cientos de mensajes que atiborran todo tipo de herramientas de comunicación, desde los medios tradicionales hasta las influyentes y poco confiables redes sociales, los políticos piden algo sumamente complicado para los momentos actuales: que los ciudadanos tengan sentido común y eviten votar por aquellos perfiles que amenazan con llevarnos al mismito Infierno, obviamente lo hacen desde su propia perspectiva, olvidando que en estas circunstancias, el sentido común es el MENOS común de los sentidos.
Los expertos en comportamiento humano tienen claro lo que sucederá en los próximos tres meses, ya que es evidente el enojo social contra el establishment, o estado actual de las cosas, por lo que los evidentes casos de corrupción e impunidad, la severa crisis de seguridad pública, y la constante caída en la economía doméstica, por ejemplo, confirman que el enojo vencerá al miedo.
Simplemente el actual Sistema Político Mexicano demuestra un día sí y otro también que ya ha sido rebasado por una nueva sociedad, reflejada en una opinión pública sumamente dinámica e inestable, por lo que el tiempo se le vino encima y por más que trate de mandar mensajes de “cambio”, esa chupaleta ya nadie se la cree.
Nadie duda que el concepto de fondo en estas próximas elecciones debería de ser la “venta” más factible de lograr una transformación integral en México, que haga posible recuperar la credibilidad y confianza en nuestros gobernantes y por ende recuperar el crecimiento en todos los valores sociales y económicos.
Vivimos en un México sumamente polarizado, en el que los ciudadanos tienen razón de estar encolerizados, ya que llevan décadas percibiendo que sus gobiernos han antepuesto los intereses de pequeños grupos económicos y políticos privilegiados, por encima de los de millones de mexicanos que salen todos los días a partirse el alma en las calles para lograr apenas sobrevivir, y para colmo corren gran riesgo de ser asaltados o asesinados, dejando a su familia en el total desamparo.
Más que de mercadólogos, con sus exorbitantes sueldos millonarios en dólares, a los actuales candidatos y sus equipos de campaña pareciera urgirles más el apoyo de sociólogos que los ayuden a entender y recuperar la empatía con los ciudadanos, y de esa manera evitar seguir tirando a la basura millones y millones de pesos, aplicando estrategias fallidas.
El candidato oficial José Antonio Meade sigue batallando para conectar con la gente, mientras que el aspirante de Morena, Andrés Manuel López Obrador, reitera su decisión de dar marcha atrás porque simple y sencillamente “todo lo han hecho mal”; por su parte, el aspirante del PAN, Ricardo Anaya, sigue manteniendo el segundo lugar, esperando que el líder en cualquier momento derrape con su propia lengua.
Son bloques de mensajes y pensamiento bien definidos, por lo que resulta relevante reflexionar sobre la facilidad que tienen algunos para “conectar” con la gente y generar empatía, mientras que a otros les resulta complicado ya que, por el contrario, mientras más lo conocen, más lo rechazan.
Así que, por favor, señores candidatos, ya dejen de estarnos “jorobando” con sus mensajes de que vamos a firmar “un pacto de civilidad” para hacer lo que deben hacer sin necesidad de andarlo vendiendo: respetar la Ley y ya, así de sencillito, sin necesidad de poner sus hermosos cartelones en los que aparezcan sus rúbricas.
Los tiempos ya cambiaron, y la demagogia es verbal y también visual.v