Según el diccionario castellano, Farolón significa: “vano, ostentoso, amigo de llamar la atención”.
Por otro lado, de acuerdo a cualquier traductor inglés español, la palabra “clúster” quiere decir “grupo” en nuestro idioma.
Ahora bien, de un tiempo a la fecha se ha puesto de moda en las redes sociales el término “whitemexican”, que de acuerdo a algunas fuentes “alude a una minoría privilegiada que no está al tanto del sistema de desigualdad que impera en el país y cree que todos en México tienen las mismas oportunidades.
“Hay quienes argumentan que representa a un grupo de mexicanos con privilegios sociales y económicos, o a gente que mezcla inglés con español”, cita la explicación.
Estos tres términos vienen a colación tras la controversia que se ha generado alrededor de Luztopia, una exposición de monumentos inflables e iluminados con temática navideña que desde hace unos años se instala en las riveras del paseo Santa Lucía, al interior del Parque Fundidora.
Hace unos días, el periodista Miguel Arritola publicó un texto acompañado por unas fotografías donde se observa varias familias intentando ver las estructuras iluminadas desde las rendijas de la barda que protege la exposición.
Esto es porque, denunció el periodista, estas personas no cuentan con los 180 pesos que cuesta el boleto ¡por persona! para entrar a esta exposición navideña.
Las imágenes y el texto se viralizaron en redes sociales provocando todo tipo de reacciones, desde lo que critican a quienes tienen dinero para gastar en cerveza y carne asada todos los fines de semana, pero no para llevar a pasear a sus pequeños, hasta los que consideran que el costo de este paseo es un insulto a la población.
Aquí debo decir que estoy de acuerdo con los segundos. 180 pesos por persona para ingresar a Luztopia es una verdadera grosería y les voy a decir por qué lo creo.
Primero -y principalmente-, ¿por qué diablos los residentes del área metropolitana tienen que pagar 180 pesos para ingresar a un paseo que es público, que se sostiene con recursos del gobierno, que fue creado para el usufructo y disfrute de todos?
Si la exposición fuera en la Arena Monterrey o dentro de cualquier otro inmueble privado no hay problema… se entiende que es un negocio, pero estamos hablando de un espacio p-ú-b-l-i-c-o.
Dicen que el dinero es para recuperar los gastos de traer la exposición pero, entonces ¿para qué demonios sirven todos los patrocinios que pueden verse en cada una de las estructuras luminosas?
Podrían alegar que esos patrocinios no son suficientes para pagar la totalidad de la estructura, pero si así fuera entonces quienes los hayan negociado son unos verdaderos ineptos en su trabajo… porque si fueran medianamente buenos, conseguirían que cada patrocinio pagara cada monumento ¿o no?
Ahora, pueden decir que el costo del boleto es para pagar el recibo de la luz pero ¿qué no se supone que esto está cubierto por el Parque Fundidora, que para eso tiene un presupuesto asignado?
¿Y para qué sirven los cobros de las rentas de los locales comerciales y de comida que están en el paseo? ¿Para qué van a usar esos ingresos?
No entiendo cómo los integrantes del Clúster (grupo) Nuevo León, encargados de organizar este evento, esperan que los residentes de la entidad nos traguemos sus explicaciones sobre el “enorme” esfuerzo que hicieron para traer Luztopia al Parque Fundidora.
La realidad es que este grupo… me rehúso a llamarlo con el anglicismo mamucas de “clúster”; demostraron con la organización de la exposición y la tarifa que impusieron para entrar, que creen que todos en Nuevo León tienen sus privilegios, que pueden disponer de 720 pesos (considerando una familia de mamá, papá y dos chamacos) para entrar a un espacio público y disfrutar de la decoración navideña.
Son farolones… y lo peor del caso es que creen que tenemos que darles las gracias por serlo.
Si tuvieran tantita vergüenza (que no la tienen), abrirían Luztopia por lo menos con acceso gratuito a los niños… pero hasta los de 12 años… no la jalada eso de menores de 5.
Afortunadamente hay un gobierno estatal que presume que es muy transparente, pues habrá mucha gente muy interesada por revisar las cuentas de un evento realizado en un espacio público, que se sostiene con el dinero de todos.
Yo, por mientras, no pretendo gastar 540 pesos (más lo que se junte) para ver (otra vez), las mismas estatuas iluminadas de hace dos años.
Soy tonto, pero no exagero.